Puede parecer el título de un cómic, pero es la síntesis de los últimos acontecimientos en Bolivia. Sucede que, como ya dijimos alguna vez, hacer análisis político en el Estado Plurinacional-Surrealista de Evo Morales es incurrir en una forma del humorismo.
En su afán de demostrar que la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos “sí o sí” tiene que hacerse por el centro del TIPNIS, el presidente montó un operativo mediático en el que se embarcaron cuatro periodistas.
A vuelo de pájaro, el mandatario y los comunicadores convinieron en que, efectivamente, no hay más remedio que “meterle nomás”, digan lo que digan los indígenas del Isiboro Sécure y la gran mayoría de los bolivianos.
El show mereció de inmediato más de una humorada: desde un diputado opositor que habló de los “prodigiosos rayos X del presidente” hasta un conocido columnista que ironizó sobre “la especialización de periodismo en ingeniería de caminos”.
Ya sabíamos que el Jefazo era un experto en plomería cuántica, química de la soda y gastronomía de género, rosario de disciplinas seudocientíficas a las que ahora habrá que agregar la aero-ingeniería.
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¿Cuál será el próximo paso de Súper Evo? ¿Sobrevolar las zonas de posibles yacimientos hidrocarburíferos para determinar dónde deben hacerse las perforaciones?
¿No sería más simple hacer ingeniería de carreteras o prospección gasífera leyendo las respuestas en las hojas de coca, cómodamente instalado en el Palacio?