En Bolivia, aumentan extranjeros ‘atrapados’ por la 1008

Narcotráfico. Los contratan redes de tráfico de drogas al menudeo que operan desde Europa. En la cárcel de Palmasola de Santa Cruz existen presos extranjeros de 38 nacionalidades.

imageCompañeros. Antonio conversa con su amigo Manuel, en el patio del asilo



Paura Rodríguez Leytón, El Deber

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La noticia de que Bolivia es un país donde la vigilancia policial puede ser burlada fácilmente atrae a extranjeros contratados por redes de narcotráfico para que transporten cocaína a Europa y otros puntos del planeta. En la práctica se encuentran con una realidad diferente, prueba de ello es que hay actualmente 720 extranjeros en las cárceles bolivianas. El 71,7% de ellos está condenado por la Ley 1008 y más de un 80% espera su sentencia ejecutoriada. Fuentes del Régimen Nacional Penitenciario señalan que desde 2008 la cantidad de presos foráneos por la 1008 se duplicó.

Para el director nacional de la Pastoral Penitenciaria, el padre Leonardo da Silva Costa, las posibilidades de salir -que  son mínimas incluso para los bolivianos- se tornan casi imposibles para los foráneos,  debido principalmente a la mora procesal y a los cobros ilegales denunciados de ser una barrera infranqueable entre los presos y su libertad.

En el caso de los extranjeros, hay otros factores que dificultan su salida, como no hablar el idioma, perder contacto con su familia y  la falta de dinero.

La historia de los españoles Antonio Tirado y Manuel López  refleja esta realidad. Cada uno tiene más de 60 años. Ambos estuvieron en Palmasola y pasaron al asilo de ancianos de la avenida Beni, para seguir cumpliendo su pena. Antonio, procedente de Barcelona, fue detenido en 2003 y estuvo en Palmasola hasta 2010, cuando sufrió una embolia. Aunque ahora camina y habla con un poco de dificultad por las secuelas, todavía tiene la esperanza de recibir su jubilación, salir libre y quedarse a vivir en Bolivia, con alguna mujer que lo cuide. En España no le queda nada, tiene un hijo con el que perdió contacto y su mujer falleció.

Antonio relata que quedó desempleado en 1997, cuando la fábrica de pintura donde trabajaba redujo el personal. La búsqueda de otro empleo lo llevó a contactarse con un traficante italiano y desde entonces realizó varios viajes: estuvo en India, Bangladesh, Katmandú, Perú, Brasil y Curazao. En este último país fue detenido con mercancía y estuvo preso 11 meses. Luego continuó sus viajes, entró y salió una vez de Bolivia, sin ningún problema. “En esa oportunidad todo estaba bien arreglado” recuerda. En 2003 volvió al país, pero “con otro proveedor”.

Con serenidad, Antonio revive la larga espera del despegue del avión, que estuvo casi una hora parado en Viru Viru con los demás pasajeros. “Si no me atrapan, tienen que ser tontos”, pensaba al ver la maleta llena de ropa ‘almidonada’ con seis kilos de cocaína que despedía el fuerte olor químico. Después de dos personas que la Policía hizo bajar del avión, le tocó su turno y su destino fue Palmasola. A diferencia de Manuel, Antonio no se aflige, piensa que él decidió meterse en líos y está pagando su culpa.

Manuel, obrero de la construcción, llevaba en paro dos años en su país. Su renta de desempleo era de 1.000 euros y casi toda estaba destinada a su hipoteca. Le ofrecieron 10.000 euros por trasladar droga, le dijeron que en Bolivia no había controles y “que ya arreglaron con un teniente para que las maletas pasen”.

Luego de una cita en un café, no retornó a su casa y solo volvió a contactarse con su familia desde Palmasola. Han transcurrido más de dos años desde que fue apresado y aún no tiene sentencia ejecutoriada.

En Palmasola dormía en el suelo, en el pabellón 23, y pagaba Bs 100 mensuales por el espacio. Luego de un ataque, también de embolia, fue trasladado al asilo, donde se recupera en una silla de ruedas. Ambos aseguran que allí las cosas son difíciles.

Una mujer rubia y demacrada, con acento extranjero, se aferra a la malla olímpica que cubre el pabellón carcelario PC2 de Palmasola, con la mirada perdida y sin cambiar de tono, pide una moneda a todos los que pasan. Dice que nunca nadie la visita. 

En el PC4 los extranjeros son la mayoría. A los peruanos, brasileños y colombianos se los reconoce por el acento. La mayoría son jóvenes, de entre 30 y 45 años. Pero también hay detenidos de otros continentes.

En las calles del PC4 resulta difícil hablar con ellos, son desconfiados, además otros presos vigilan la charla. Los sudafricanos solo hablan en inglés. Un yugoslavo pronuncia con dificultad “Ley mil ocho”.

Lázaro es español, está en la cárcel desde hace cuatro años, allí se juntó con la hija de otro preso y tienen dos niños pequeños. Lázaro dice que en España estaba endeudado y le ofrecieron hacer un viaje. Fue atrapado en Viru Viru y ahora puede sobrevivir gracias a la ayuda que le manda su madre. Aunque su mujer, boliviana, no está presa, se fue a vivir con él, y toda la familia alquila una celda con televisor en un altillo que cuesta Bs 1.050. Ya cumplió la mitad de la condena y para salir con libertad provisional le pidieron $us 1.500 para hacer los trámites. Como no los tiene, no sabe cuándo saldrá.

La crisis en Europa y en España afecta a los reos extranjeros. En Palmasola hay 64 españoles y 63 están castigados por la 1008. Hasta diciembre de este año recibían una ayuda trimestral de Bs 1.800 que les entregaba su consulado. Debido a los recortes, ahora solo reciben Bs 1.000 y el consulado especificó que solo es para casos de urgencia.

Cristóbal, también español, ya no recuerda la última vez que se mudó de ropa y que tuvo zapatos, el par que tenía se lo robaron mientras dormía. Dice que los alquileres han subido y que antes podía pagar un espacio, pero ahora el dinero ya no le alcanza y tiene que dormir en ‘el bote’, el lugar para los castigados y para los que no tienen dónde reposar. Allí la gente pasa la noche de pie, porque no hay espacio y solo los castigados tienen derecho a sentarse.

Son pocos los que mantienen vínculo con sus familias y con gente de su país. Algunos prefieren mentir y decir que están trabajando y que volverán pronto. A otros, sus familiares los echaron al olvido, pues cuando llamaron les colgaron el teléfono. En Palmasola el consumo de droga entre los presos extranjeros es alto. Por Bs 1 compran un sobre de pasta base de ínfima calidad. También acceden al alcohol y a la marihuana. Es uno de los factores que aplaza indefinidamente la esperanza de salir.

Palmasola tiene presos de 38 países

En la cárcel de Palmasola existen presos extranjeros de 38 nacionalidades. De acuerdo con información de la Pastoral Penitenciaria, hay más peruanos, les siguen los colombianos y los brasileños, luego están los argentinos, españoles y chilenos. En minoría hay detenidos ingleses, yugoslavos, ecuatorianos, paraguayos, checoslovacos y surafricanos.

Para los que no hablan español, la situación  es muy complicada, porque no pueden relacionarse con la gente del interior del penal y tampoco pueden llevar adelante sus trámites judiciales. Para ayudarlos, la Pastoral Penitenciaria buscó traductores que comenzaron a visitarlos y recabar información para ver en qué etapa se encuentran sus procesos y además buscan la manera de hacer contacto con sus familiares, generalmente por vía Internet. La causa principal de detención de extranjeros es su participación en narcotráfico, le siguen robos agravados, asesinatos y otros delitos.

El sacerdote Leonardo da Silva explica que las posibilidades de reinserción de los presos extranjeros son casi nulas en Bolivia, pues, como la mayoría de los reos, una vez que salen tienen el estigma de ser expresidiarios, aunque hay excepciones. Hay algunos extranjeros que salieron con libertad condicional, pero no pudieron encontrar trabajo, “otros volvieron a caer en manos de las redes del narcotráfico y terminaron nuevamente en la cárcel”, sostiene da Silva. 

Una de las cárceles con mayor población en el país es Palmasola, la Pastoral estima que actualmente tiene a unos 4.000 reclusos. Hasta marzo se registraron 11.516 presos en Bolivia. La cifra promedio de aumento mensual de presos en el país es de 200 y el 70% por problemas relacionados con tráfico de drogas.

Las cifras    

11.516

Hasta marzo esa era la población penitenciaria de Bolivia. Se calcula que por mes aumentan 200 reos

500

En Palmasola hay esta cantidad de niños que viven con sus padres, desde allí estudian

720

En las cárceles bolivianas hay esta cantidad de reclusos extranjeros, la mayoría son peruanos

70%

Ese es el porcentaje de extranjeros involucrados en asuntos de narcotráfico atrapados en Bolivia

Decenas de procesados huyeron y fueron declarados rebeldes

En la Fiscalía de Sustancias Controladas existen torres de archivos de procesados declarados en rebeldía, pues al salir en libertad provisional huyeron y actualmente se encuentran desaparecidos. Allí no saben exactamente cuántos son los que escaparon, pues se encuentran en pleno recuento de los expedientes, que en muchos casos datan de principios de la década pasada. Entre los rebeldes se hallan bolivianos y extranjeros condenados por la 1008.

Fue justamente al comienzo de la década de 2000 cuando comenzaron a aumentar los extranjeros que llegaban a Bolivia con el fin de transportar droga, explican en el Ministerio Público. 

Esta situación estuvo vinculada con la migración de bolivianos a Europa, especialmente a España. Las autoridades judiciales explican que en la primera etapa los que transportaban la droga eran algunos migrantes que obtuvieron la residencia europea, pues podían cruzar las fronteras sin mayor dificultad.

Luego, las cosas se complicaron cuando la Comunidad Europea pidió como requisito de entrada la visa al territorio Schengen; desde entonces, comenzaron a ser contratados más europeos que sudamericanos para trasladar la droga. Además, este hecho tiene directa relación con el comienzo de la crisis en España y otros países.

Por investigaciones del Ministerio Público se conoce que los que contratan a personas que cumplan la función de ‘mulas’, ‘tragones’ o ‘correos humanos’ son vendedores de droga al raleo que sacan las sustancias controladas desde Sudamérica en un estado de pureza y en Europa las adulteran y duplican su cantidad, pues allí el costo de esta mercancía se multiplica unas 15 veces más de su precio original.

El Ministerio Público explica que estas redes son pequeñas en relación a los grandes cárteles que transportan la droga en helicópteros, aviones y grandes navíos.

Por lo general, las personas que son contactadas por los traficantes nunca llegan a saber para quién trabajarán, tienen citas muy rápidas con alguien que hace el contacto, les dan dinero para el viaje y las instrucciones.

Si los contratados son atrapados pierden todo contacto  pues nadie se responsabiliza  por su detención.

Creen que el control será menor

Alaín Núñez Rojas  / Penalista

Lo que se ha visto es un aumento considerable de los extranjeros procesados por tráfico de sustancias controladas en Bolivia. Habría que ver y analizar las causas por las cuales estos ciudadanos aceptan cometer este delito; aparentemente uno de los motivos es que para los ciudadanos de otro país los controles son mucho menores que los que se ejercen con los bolivianos. Y este es un motivo por el que el narcotráfico los utiliza, ya que así garantizan la ejecución del delito. El hecho de que no sea boliviano hace que los controles sean menos estrictos, porque lamentablemente hay una especie de sinónimo de boliviano como narcotraficante, incluso en nuestro país.

Hay otros países, como el caso de Perú que enviaron a los extranjeros a cumplir sus penas a sus lugares de origen; en Bolivia también puede ser viable esta situación, siempre y cuando se cumpla el requisito de convenios de reciprocidad binacionales, por ejemplo los tenemos con Chile y España.

Para que un detenido se acoja a estos convenios las penas no deban sobrepasar el límite constitucional boliviano, pues allí su condena será la pena de muerte, entonces tiene que quedarse en Bolivia, porque aquí esa pena no está contemplada. En narcotráfico los tipos penales son similares y las penas a aplicarse también, con excepción de los países que tienen penas sumatorias y cadenas perpetuas. En el inicio de su aplicación, la Ley 1008 tenía dos partes: la de los delitos y la parte procesal. Actualmente la parte procesal ha desaparecido, pues los procesos se siguen con el Código de Procedimiento Penal como cualquier otro delito.

En el mundo

– En Chile. En febrero de este año, la ONG Activa informó de que en las cárceles chilenas hay 2.600 presos extranjeros, de los cuales el 48% son bolivianos y de este porcentaje el 70% están vinculados al tráfico de drogas.

– España. La prensa de este país reporta que el consumo o el tráfico de drogas representa el principal motivo de detención de ciudadanos españoles en el extranjero, representando el 83% del total de presos, repartidos por las cárceles de 54 países.

– República Dominicana. En este país más del 40 % de los presos extranjeros están por delitos de tráfico de drogas, la mayoría son haitianos, les siguen los holandeses, estadounidenses y españoles, según informes periodísticos.

– Perú. En octubre de 2011 las autoridades judiciales peruanas determinaron la devolución de al menos 2.000 reos extranjeros conocidos como ‘burriers’ por tráfico de drogas, a sus países de origen, para bajar los niveles de hacinamiento en las cárceles peruanas.

– Curazao. Es una isla autónoma que pertenece a los Países Bajos que está en al sur del Caribe. Es uno de los puntos de mayor movimiento en lo que se refiere al tráfico de droga. Por allí pasan grandes cantidades de mercancía procedente de Venezuela y Colombia y se distribuye a Medio Oriente y Europa, especialmente.