Los indígenas que defienden el Tipnis aguantaron el paso por la zona de más tensión en su recorrido a La Paz. En Moxos exigen la vía y no los dejaron entrar al pueblo. Los ignacianos ahora demandan la renuncia de sus autoridades.
La marcha rebasa un callejón de insultos
Hostilidad. A paso lento, los indígenas soportaron durante una hora ayer por la mañana las ofensas de quienes rechazan la movilización. Hoy reinician la marcha
Pablo Ortiz. San Ignacio, El Deber
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Todo presagiaba una guerra. En el horizonte, banderas blancas, verdes y estandartes se acercaban rápido, a paso firme y por el centro de un camino lleno de polvo. Detrás del alambre, unos 300 hombres y mujeres los esperaban con gritos que mezclaban insultos con una frase que se repetía sin parar: “Queremos carretera”. Al costado poniente, el alambre cortaba cualquier opción de retirada. Al naciente, un curiche haría lenta cualquier huida. Solo quedaba un delgado pasillo, un callejón que podría evitar el choque: la circunvalación, por ahí se fue la marcha indígena.
La decisión se había tomado la noche del lunes, pero se mantuvo en secreto hasta ayer, a las 6:00, cuando los dirigentes ordenaron a la columna levantar el campamento y prepararse para marchar. Estaban reforzados. Por la noche a través de los curiches que circundan la comunidad de Algodonal, había llegado un grupo de 40 personas del Territorio Indígena Multiétnico, que querían apoyar a sus hermanos en la defensa del Tipnis. A las 8:30, después de desayunar, la columna estaba formada y lista para salir. “Viva la novena marcha indígena”, gritó Adolfo Chávez, presidente de la Cidob. “Que viva”, respondió la columna. “Cuándo”, gritó también Fernando Vargas, presidente del Tipnis. “Ahora”, respondieron. “Cuándo, carajo”, volvió a preguntar. “Ahora es cuando, carajo”, se escuchó, como un rugido grave. Fue la última vez que gritaron hasta pasar San Ignacio.
Avanzaron 500 metros y a medio camino de la circunvalación los esperaba Jorge Pérez, viceministro de Régimen Interior, que estaba gestionando el conflicto. A él le informaron que habían decidido no ingresar a San Ignacio de Moxos, que se irían por la circunvalación, que nadie insultaría, gritaría, ni provocaría a ningún ignaciano, que no se haría estallar ni siquiera un petardo. A cambio pidieron respeto, no ser insultados ni agredidos, pidieron que los ignacianos entendieran que así como ellos respetan la decisión de no dejarlos entrar, que el pueblo también supiera respetar su decisión de que una vía no corte en dos el corazón del Tipnis.
Pérez volvió raudo en una moto policial y pidió a los ignacianos respetar lo pactado: ni un insulto, ni una provocación, que pasen sin pena ni gloria. En ese mismo momento los oficiales a cargo de la tropa policial leían el plan a sus dirigidos. Les explicaron que la marcha indígena no era legítima, pero que igual debían garantizar su paso. Pronto, la Policía exigió al cura del pueblo que retirara su camioneta si no quería que los apedreen. La marcha ni siquiera podría recibir la bendición de la Iglesia fuera del pueblo.
A las 9:00, la marcha llegó a la circunvalación. Desde donde estaban podían leer carteles que declaraban traidores a Bertha Bejarano, Pedro Nuni y Fernando Vargas, que les espetaban que eran alcahuetes y pagados por los cruceños. No los miraron. Pasaron de largo como si lo que hubiera en frente fuera una pared, un muro que les gritaba traidores, vendidos, crucos, flojos, cochinos, indios. Y al fondo de ese grito, el estribillo: “queremos carretera”.
La turba se movió rápido. Una vez la columna terminó de pasar la circunvalación, la gente se movió por el interior de San Ignacio para ir a la siguiente bocacalle. De nuevo los gritos, las acusaciones que la marcha era de las ONG; pero de pronto algo comenzó a cambiar. Esos rostros que creían de cruceños, de extranjeros, de collas, de gente extraña, comenzaron a hacerse conocidos. En ese momento el insulto se convirtió en amenaza. “Fulano, vas volver al pueblo, te vamos a apalear por traidor”. “Sutano, te vamos a capar”, “Perengana, perra barata”, se escuchaba.
No eran todos. Hubo algunos, muy pocos, que al reconocer a sus hermanos sintieron compasión: “yo quiero carretera, pero no puedo evitar sentir lástima por esto, de verlos ahí cómo los tienen, son nuestros amigos y familiares los que están marchando”, dijo una mujer entre sollozos.
Fue una hora de un callejón de la amargura lleno de insultos. Hubo ignacianos que corrieron de calle en calle para seguir gritando. A las 10:15, la marcha salió del pueblo, pasó la circunvalación rumbo a San Borja. Ahí se desató una fiesta corta entre los ignacianos. María Abularach, presidenta de los maestros urbanos, cruzó el alambrado y comenzó a gritar: “Moxos se respeta, carajo”; pronto el grito se volvió coro general.
La marcha siguió sin mirar atrás, en silencio, con paso rápido bajo un sol inclemente. Caminaron cuatro kilómetros más antes de encontrar una sombra donde descansar y tomar agua por unos minutos. La columna solo se sintió segura cuando ingresó a la estación piscícola Mausa, a nueve kilómetros de San Ignacio.
Allí por fin pudieron escuchar misa. La ofició el padre Tori Bravo, el mismo que les dio la bendición cuando salieron de Trinidad. Dijo que San Ignacio de Moxos debe una misa de desagravio a la movilización.
A la hora de la cena los grupos se deshicieron. No eran aún las 20:00 cuando las lucecitas se fueron apagando al interior de las carpas. Hay que recuperar fuerzas para volver hoy al camino desde las 5:00. Mientras más pronto se alejen de San Ignacio, más seguros se sentirán.
Los moxeños exigen la renuncia de autoridades
Pasó la marcha, pero San Ignacio de Moxos sigue cargado de adrenalina. Los eufóricos que evitaron que la movilización indígena llegara hasta la plaza del pueblo se reunieron en una especie de cabildo al frente de la Policía y decidieron que el alcalde, Basilio Nolvani, y el subgobernador, Sixto Bejarano, deben renunciar.
Los ignacianos reclamaron que ambos no aparecieron en la vigilia que bloqueó el ingreso al pueblo, que desde el fin de semana no los pueden encontrar e incluso especularon que la noche anterior habían llegado hasta Algodonal para llevarles víveres. Su condición de indígenas los volvía sospechosos.
A la cabeza del pedido de renuncia estaba Paúl Núñez, un dirigente masista que participó en la marcha del Conisur que aseguraba que había hecho campaña por ellos, pero consideraba que en este momento habían traicionado a la población.
Tuvo que intervenir Jorge Pérez, viceministro de Régimen Interior, que les pidió no caer en el juego de oportunistas que quieren aprovechar el momento para saltar al poder local. Les aconsejó que si querían el sillón municipal, organizaran un referendo revocatorio y luego se postulen a la Alcaldía.
El viceministro logró calmar las aguas y por la noche Nolvani reapareció por televisión. Poco a poco San Ignacio de Moxos volvió a la normalidad. Los comercios volvieron a abrir sus puertas y los mototaxistas dejaron de patrullar las calles.
En La Paz, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, presentó una grabación de una llamada telefónica en la que, presuntamente, la diputada del Movimiento Sin Miedo (MSM) Marcela Revollo conversa con dirigentes indígenas de la marcha a los que ofrece recursos económicos. La autoridad afirmó que la grabación se la consiguió “de forma confidencial" y es un indicio que contradice las declaraciones del líder nacional de este partido político, Juan Del Granado, en las que niega apoyo a la movilización.
Durante la conversación, la persona identificada como Revollo pide los datos de una persona para realizar un depósito.
Ignacianos se sienten más afectados
Xavier Albó / Antropólogo investigador
Primero, San Ignacio de Moxos es, desde siempre, el pueblo que más directamente se beneficiará con una carretera que lo unirá directamente con Cochabamba. Este es un sueño de los ignacianos, indígenas o no indígenas. Desde la primera vez que estuve en San Ignacio la gente me decía “por aquí pasará la carretera”. De hecho, en el pasado, previo a todo lo del Tipnis, siempre se habló de este proyecto, que se planteó a varios gobiernos. Por todo esto parece normal que ellos (los ignacianos) se sientan más molestos porque se hubiera paralizado un proyecto que ya lo veían tan cercano.
Segundo punto: el pueblo ha estado muy influenciado por sus relaciones con los indígenas. En las últimas elecciones se eligió a alcaldes de origen indígena, pero estas autoridades no tuvieron mayoría suficiente y se aliaron con partidos políticos de la derecha. Ya en la última elección, a nivel de diputación y de alcalde, ganaron los indígenas como masistas y a pesar de ello el diputado (Pedro Nuni) se ha descolocado, se ha separado, diríamos, y se ha opuesto al conjunto de los indígenas, generando rechazo de los ignacianos.
Ahora resulta lamentable porque todo demuestra, o por los menos insinúa, que es el propio MAS el que está estimulando que ocurra el bloqueo a los marchistas, tratando de revocar una ley que quitó la carretera y que ahora quiere resucitarla.
Hay más molestia, pero intervinieron las Naciones Unidas, la Iglesia y hasta el Gobierno en una especie de compromiso intermedio para que la marcha pasara sin ingresar al pueblo, que ha expresado su malestar por suerte sin ocasionar mayores conflictos.
El mediador mostró dos discursos
Jorge Pérez, viceministro de Gobierno, hasta tuvo que contar una fábula para calmar a los ignacianos.
El representante del Gobierno apeló a todo lo que tenía a su alcance para evitar el enfrentamiento ayer en San Ignacio de Moxos y lo logró. La actuación de la Policía, que construyó un escudo protector para la marcha, fue ejemplar; sin embargo, el viceministro mostró dos caras muy distintas, una para los marchistas y otra para los ignacianos.
En su diálogo con la columna fue respetuoso y conciliador, pero una vez pasó la movilización desató una serie de acusaciones: “Tienen muchísima plata los marchistas para necesitar que se les lleve víveres. El pueblo de San Ignacio no era pagado como los marchistas. Ustedes saben que los que están marchando no lo están haciendo de corazón, no lo están haciendo por convicción, han sido pagados, de acuerdo a las denuncias que he recibido”, espetó Pérez.
En la jornada
– Reposo. Fernando Vargas vuelve hoy a Trinidad para continuar su recuperación del dengue. Contradiciendo la indicación médica, Vargas se unió el lunes a la movilización y caminó desde Bermeo hasta Algodonal y luego hasta Mausa.
– Virgen Marchista. El padre Tori Bravo, párroco de la catedral de Trinidad, no llegó con las manos vacías a la marcha. Trajo consigo una imagen de la virgen de Loreto, para que acompañe la movilización. La estatuilla de madera fue regalada a la Pastoral Rural por una persona adinerada y una religiosa soñó que la virgen le pedía sumarse a la marcha. Ya es parte de la columna.
IX marcha pasa por San Ignacio en medio de un ambiente hostil
Entre abucheos e insultos, resguardada por un cordón policial, la IX marcha dejó atrás San Ignacio de Moxos, que hasta el lunes prohibía a los indígenas ingresar al centro de la ciudad para asistir a una misa. Los ignacianos ahora demandan la renuncia de sus autoridades.
Presión. La gente en San Ignacio por poco rebasa el cordon policial que protegió a la IX marcha.
La Razón / Jorge Quispe, Paulo Cuiza / San Ignacio de Moxos, La Paz
La agresión a la hija de un periodista de una emisora indígena y el intento de saqueo de un camión con víveres, fueron dos hechos que marcaron el paso de la IX marcha en defensa del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) por la ciudad de San Ignacio de Moxos.
Mariela, de 19 años e hija de Gregorio Nuni, director de radio Arrairrú Sache, fue rescatada por la Policía cuando bloqueadores intentaron golpearla una vez que la marcha salía del pueblo. “Le pegaron en el rostro y en el brazo, pero está bien”, narró su padre. El hecho sucedió a las 10.20.
Casi un millar de ignacianos rechiflaron el paso de los marchistas. Pedían la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos que es rechazada por la IX marcha. Un grupo de personas estuvo a punto de saquear el camión que llevaba los alimentos de los indígenas. Otros fueron benevolentes como Jeaneth Justiniano, que pidió no agredir a los indígenas. “Tienen bebés en brazos, no hay que agredirlos”, dijo.
La columna de al menos 400 indígenas salió a las 08.00 de El Algodonal hacia San Ignacio. A ella se sumaron 30 indígenas del Territorio Indígena Multiétnico (TIM 1) cuyo dirigente, Miguel Caumol, denunció además que el Gobierno no consultó a los pueblos indígenas sobre la construcción de los tramos I y III de la vía Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.
Una hora más tarde, el presidente de la Central de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), Adolfo Chávez, salió al encuentro del viceministro de Gobierno, Jorge Pérez. Le entregó una carta con la decisión de la IX marcha de no entrar a San Ignacio, cuyo acceso aún permanecía con alambres de púas y mensajes de protesta.
Escoltada. La marcha tomó la avenida Circunvalación y bordeó San Ignacio. Recorrió ocho kilómetros escoltada por un centenar de policías, que a la salida de San Ignacio estuvieron a punto de ser superados por la multitud que no paraba de insultar a los marchistas. Acompañaron el paso de la movilización Derechos Humanos y la Defensoría del Pueblo.
“Hemos dado un gran paso”, alegó Chávez cuando la marcha llegó a Mausa, el criadero de la ONG Hoyam Moxos, mientras la columna descansaba. La IX marcha salió el 27 de abril de Trinidad, y pretende llegar hasta la ciudad de La Paz aún distante a más de 600 km hacia el oeste. “Ahora sí, la marcha va tomando cuerpo, hay que trabajar en la parte orgánica”, arengó Rafael Quispe, del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq).
Marchan nueve organizaciones y los organizadores esperan que se sumen otras. En San Ignacio, tras el paso de la marcha, la gente se movilizó hasta la plaza principal. Allí pidieron la renuncia del alcalde Basilio Nolbani y del subgobernador Sixto Bejarano, por su ausencia en las protestas. El viceministro Pérez agradeció a los ignacianos por la no violencia y señaló que lo que queda es trabajar en la consulta previa para que el TIPNIS decida sobre la carretera. “Que decidan qué hacer con su suerte, con su deseo de progreso”, afirmó.
Afecciones y alergias
Salud
Los cuadros de diarrea agudas y las alergias por picaduras de mosquitos y otros insectos persisten en la IX marcha indígena. Quienes padecen más estas plagas son los campesinos de tierras altas, como los del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq).
Pérez dice que marcha indígena es pagada
En un improvisado discurso en la plaza central de San Ignacio de Moxos, cerca del mediodía de ayer, el viceministro de Régimen Interior, Jorge Pérez, aseveró ante una multitud de ignacianos que la gente que participa de la IX marcha indígena no lo hace de corazón ni convicción, sino que son personas pagadas.
“Ustedes saben que los que están marchando —afirmó Pérez a la multitud— es gente que no lo está haciendo de corazón, por convicción, sino porque está siendo pagada, de acuerdo a las denuncias que he recibido”, según reportó la Fundación Tierra.
Pérez agradeció a los ignacianos el no haber agredido a los marchistas. “El pueblo ignaciano ha demostrado una conducta intachable, que tiene que ver con ese derecho histórico a tener un camino, una carretera construida”, manifestó.
El viceministro llegó a San Ignacio de Moxos el lunes para intermediar entre marchistas e ignacianos que el domingo decidieron cerrar el paso a la IX marcha y no permitirla entrar a la plaza principal a escuchar una misa. Los bloqueadores impidieron el ingreso a la ciudad con alambres de púas. La marcha se fue por la avenida Circunvalación y pasó la urbe en medio de insultos por su rechazo a la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.
Marchistas avanzan en medio de insultos
EL MINISTRO DE GOBIERNO ACUSÓ AL MSM DE FINANCIAR LA CAMINATA EN DEFENSA DEL TIPNIS
Indígenas bordean San Ignacio de Moxos bajo la mirada de pobladores del lugar, que no los dejaron ingresar al pueblo y los agredieron verbalmente. – Apg Agencia
Los marchistas en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) comenzaron ayer temprano su caminata hacia San Ignacio de Moxos, que finalmente atravesaron sin ingresar al pueblo, rodeándolo por una avenida que los llevó hacia la vía a San Borja. Los acompañaron veedores de la Defensoría del Pueblo y DDHH.
Tras cinco horas de andar y de tensión por la presencia de grupos afines al Gobierno que insultaron, agredieron y arengaron a favor de la carretera a través del Tipnis, los indígenas llegaron a la Estación Piscícola Mausa para descansar.
Los ingresos a las calles que llevan al centro de San Ignacio estaban cerrados por alambres de púas. Con el fin de evitar enfrentamientos, los participantes de la IX marcha aceptaron no intentar entrar al pueblo para proveerse y asistir a una misa ya programada.
La columna de la marcha fue acompañada por representantes de la Defensoría del Pueblo y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y del párroco de San Ignacio, Franz Bejarano, que mediaron para que los marchistas pudieran pasar por la zona, que hace dos semanas fue bloqueada para impedir que los indígenas se concentren en Chaparina.
Un contingente policial escoltó a la marcha y el viceministro de Régimen Interior, Jorge Pérez, estuvo presente, haciendo las gestiones ante los dirigentes de organizaciones de San Ignacio para evitar agresiones.
Pérez, sin embargo, tras el paso de los caminantes, participó de una especie de mitin en la plaza de San Ignacio de Moxos en la que atacó a los marchistas y felicitó a los ignacianos que bloquearon el paso a su pueblo, según un reporte de la Fundación Tierra.
“Ellos (los marchistas) no necesitan, tienen muchísima plata los marchistas, cómo van a necesitar que se les lleve unos cuantos víveres, están con mucha plata hermanos. Entonces no nos confundamos (…). Ustedes saben que los que están marchando, es gente que no lo está haciendo de corazón, que no lo está haciendo por convicción, sino porque está siendo pagada, de acuerdo a las denuncias que he recibido”, dijo la autoridad de Gobierno.
Tensión
El recorrido comenzó a las 8:30 de la comunidad de Algodonal y concluyó a las 13:00 en Masua tras caminar más de 10 kilómetros, de los cuales tres fueron por la avenida Circunvalación que rodea el pueblo de San Ignacio.
De acuerdo con el reporte de la Fundación Tierra desde el lugar, los marchistas llegaron aproximadamente a las 9:11 al primer punto de bloqueo de donde unas 300 personas comenzaron a lanzar petardos.
“Las primeras filas pasan por el cierre de la vía. Suena la tamborita y los indígenas mantienen el silencio y la mirada al frente.
Muchos ciudadanos de San Ignacio gritan en contra de los indígenas. ‘Carretera, carretera’, grita la gente”, según el relato.
Los marchistas determinaron no responder a las agresiones y mantenerse en calma con el sonido de su música.
Ya casi al concluir los tres kilómetros del camino que cruza San Ignacio, miles de personas de organizaciones afines al Gobierno llenaron los puntos por donde pasaba la marcha.
En determinado momento, indicó la Fundación Tierra, la gente casi sobrepasa a la Policía. Los policías intentaron frenar a decenas de pobladores de San Ignacio de Moxos para que no agredieran a los indígenas, pero aún así algunos recibieron golpes.
Finalmente, la marcha pasó sin hechos demasiado violentos y llegó hasta el punto de descanso. Posiblemente partirá hoy hacia Puerto San Borja.
El presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente de Bolivia (Cidob), Adolfo Chávez, dijo así como los marchistas demostraron respeto por la decisión de algunos ignacianos de prohibirles entrar a su pueblo, también exigen el mismo respeto a su determinación de que el Tipnis no sea tocado.
Romero acusa al MSM de financiar a la Cidob
Con la grabación de una supuesta reunión de la diputada del Movimiento Sin Miedo (MSM) Marcela Revollo con otras personas en la que se le escucha hablar sobre depositar dinero a una cuenta y nombres como Yosin (sin apellido) y Pedro Nuni, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, acusó ayer al partido de Juan del Granado de financiar la novena marcha indígena.
El MSM no se pronunció sobre el tema y anunció en La Paz que hoy dará una conferencia de prensa tras reunirse ayer para analizar la denuncia.
De acuerdo con la grabación de la reunión, que aparentemente es de un encuentro, supuestamente Revollo pide a Yosin (al que Romero identificó como pariente de Marcial Fabricano, exdirigente indígena que participa de la marcha) sus datos para depositarle dinero en una agencia de un banco.
“Yosin sabe, ya sabe cómo nos organizamos (…) y me dicen más o menos cuánto necesitan no sé, algo que nos permita mantener unos días y luego les volvemos a enviar”, dice una parte de la transcripción de la grabacióndifundida por el Ministerio de Gobierno.
Romero dijo que el audio fue obtenido por el Gobierno mediante una persona que lo envió en un sobre con el rótulo de confidencial el 16 de abril.
El diputado indígena Pedro Nuni rechazó las denuncias de Romero sobre un supuesto financiamiento del MSM.
Por su parte, la diputada opositora Adriana Gil dijo que la acusación del Ministro de Gobierno sólo demuestra que el Ejecutivo vulnera la privacidad de las personas.
MÁS PERSONAS
Más gente se suma a la columna de la novena marcha indígena. La presidenta del Comité Político de la marcha, Bertha Bejarano, informó que la cantidad de marchistas se incrementó de 180 hasta 320 personas con la incorporación de indígenas de la Central de Pueblos Indígenas de Beni (CPIB) que desconocieron al dirigente Pedro Varé que firmó un acuerdo con el Gobierno.
La Organización Indígena Chiquitano (OICH), que también suscribió convenios con el Ejecutivo, emitió una resolución en la que rechazó la actitud de organizaciones de San Ignacio de Moxos y convocó a una reunión para decidir si se suman a la marcha.
Entretanto, un grupo de 20 representantes de las comunidades indígenas del departamento de Cochabamba se sumarán a la novena marcha indígena el próximo viernes, por decisión del Consejo de Ayllus y Markas.