Sobre Vargas Llosa y “La Civilización del Espectáculo”

Carlos GoedderEn “La Civilización del Espectáculo” (Alfaguara, 2012), el Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, lanza un polisémico quejido con resonancias en los ámbitos más diversos: estética, religión, educación, periodismo, política, tecnología… La paradoja que plantea Vargas Llosa es que en sociedades más desarrolladas y aparentemente cultas, se ha generado una insoportable banalización de la cultura. Casi todos los ámbitos en que se espera que el ser humano dé lo mejor de sí -como son las letras, las artes plásticas y esferas indispensables para sostener la democracia como son tanto la política como la comunicación social- todo eso ha caído bajo un influjo frívolo. Vargas Llosa muestra su “malestar de la incultura”.El autor define su concepto de Civilización del Espectáculo así: “¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla vigente de valores lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal”. “Ésta es una realidad enraizada en nuestro tiempo, la partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera de ser, de vivir y acaso de morir del mundo que nos ha tocado, a nosotros, los afortunados ciudadanos de estos países a los que la democracia, la libertad, las ideas, los valores, los libros, el arte y la literatura de Occidente nos han deparado el privilegio de convertir al entretenimiento pasajero en la aspiración suprema de la vida humana y el derecho de contemplar con cinismo y desdén todo lo que aburre, preocupa y nos recuerda que la vida no sólo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración”.La estética, según este ensayo, también está banalizada. Se enuncia: “No hay modo alguno de discernir con un mínimo de objetividad qué es bello en el arte y qué no lo es. Incluso hablar de este modo resulta ya obsoleto, pues la noción mínima de belleza está tan desacreditada como la clásica idea de cultura.”En alguna medida, el ensayo que estudio de Vargas Llosa rezuma el concepto de libertad positiva enunciado por Isaiah Berlin (1909-1997). El liberalismo político o económico estaría traspasando fronteras lícitas en casi todos los terrenos y en el cultural alguien, los críticos quizás, estarían llamados a poner orden en el entuerto. Los sabios han de venir al rescate. Incluso hay una sensación agridulce de que la vida en libertad simplemente deriva fatalmente en civilización del espectáculo.Al análisis de Vargas Llosa incorporo una reflexión sobre el mercado cultural, aunque tal término haga ruido intuitivo a quienes hacen y disfrutan lo estético. Esto es en particular porque Vargas Llosa afirma que se confunde actualmente el precio y el valor de la obra artística. Sin duda, ante una falla de mercado, es justificable la provisión de este bien público que es “formación cultural”. Una forma es la televisión pública. Otro medio es la escuela. El problema es que Vargas Llosa también ve ambos canales sumidos en la Civilización del Espectáculo.El argumento peligroso al cual puede conducir el ensayo de Vargas Llosa es deducir que la libertad está asociada, en su estadio más avanzado, con frivolidad, banalización y miopía. Cierta profundidad espiritual parece perderse en un mundo con más amplitud en libertad. Tal es una conclusión peligrosa, una lectura la cual puede hacerse del ensayo.El presente análisis considera además temas relacionados con lo estético y la ética en tan seminal ensayo del Nobel, elaborando sobre el nexo entre ellos y la vida en libertad.El Diario Exterior – Madrid