Tensión fronteriza entre Brasil y Bolivia

Emilio J. Cárdenas*

emilio-cardenas-118 Desde hace años, unas 554 familias de colonos rurales brasileños se han asentado en tierras bolivianas en la zona de frontera emplazada entre el poco poblado departamento de Pando, en Bolivia, y el de Acre, en Brasil.

Esto ha generado una apasionada (y no demasiado inesperada) reacción nacionalista del lado boliviano. Algunos movimientos indígenas bolivianos, provenientes de otras zonas de su país, y aparentemente estimulados por el gobierno central reclaman para sus miembros la posibilidad de poder reemplazar a los colonos brasileños y trabajar ellos las tierras que hoy ocupan los primeros.



Como consecuencia de esto, la administración de Evo Morales sancionó, en el 2006, una ley que prohíbe expresamente a los extranjeros ser propietarios o asentarse en tierras bolivianas dentro de una franja de 50 kilómetros de la frontera común. Con aparentes efectos retroactivos, que naturalmente afectan de lleno a las nombradas 554 familias brasileñas establecidas dentro de esa franja cuando ciertamente no había prohibición legal alguna.

Por esto ambos gobiernos negociaron diplomáticamente un mecanismo de re-localización de esas familias, en un proceso que debía completarse antes de fin de este año, pero que se ha demorado y que ahora luce como imposible de completar en el plazo inicialmente estimado para ello.

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La idea era la de encontrar re-ubicaciones para los afectados dentro de ambos países, con participación intensa del Instituto de Colonización y Reforma Agraria del Brasil. Conjuntamente, entonces.

El mecanismo acordado ha funcionado. Pero lentamente, sin embargo. En el 2010 se re-localizaron sólo unas 110 familias. Este año ocurrirá lo mismo con otras 150 familias de colonos brasileños. Esto indica que apenas una mitad del problema se habría resuelto en el plazo que fuera inicialmente previsto. Lo razonable sería, en consecuencia, prorrogar brevemente el proceso, lo que no es lo mismo que dejarlo sin efecto o ignorarlo. Para así poder cumplir con el objetivo boliviano y no perjudicar a los colonos brasileños innecesariamente.

Pero a Bolivia parece habérsele, de pronto, acabado la “paciencia”. Sus militares han pasado a las vías de hecho. Usando la fuerza, sin anuncio previo. Las autoridades de La Paz no sólo han anunciado, a la manera de repentino “ultimátum”, que todos los brasileños deben abandonar los terrenos fronterizos que ocupan antes del 25 de mayo próximo, lo que supone violar el acuerdo con Brasil que específicamente preveía que la labor conjunta concluiría a fin de año, sino que inesperadamente sus soldados han penetrado en los asentamientos de los colonos brasileños, destruyendo sus viviendas, masacrando a sus ganados y maltratando a sus habitantes.

Como si ello fuera poco, los soldados bolivianos cruzaron al pequeño pueblo brasileño fronterizo de Capixaba, paseándose por el mismo con sus armas en las cinturas, en abierta ostentación que supone una imprudente -y poco constructiva- provocación.

Brasil ha desplegado ahora unos 35.000 efectivos militares en la frontera. A modo de silenciosa pero clara advertencia. Obviamente lo ha hecho en territorio brasileño, a la manera de velada señal de preocupación. Por ello la tensión está creciendo en la zona del conflicto.

Lo prudente es regresar rápidamente a la mesa de negociaciones y acordar un simple ajuste (extensión) del plazo que permita alcanzar el objetivo de re-localizar a los colonos brasileños, sin causarles perjuicios innecesarios.

Brasil, por su parte, debería estar dispuesto a convenir un nuevo plazo límite, después del cual quienes no se hubieran retirado de las tierras bolivianas que ocupan ilegalmente, deberían ser re-patriados al Brasil. Sin más demoras.

Las tensiones y los problemas no se resolverán ni con malos tratos, ni con demoras, ni con exhibiciones de poder militar. Todo ello, por el contrario, atizará peligrosamente las fricciones. Es hora entonces de volver a la mesa de conversaciones y re-diseñar allí la “hoja de ruta” que permita resolver la enojosa cuestión descripta sin agitar imprudentemente los nacionalismos.

*Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

El Diario Exterior – Madrid