Un gobierno increíble

En Bolivia tenemos un gobierno increíble y no porque posea ningún tipo de aptitudes extraordinarias, sino porque ha logrado minar por completo su propia credibilidad.Tras seis años de gestión, la administración de Evo Morales ha dejado de ser un interlocutor confiable para ningún sector social en conflicto, y la desconfianza hacia el gobierno cocalero ya trasciende hacia ámbitos externos.Es así que la mayor organización mundial de derechos humanos, Amnistía Internacional, acaba de enviarle una carta sobre el TIPNIS al régimen de Morales, señalando que “Es extremadamente difícil, por la falta de confianza, que la consulta planteada actualmente por el gobierno cumpla con el objetivo de llegar a un acuerdo o consentimiento, tal y como lo establecen los estándares internacionales”.El mensaje recalca que las autoridades de Bolivia “deben garantizar que cualquier negociación con las poblaciones indígenas sobre la construcción de la carretera por medio del TIPNIS se haga de buena fe”. Pequeño gran detalle, de difícil concreción con un gobierno con las características del que encabeza el sinuoso Movimiento Al Socialismo.Con sus “maniobras envolventes” (engaños), de las que se ha jactado el vicepresidente García Linera, el régimen acabó generando su actual crisis de credibilidad, pulverizando una de las principales bases subjetivas de la gobernabilidad: la confianza.La prestigiosa Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) define a la confianza como “una variable que puede influenciar, de manera poderosa, positiva o negativamente, en el funcionamiento democrático”. No parece que el Ejecutivo tenga la mínima intención de restablecer la credibilidad, a juzgar por el nombramiento del ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana, como negociador encargado de la resolución de los principales conflictos sociales, como los de salud y educación. Este oscuro personaje ha estado ligado a la represión contra varias regiones del país, y recientemente se lo vio muy activo en la descalificación contra los pobladores del Isidoro Sécure.Lo cierto es que una administración nacida de una mentira radical (la máscara indígena y democrática, cuando su realidad es cocalera y autoritaria) difícilmente pueda concebir el valor de la verdad y de la palabra empeñada como bases para el buen gobierno…[email protected]