El repetido guión del “golpe”

PINOCHO En los últimos días, los voceros del gobierno han intoxicado a la ciudadanía con denuncias sobre un supuesto “golpe de Estado” en ciernes, teoría que parece haberse derrumbado por completo tras el acuerdo salarial con la policía.

No se trata, sin embargo, de una novedad discursiva del régimen, sino de una táctica usada con reiteración durante seis años.

A poco de asumir el poder Evo Morales, el entonces ministro de defensa, Walker San Miguel, habló de una “conspiración” en marcha.



Después, cuando los movimientos de protesta regionales por la confiscación del IDH, en septiembre de 2008, la tesis del golpe salió de nuevo a relucir, embaucando en esa ocasión a varios gobiernos reunidos en la cumbre de Unasur, que cayeron presa de la campaña de victimización del ejecutivo boliviano. En ese momento, la versión del golpe sirvió para encubrir la militarización del departamento de Pando y el derrocamiento del gobernador Leopoldo Fernández.

Una vez más, el fantasma del “golpismo” fue desempolvado por el régimen tras la masacre policial de tres personas en el Hotel “Las Américas”, a las que se acusó de terroristas, magnicidas y separatistas.

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En ambos casos (2008 y 2009) la propaganda oficial, profusamente repetida en el exterior por los medios afines al castrochavismo, utilizó la muletilla del golpismo para justificar la desarticulación violenta de la oposición autonomista.

Desde entonces, este reiterativo y multiuso guión se ha usado contra los indígenas defensores del TIPNIS, los trabajadores de la salud, los maestros y los policías.

Mientras el gobierno ve golpistas hasta en la sopa, el ex mentor y fundador del MAS, Filemón Escóbar, responde que “son cojudeces; yo he luchado contra el golpe de Barrientos, contra el golpe de Banzer, de García Meza; no tienen ni idea de lo que es un golpe”.

Cojudeces, sin duda, pero también mentiras…

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