En Bolivia, ansiedad ante la 42 Asamblea de la OEA

Emilio J. Cárdenas*La gente en la mediterránea Bolivia está ansiosa. Inquieta, más bien. Además, frustrada por el fracaso cada vez más visible de la administración de Evo Morales y los suyos. Ocurre que la gestión de Evo Morales y de su numen ideológico, Álvaro García Linera, está envuelta en una densa capa de corrupción, con un aumento exponencial del autoritarismo y, peor, cercenando -constante y progresivamente- las libertades individuales de todos los bolivianos, y muy especialmente las de quienes no comulgan con el totalitario “Movimiento al Socialismo” (MAS), el brazo político de Evo Morales y Álvaro García Linera.Como si eso fuera poco, las naciones originarias de Bolivia están abiertamente enfrentadas entre sí. De un lado aparecen aquellas que, en torno a Evo Morales, se dedican al cultivo y comercialización de la coca y del otro las que, en cambio, procuran no ser inundadas o copadas por las primeras. Este último es el caso específico de las naciones originarias que están reunidas en la “Confederación de los Pueblos Indígenas” (Cidob) de la Amazonia, ente que fuera creado en 1982 y que hoy agrupa a 34 nacionalidades de las llamadas “tierras bajas” de Bolivia. Ellas están amenazadas por una invasión de los “cocaleros” que pretenden establecerse en sus tierras, expandiendo allí sus cultivos, como lo evidencia dolorosamente el grave conflicto que afecta a los sufridos guaraníes del “Parque Nacional Isiboro Sécure” (el llamado “Tipnis”), que están nuevamente marchando hacia La Paz, en defensa de sus derechos ante la amenaza de los cocaleros de Morales, sin temor alguno a ser nuevamente apaleados en el trayecto por los matones y sicarios de Morales, como ya sucediera en su última marcha.En ese ambiente enrarecido la “Organización de Estados Americanos” celebra su 42° Asamblea en Tiquipaya, Cochabamba, desde el 2 al 5 de junio. Por ello los totalitarios domésticos están nerviosos. Porque la visita expondrá a la región, sino al mundo, la situación real de Bolivia.No sorprenden entonces las actitudes realmente increíbles, como la del legislador del MAS Franklin Garvizu, que no tuvo mejor idea que solicitar a la Asamblea Legislativa de la que forma parte nada menos que la suspensión de aquellos legisladores (sus colegas) que, durante la Asamblea del organismo regional, de pronto “expresen opiniones contrarias al Gobierno”. La propuesta intenta obviamente amordazar al disenso.El autoritarismo del oficialismo boliviano es tan grande que este tipo de insólitas barbaridades se pueden proponer abiertamente, sin que ellas generen mayores consecuencias adversas. Quizás por aquello de “una mancha más al tigre”. Para asegurar lo que propone, Garvizu agrega que se debería controlar a los legisladores de la oposición “con las fuerzas de seguridad”, como en Bielorrusia.Porque se debe, entiende, “asegurar que todos demos una opinión única al mundo”. A palos, entonces. Con un descaro intolerante que, desde luego, refleja el “pensar”, o más bien, el “sentir” del MAS. Y su primitivismo totalitario. Para tratar torpemente de ocultarlo o disimularlo, Garvizu sostuvo que “Queda claro que los asambleístas opositores anteponen sus intereses partidarios a los nacionales y patrióticos”. Obvio, el patriotismo es, creen, un monopolio exclusivo del MAS; los demás son simplemente unos traidores, aunque defiendan las libertades esenciales de los bolivianos que están siendo cercenadas y manipuladas por el MAS, hasta el hartazgo. Ellos no tienen siquiera derecho a expresarse, pese a que ese derecho está respaldado y garantizado expresamente en todos y cada uno de los principales instrumentos internacionales, regionales y nacionales de protección de los derechos humanos. En el mundo entero, de lo que el MAS parecería “no haberse enterado”.Para complementar la actitud de corte claramente totalitario, hasta el generalmente oculto y disimulado Álvaro García Linera agregó: “La marcha del Cidob es igual al golpe de 1979”. Es golpista, entonces. Porque para él, disentir es -por definición- una actitud “destituyente”, como también dicen constantemente los ahora alicaídos pero siempre intimidantes “kirchneristas” en la Argentina. Lo mismo. Una idéntica visión antidemocrática: aquella que supone la necesidad imperiosa e irrenunciable de edificar y operar con un “discurso único”, lo que es eliminar el derecho a pensar propio de la persona humana, precisamente el que la distingue de los animales, nada menos. Y esto aunque ese mismo “discurso único” sea utilizado para (como Venezuela, Nicaragua o Ecuador) defender y apuntalar al régimen de los Assad en Siria, que asesina sin contemplaciones a quienes en su propio pueblo, cometen el mismo horrible e imperdonable pecado: el de disentir y animarse a hacer públicas sus diferencias con el poder. *Ex Embajador de la República Argentina ente las Naciones UnidasEl Diario Exterior – Madrid