Maggy TalaveraUn grito de indignación y en coro salió de Palacio Quemado tras conocerse el reportaje que la revista Veja, de Brasil, publicó involucrando nada menos que a dos connotados masistas con un no menos famoso narcotraficante. El grito tenía razón de ser, no solo por los dos personajes citados en el reportaje, sino por el efecto resonancia que causa a nivel internacional. Un efecto que impacta de manera directa en la hasta hace poco imagen incólume del Presidente, quien había logrado sortear con éxito las miradas y voces que miraban con recelo su trayectoria como líder máximo de los cocaleros de Chapare, cuya producción va casi en su totalidad a alimentar el narcotráfico, según informes oficiales ampliamente difundidos en septiembre del año pasado.Tan seguros estaban en el MAS de que nada ni nadie podía afectar esa imagen tan bien construida, que no se preocuparon siquiera de guardar ciertas formas que cortaran de raíz esas voces y miradas recelosas que persistían, a pesar de todo. Por citar solo uno entre muchos ejemplos: no sólo obviaron una decisión ética como debió ser la de Evo Morales de renunciar a la presidencia de las seis federaciones de productores de coca de Chapare, una vez elegido y posesionado como Presidente de Bolivia, sino que por el contrario, hicieron alarde de sostenerlo en ambos cargos simultáneamente. ¿Quién, en su sano juicio, hubiera actuado de esa manera, conociendo la incompatibilidad de los dos cargos? ¿Cómo convencer que “Evo Presidente” encararía en serio la lucha contra el narcotráfico, lo que implica la eliminación de los cocales excedentarios, si a la vez él mismo es “Evo-presidente-de-productores-de-coca-excedentaria”?Más claro, agua. Pero no, en Bolivia no hubo la capacidad política ni la fuerza social necesaria como para poner los puntos sobre las íes y señalar con claridad no solo esa burda contradicción, sino también esa grave falta de ética. Tampoco las tuvieron los organismos internacionales –incluidos los que dicen luchar contra las drogas- ni los gobiernos de otros países, a los que parece haberles resultado más cómodo o más “in” sumarse al coro de los que loaban al “Presidente-Indio”, que asumir la tarea ingrata de decir unas cuentas verdades en el momento preciso, así tuvieran que haber ido contra la corriente. No voy a hacer una defensa a ultranza de Veja ni de su reportaje, ni a ocultar el recelo que me provocan muchas de sus publicaciones, por las mismas razones que desconfío de otros medios de comunicación o materias que circulan por la red con denuncias que afectan a los opositores o críticos de los gobiernos de turno, y no solo de Bolivia. Es más, hasta podría afirmar que el Gobierno y el MAS están tomando, si acaso prueban que hubo fraude o datos falsos en el reportaje, de su propia medicina. ¿Acaso no es ya una característica del oficialismo promover campañas de desinformación, difamando a sus adversarios o disidentes del MAS? Lo han hecho con creces en el tema del TIPNIS.Pero eso no me impide percibir que, más allá de lo publicado por Veja, el Gobierno ha dado muestras de sobra que no solo está poco dispuesto a combatir en serio el tráfico de drogas; por el contrario, parece estar más bien dispuesto a alentar la producción de la materia prima del narcotráfico, como es la hoja de coca. A las pruebas me remito: ha reforzado su campaña internacional para lograr la despenalización de la hoja de coca; en Bolivia, ha logrado constitucionalizarla como “hoja sagrada” (¿se puede erradicar o eliminar algo “sagrado”?); persiste en dotar de nuevas y más tierras a campesinos y colonos cuyo principal cultivo es la coca, a sabiendas que ya hay más de 31.000 hectáreas excedentarias (por eso el afán de ingresar al TIPNIS, usando de pretexto una carretera); defiende a ultranza a campesinos encontrados in fraganti produciendo o traficando pasta base o cocaína; y, por último, ignora denuncias sobre narcotráfico y sus nexos con funcionarios de Gobierno, castigando más bien a los denunciantes antes que a los denunciados (como sucedió con el senador Róger Pinto).Todo esto, sin contar que el Presidente de Bolivia se ha hecho reelegir por enésima vez presidente de las seis federaciones de productores de hoja de coca de Chapare. ¿Algo más? ¡Ah, sí, casi se me olvida! Bajo el pretexto de “combatir al imperialismo”, decidió expulsar a la DEA y defenestrar a los funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en Bolivia (aunque luego firmó un acuerdo secreto y admitió que seguirá recibiendo ayuda económica), para reemplazarlos nada menos que por el organismo antidrogas del gobierno de Irán, cuya representación diplomática ya se hace sentir en Bolivia con casi un centenar y medio de funcionarios. ¿Y así todavía hay quienes se sorprenden con noticias como las de Veja?Página Siete – La Paz