Campeón récord de Wimbledon, campeón récord de los Grand Slam, nuevo número uno del mundo, dueño del récord de permanencia al frente del ranking: los logros de Roger Federer con su séptimo título en Wimbledon este domingo fueron tan grandes como su carrera. "Nunca dejé de creer, y seguí jugando con más intensidad pese a que tengo una familia. Es un momento mágico para mí", dijo mientras 15.000 espectadores lo aplaudían. Su esposa, Mirka, y sus hijas, Myla y Charlene, lo observaban desde el palco del estadio.
No ganaba un torneo de Grand Slam desde enero de 2010. La temporada 2011 fue, de hecho, la primera desde 2002 en la que no conquistó un grande. ¿Está acabado Federer?, se preguntaban muchos. "¿Jugarías con el mismo entusiasmo si fueras el número cinco o seis del mundo?", le inquirieron este año en Australia tras su derrota en semifinales ante Rafael Nadal.
Los resultados demostraron que no había por qué dudar de su convicción. Reaccionó a lo campeón: Ganó dos puntos vitales para Suiza ante Australia en la Copa Davis, y luego encadenó los títulos de Basilea, París y el Masters de Londres para cerrar el 2011 a toda orquesta. En 2012 no se detuvo. Ganó otros cuatro torneos, entre ellos el Masters 1000 de Indian Wells y Madrid, para acercarse a Djokovic, el inabordable número uno de la temporada anterior. Ahora, sumó su séptimo Wimbledon para igualar al estadounidense Pete Sampras y al británico William Renshaw, los únicos hasta hoy en ganar siete veces el torneo más prestigioso del tenis mundial. "Sampras fue mi héroe, me siento increíble", aseguró el suizo
Fuente: Infobae
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