Javier Aliaga
La boliviana "Carretera de la Muerte" es un pasillo escarpado entre montañas y abismos que hipnotiza a los turistas pero que se ha cobrado ya centenares de vidas por su peligrosidad.
Vista de lejos, esa ruta de los Yungas es una angosta cinta de tierra, cuyo primer tramo de 80 kilómetros, entre las montañas aledañas a La Paz y el pueblo de Coroico, cruzan cada año más de 30.000 ciclistas y motociclistas extranjeros. Además, serpentea por cientos de kilómetros en las provincias Nor Yungas, Sud Yungas y Caranavi hasta otras localidades donde hay un intenso tráfico de autobuses y camiones.
Los aventureros comienzan su travesía a una altitud de 4.700 metros sobre el nivel del mar, cerca de La Paz, y en pocas horas descienden a 1.200 metros, desplazándose de una geografía seca y fría a una caliente, de abundante vegetación, ríos y cascadas.
El atractivo de la naturaleza es innegable, pero lo que hace que cada día cerca de 200 extranjeros crucen "The Death Road" es el efecto hipnótico y la sensación morbosa que provoca recorrer un camino lleno de cruces y lapidas grabadas en diferentes idiomas y ver los precipicios que se han convertido en la tumba de muchos.
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Los turistas no parecen estar demasiado conscientes del peligro pese a que muchos extranjeros perdieron la vida manejando bicicletas y su tragedia ha marcado algunos de los hitos de la travesía: "La curva del italiano" es donde un ciclista de esa nacionalidad cayó hace poco en un barranco o "la parada de los israelitas", donde tres jóvenes de esa procedencia, dos daneses y seis bolivianos murieron hace veinte años en un coche.
La "Carretera de la Muerte" es conocida como el "camino paraguayo" por haber sido construido por presos de esa nacionalidad, tras la guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y ese país, y fue durante décadas la única vía de ingreso desde La Paz a la zona productora de Yungas y al norte del país.
En 2006 fue inaugurada una nueva carretera a Coroico, que ofrece mayor seguridad para autobuses y camiones y ha frenado los accidentes, que, sin embargo, continúan en otras zonas de los Yungas en las vías hacia Caranavi, Asunta o Chulumani, entre otros pueblos.
No hay una estadística oficial sobre las víctimas en los Yungas y los guías, lugareños y los medios suelen decir que un coche por mes cae en uno de los barrancos si es época seca y dos o tres cuando es temporada de lluvias o una media de 96 personas mueren allí cada año.
EFE