Viejos políticos comunistas y socialistas son designados embajadores del régimen ante países líderes de América Latina, con los que Bolivia tiene problemas latentes por el tráfico de cocaína hacia sus territorios.
Así sucedió recientemente con el socialista Jerjes Justiniano, nombrado embajador en Brasil, y la historia se repite hoy con el comunista Marcos Domich, que encabezará la representación diplomática boliviana en México.
En el primer caso, Justiniano recibió su designación de manera apresurada, tras la crisis desatada por el reportaje de la revista Veja titulado “La República de la Cocaína”, que denuncia vínculos entre altas figuras del gobierno boliviano y el narcotráfico.
Su cometido, expresamente señalado por él mismo, es “sentarle la mano” a la publicación brasileña, algo que ya intentara décadas atrás el ministro del interior de la narco-dictadura garciamezista, Luis Arce Gómez.
Tras un torpe comienzo, cuando llegó a calificar a Veja como “una revista de porquería”, el novel embajador ha ensayado un giro de discurso y dice que “tenemos que colgarnos del desarrollo brasileño”. Ojalá que el cambio no sea sólo en las palabras.
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Lo cierto es que el gobierno de Evo Morales -tan tolerante con los cultivos ilegales de coca y tan intolerante con la DEA- tiene una tensión irresuelta con Brasil, dada la creciente cantidad de cocaína boliviana que llega a las favelas de Sao Paulo y Rio de Janeiro, estimada en más del 60% de la droga internada en el vecino país.
Dura tarea la de Jerjes, si su objetivo es suavizar las cosas con Planalto mientras se trata de acallar a la prensa brasileña.
En el caso de México, varios informes en los últimos tiempos dan cuenta de la presencia de los cárteles del narcotráfico de ese país en territorio boliviano, y un artículo del diario mexicano El Universal publicado pocos días atrás señala que esas mafias se abastecen de cocaína boliviana.
Con lo cual Domich también tendrá una ardua labor, que como en el caso de su colega podría incluir la desatinada intención de presionar y silenciar a la prensa mexicana.
Al mismo tiempo, el nombramiento de estos personajes es un nuevo síntoma de la escasez de cuadros del MAS, que se ve obligado a desempolvar figuras del pasado político para ejercer la diplomacia de la cocaína.
¿Se enviará un diplo-censor a cada país donde algún medio publique noticias sobre el narco-Estado?