Testimonio en cuatro párrafos

Alfredo Leigue

LEIGUE Quinientas mil firmas. Un proyecto impecable. Tres cabildos increíbles. Todo un pueblo alineado con mística y emocionado. Esperanza colectiva. Seis departamentos al unísono. Movilización general y todos a la calle a la primera campanada.

Unidad de Santa Cruz. Moros y cristianos en el mismo barco. Pocas voces disidentes. Postergación de los pendientes y todos por la autonomía. Trabajo de hormiga. El pueblo en debate, en alerta y en apronte. Santa Cruz lanza en ristre en busca de su esperanza a punto de materializarse.



De un momento a otro se cae la estantería. Cambio radical del discurso. Archivo de obrados. Silencio sepulcral. La virtud se convierte en pecado. Las banderas a los cajones. El discurso a los anaqueles. La sustancia es remplazada por la trivialidad. La alegría por la amargura. La esperanza por la frustración.

Hoy quieren que el pueblo active el autoencendido. Nuevamente cargar en las espaldas de todos los desaciertos de tres o cuatro. Bien por ellos. Yo no como más gato. Me quedo de mirón. Ya no compro buzones. Espero. Hasta el día que alguien esté dispuesto a subordinar sus días y sus cosas a la causa colectiva y tenga los argumentos de vida y propuesta para que le preste atención y movilice mis sentidos.

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