Debemos al analista Andrés Oppenheimer la clasificación entre países capta-capitales y espanta-inversores. Después de 6 años de gobierno de Evo Morales, todo parece indicar que Bolivia se apunta entre los segundos.La última muestra de esto es la queja vertida por varias empresas brasileñas ante medios de comunicación de su país, por maltratos que estarían sufriendo a manos de funcionarios del régimen evista.Así lo revela el diario paulista Valor Económico, al informar que “Las empresas brasileñas que tienen intereses en Bolivia están en una situación muy frágil (…) Los malos tratos a las empresas brasileñas comenzaron mucho antes del asilo (al senador Roger Pinto), pero se nota que en los últimos días hay una escalada, las cosas están mucho peores”.Como se ve, la publicación vincula el aumento del hostigamiento a los capitales procedentes del vecino país con el deterioro de las relaciones bilaterales, a raíz del fenómeno del creciente refugio de opositores bolivianos en Brasil, ocasionado por el autoritarismo político del gobierno de La Paz.A lo que habrá que sumar también las eventuales represalias anti-inversores que pueda tomar la administración de Morales, enfurecida por los informes publicados en la prensa brasileña sobre la narcotización del Estado Plurinacional (el sonado caso Veja).Más allá de las circunstanciales rabietas gubernamentales, lo que hay en el fondo es lo que señala la Fundación Milenio en un reciente análisis: “poco respeto de los derechos de propiedad, falta de independencia jurídica y baja protección a los inversionistas”.Defectos inherentes al modelo de capitalismo de Estado cocalero, basado en la discrecionalidad absoluta del “le meto nomás”…[email protected]