Un método erróneo

Humberto Vacaflor Ganam

humberto-vacaflor3 Uno de los principios que guiaban a Joseph Goebbels –lo recordé en una anterior columna– era el de la permanente renovación: “Hay que emitir constantes informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones”.

Quizá el actual gobierno no haya oído hablar de Goebbels, pero sus métodos muestran una coincidencia asombrosa. El principio de la granizada de informaciones y argumentos, por lo menos, es usado por el gobierno del MAS con desconcertante coherencia. Se podría decir que es coherente en el manejo de la incongruencia.



Una exhibición completa de este método ha sido el tratamiento del caso del senador Róger Pinto, asilado en la embajada de Brasil. Aquí se ha dado un festival de contrasentidos pero, esta vez, el método se está mostrando erróneo. Goebbels no lo aprobaría.

Lo único que ha logrado esta granizada de mensajes contradictorios es que el asilado, desde su confortable residencia en la embajada de Brasil, con una sorprendente postura de humor, proponga al senado nacional seguir participando en las sesiones a través del “skype”. La sutileza del mensaje no fue, por supuesto, entendida por los funcionarios del gobierno. Respondieron que eso era imposible y que todos ellos se ganan el pan con el sudor de la frente, pero marcando tarjeta en sus oficinas.

El método de los mensajes incongruentes no impresionó a Itamaraty. Eso es lo que debiera preocupar al gobierno boliviano y meditar en que quizá el método Goebbels no sirva para las confrontaciones diplomáticas.

Llamar a la embajada “refugio de delincuentes” y luego decir que las relaciones con Brasil son “cordiales” no ha servido para ablandar ni descongelar la clara posición brasileña.

Lo que hizo Itamaraty como respuesta a estos gestos fue pedir que comiencen de una vez los ejercicios de las fuerzas aéreas de los dos países para derribar aviones del narcotráfico que parten del Chapare hacia territorio brasileño. El gobierno boliviano no se percató de la certeza de este misil diplomático.

Otras gesticulaciones más, con amenazas a algunas inversiones brasileñas, o con una ministra que llegó a preguntar a la embajada que si ella asaltaba un banco sería recibida como asilada, no modificaron la actitud de Itamaraty. (La respuesta a la ministra fue que si quiere saber si sería aceptada como asilada en ese caso, que primero asalte el banco, y “ya veremos”).

Como reacción a esta nueva andanada, Brasil sólo escaló su postura sobre el control fronterizo y pidió formalmente que se establezcan “normas” para el tránsito bilateral de personas y bienes.

Con este episodio está quedando claro que el presidente tiene algunas fijaciones que están perjudicando al gobierno. Quiere, cueste lo que cueste, incluso si fuera su propio futuro político, que la carretera entre el Chapare y el Beni rompa el espinazo del parque TIPNIS. Y ahora quiere que Róger Pinto no reciba el salvoconducto. Esta vez, lo que está en riesgo es quizá mucho más que su futuro político personal. Si tuviera la capacidad de meditar sobre eso, éste sería el momento oportuno.