Un regaño, un castigo o reprimenda excesiva, puede ser fácilmente transformada de una simple manera de educar a una forma de abuso, la cual puede llegar a tener efectos graves y duraderos, en nuestros niños si no se lleva adecuadamente, según un nuevo informe de la Academia Americana de Pediatría.
El estudio, publicado en la revista Pediatric, muestra que entre los abusos psicológicos que se llevan a cabo a diario en los niños se encuentra el despreciar, cuando se menosprecia o burla del niño por mostrar emociones normales; aterrorizar, cuando se coloca a un niño en alguna situación impredecible; o aislar, cuando se encierra en un espacio y se restringe de cualquier interacción social.
Hallazgos mostraron que de los participantes, un ocho a nueve por ciento de las mujeres y cuatro por ciento de los hombres, sufrieron de algún tipo de abuso emocional en su niñez. Asimismo, se encontró una conexión entre el maltrato y algunas enfermedades mentales, la delincuencia, agresión, problemas en la escuela, y dificulta en mantener relación a largo plazo. Además, puede ser especialmente problemático en los primeros tres años de vida del menor.
Y aunque las palabras “maltrato psicológico” podrían parecer como muy serias y lejanas, estas podrían ser parte de la crianza de muchos padres, que las utilizan como métodos naturales de educación, sin saber lo que en efecto podrían estar causando en sus hijos.
De acuerdo con Roberta Hibbard, Directora de programas de protección infantil en la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana y una de los autoras del informe, los padres en ocasiones tienen dificultad conociendo cuál es el límite al momento de aplicar castigos.
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"Hay muchas cosas que los padres pueden hacer apropiadamente en diferentes circunstancias aisladas. Por ejemplo, a menudo es conveniente enviar a los niños a su habitación para ponerlos en tiempo de espera. Pero ¿en qué momento los tres minutos se hacen cinco minutos, y cinco minutos se convierte en 10 horas?".
Datos de la investigación mostraron además que la repetición suele indicar que una conducta ha pasado de ser un sencillo error, ha convertirse en abuso. Como es el caso de cuando se le hace sentir a los niños que no son amados o deseados, como forma de penitencia. Esto podría incluir además, el negarles expresar sus emociones, y no involucrase con las mismas.
Los expertos concluyen que es esencial que los pediatras y médicos especialistas sepan reconocer el abuso psicológico, tanto como el físico o sexual en sus pacientes, y ofrezcan técnicas para ayudar a los padres. Esto ya que en ocasiones se centra toda la atención en estos últimos dos tipos de abuso, se descuida la salud mental del menor, y no se le provee los tratamientos adecuados para ayudarlos.
Fuente: www.voces.huffingtonpost.com