Una ley no escrita indicaba que ningún ganador de la carrera volvería a imponerse en los siguientes Juego Olímpicos. Sólo lo había hecho Carl Lewis.
"El tiempo dirá", dijo enigmático y seco Carl Lewis.
Y el tiempo habló finalmente, en una fresca y bastante ventosa noche de verano en Londres: la "maldición de los 100 metros" es pasado, porque Usain Bolt es ya como Lewis. Con sus 9,63 segundos de en la carrera de este domingo, Bolt no sólo se llevó el oro de Londres 2012 con récord olímpico, sino que puso fin a una ley no escrita que indicaba que ningún oro en los 100 metros de los Juegos repetía la hazaña en los siguientes.
Sólo lo había hecho Lewis, el "hijo del viento", que ganó en Los Angeles 84 y repitió en Seúl 88. Entre Atenas 1896 y Moscú 80 se sucedieron 19 campeones diferentes y, tras el doble éxito de Lewis, la costumbre continuó. Al británico Linford Christie en Barcelona 92 lo sucedió el canadiense Donovan Bailey en Atlanta 96, a su vez relevado por el estadounidense Maurice Greene en Sydney 2000.
Otro estadounidense, Justin Gatlin, se llevó el oro en Atenas 2004 antes de que Bolt sacudiera al mundo con su récord mundial de 9,69 segundos en Pekín 2008. "Es muy inusual repetir el éxito", había dicho el estadounidense Lewis en el libro La carrera más sucia de todos los tiempos: Ben Johnson, Carl Lewis y la final olímpica de los 100 metros en 1988.
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A Lewis le pasa algo similar a lo que le sucede a Mark Spitz con Michael Phelps: le duele que las nuevas generaciones tengan como referencia a la estrella de hoy y se olviden de las glorias del pasado.
Y si además se inicia la discusión de quién fue más grande, peor aún. "Nadie, excepto yo, ganó dos títulos en los 100 metros. La historia define quién es el más grande", se jactó Lewis en aquel libro publicado en junio, sin saber aún que la historia se reescribiría a las 21:52 de un 5 de agosto de 2012 en los Juegos Olímpicos de Londres. "Necesitas longevidad y consistencia.
Yo tuve una carrera de 18 años", remató, anotándose quizás un gol en el propio arco: Bolt tiene aún 25 años, cumplirá 26 años el 21 de agosto. Lewis ganó su segundo oro en Seúl con 27. Un oro no ajeno a la polémica, porque el primero que se lo colgó del cuello fue el canadiense Ben Johnson. Luego se conocería el doping más famoso de todos los tiempos, Johnson sería descalificado y la medalla pasaría a Lewis, al que muchos le echan en cara falta de credibilidad.
Al fin y al cabo, el velocista admitiría muchos años después de aquella carrera de Seúl que dio positivo en tres controles antidoping durante los "trials" estadounidenses previos a los Juegos. Pero su imagen se mantuvo limpia, a diferencia de la de Johnson. No habrá pasado la mejor de las noches hoy Lewis, resignado ante la evidencia de que Bolt no es menos que él.
Fuente: Infobae