La industria sin chimeneas

José Gramunt de Moragas

GRAMUNT Hay tantos asuntos nacionales pendientes de solución que el comentarista no sabe por dónde empezar. Escogeré algunos de ellos que me parecen de gran actualidad: el conflictivo TIPNIS. Comparto con muchos interlocutores que el gobierno lo ha enredado de tal manera que sea inútil sugerir nuevas vías de solución. Evo Morales ya tomó la decisión.

Y basta. Lo que sí puede ser noticiable es la declaración del primer mandatario en un ampliado campesino en el departamento de Chuquisaca, quien luciendo sus conocimientos históricos les contó a sus sorprendidos oyentes que los indígenas de las islas del Caribe se suicidaban para no caer bajo el “imperio romano”. Recordará el lector que años atrás el mismo Evo Morales afirmó que antepasados de los habitantes de la actual Bolivia habían luchado contra todos los imperios: el romano, el inglés, el español y -lo repite continuamente- el norteamericano. No vale la pena recordar otros crasos errores e inconveniencias que se le escapan al incansable orador de masas.



En esa misma concentración, las comunidades campesinas chuquisaqueñas confirmaron su propósito de reelegir a Evo Morales en los comicios del 2014. La cosa era sabida. Pero la novedad estuvo en que ninguna comunidad se declaró partidaria de la reelección de García Linera como vicepresidente. Está pues abierto el concurso de méritos que promete ser muy reñido.

Pasando a otro asunto, la atención se enfoca de nuevo sobre la boleta de la Corte Electoral, en la que habrá que hacer constar la etnia a la que pertenece el inscrito, pero no incluirá la categoría de mestizo. Como si este sector de la población boliviana no fuera el más numeroso. El lector ilustrado, sea originario o mestizo ya ha comprendido que éste no es un asunto meramente estadístico sino netamente político electoralista. El gobierno quiere demostrar que la mayoría de los bolivianos son “pura sangre” indígenas La Constitución identifica a 36 nacionalidades autóctonas. Quienes no se reconocen incluidos en ninguna de ellas, deberán anotarse como otros.

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Entre tantas controversias engorrosas, creo oportuno mirar a otro lado y mencionar el anuncio hecho por el ministerio de Educación, que ha convocado a una campaña nacional turística con el lema de Bolivia te espera. A ver si este gobierno que se ha mostrado tan incapaz de llevar adelante la industrialización del país en el aprovechamiento inteligente de los recursos renovables, nos sorprende con el desarrollo de la industria de las chimeneas. No descubro nada nuevo cuando cito algunos ejemplos emblemáticos de atracción turística: el salar de Uyuni, el Lago Titicaca y las misiones jesuíticas del Oriente.

Éstas y otras muchas iniciativas merecen el apoyo oficial, desde el Estado hasta las gobernaciones y municipios. Si el sector público crea la infraestructura necesaria, la iniciativa privada se ocupará de lo demás. Aunque, como en todo lo humano, no faltan inconvenientes. Miles de potenciales turistas dejan de venir a Bolivia por el temor fundado de las perturbaciones del orden público. No están dispuestos a quedarse en un hotel, o en una modesta residencial sin poder moverse por culpa de los bloqueos. El orden es una condición previa para un turismo en gran escala.

ANF