Paz Zamora asoma


Subeditorial Diario Opinión

Viernes 06 de julio de 2012. Presidente Evo Morales participo este viernes del 169 aniversario de la Provincia Avilés, del departamento de Tarija. Si de una casa se tratara la presidencia del Estado Plurinacional, veríamos merodear cerca de ella a Jaime Paz Zamora. Entre invitado y polizonte (aun nadie nos lo aclara), el expresidente boliviano se ve cada vez más frecuentemente con el actual presidente Evo Morales.

En Tarija y en Sucre, el incombustible político tarijeño se vio rozándose con el poder, sitio por el que, entre todos, tiene una señalada preferencia.



Analistas y expertos comienzan a relamerse por lo que creen una resurrección, no por esperada menos aplaudida. Es que, vientos de cambio, votaciones que remontan con creces el 50 por ciento (algo desconocido para Paz Z.), la nueva formación social boliviana, en fin, los cambios políticos que se sucedieron en la última década, parecían haber sepultado para siempre (a ojos de los incautos ciudadanos) a Jaime Paz Zamora. Se olvida cuántas veces se lo dio por jubilado político (por decir lo menos), pero el mismo número de veces volvió a la arena, pese a sus “errores, no delitos”, fórmula de su invención para justificar sus actos y uno de sus retiros del quehacer político.

Dueño de un pragmatismo notable, este expresidente no rechaza fácilmente las ofertas para acercarse al poder.

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Paz Zamora “ganó” la presidencia de Bolivia a pesar de que resultó tercero en la votación de las elecciones. Esto por un acuerdo con su antiguo y archienemigo Hugo Banzer, en tiempos de su dictadura. Haciendo gala del pragmatismo mencionado, pactó con él una alternabilidad de la presidencia. También este acto sorprendente fue justificado con un símil muy criticado referido a “cruzar ríos de sangre”.

Ahora, cuando los bolivianos lo tenían recluido en sus cuarteles de invierno tarijeños, parece comenzar uno de sus retornos a la lucha política, esta vez acompañando a Evo Morales. Fiel a sus virtudes políticas, explica que no hay ningún pacto con el Presidente actual.

Sus primeras armas en la política boliviana, cuando se decía revolucionario de izquierda, han quedado en el remoto pasado. Actualmente, está considerado uno de los representantes más conspicuos de la clase política tradicional, la que recibió el rechazo del electorado boliviano y que es fuente inagotable de las críticas de, precisamente, este Gobierno.