¿Por qué estamos donde estamos?

Iván Arias DuránHace un mes di una conferencia sobre Bolivia a unos investigadores europeos. En la plática abordé los cambios desde los 80 hasta nuestros días, mostrando con integridad los ensayos bolivianos por salir adelante pero cómo fracasamos en el intento. Los oyentes, entre muchas otras preguntas, inquirieron sobre si Bolivia, a la cabeza de Evo Morales, vivía el inicio de una nueva era?Les conteste que, desde mi perspectiva, JEMA y su mentado “proceso de cambio” era la muestra remozada de una anticuada y decrépita forma de hacer política y administrar la cosa pública. Por qué? Porque los cambios fundamentales no se han hecho en el Estado ni en la sociedad. La sociedad boliviana sigue siendo la misma, aunque se hayan alterado las polleras y las corbatas, pero en esencia es la misma, por lo que no podíamos esperar que nuestros gobernantes sean diferentes. Cuáles son las características de la sociedad que hacen identificarnos con JEMA?Una sociedad cargada de complejos y anclada en el pasado. Los bolivianos andamos echándole la culpa de nuestros fracasos a todos los que nos rodean y allende los mares. Siempre somos del “si no hubiera pasado” o del “si ocurriera”. Si los españoles no se llevaban nuestra riqueza, si los chilenos no nos robaban el mar…si tuviéramos más dinero, si tuviéramos tecnología. Nos encantan los cantos de sirena y el igualitarismo cristiano que también lo hemos vuelto andino y amazónico. Por ello, endiosamos el pasado idílico en que habrían vivido nuestros ancestros y nos regodeamos en lo sublime que sería el socialismo cubano. Nuestras anclas con el pasado milenario y del siglo pasado nos impiden ver el mundo moderno que obliga a cambios profundos en la forma de pensar y afrontar las circunstancias. A nombre de preservar la cultura nos aferramos a usos y costumbres realmente retrógrados que nos pierden en la espuma de la cerveza, el alcohol y, ahora cada vez más, las drogas.Una sociedad que se expresa a través de unos movimientos sociales cada vez más corrompidos y prebendalizados. El corporativismo boliviano se caracteriza por oponerse al Estado para terminar coligado con él. Los dirigentes sindicales, barriales, campesinos, indígenas y de toda laya han desarrollado la cultura de la prebenda y el engaño tanto a los mandantes como a los mandados. En base a reivindicaciones legítimas de la sociedad han aprendido las mañas para eternizarse en sus cargos; presionar y chantajear a las autoridades públicas para obtener beneficios personales. Se erigen como los únicos, imbatibles e imprescindible protectores de su sector para lo cual montan un séquito de lambergos y matones que se encargan de identificar y acallar a los rivales emergentes.Un sistema de partidos y agrupaciones políticas que se resisten a renovarse y que prefieren seguir en la incestuosa práctica de la endogamia. Verticalistas, caudillistas y sin democracia interna, no permiten el flujo y reflujo de líderes. Sus vetustos cabecillas pregonan modernidad, autonomía y democracia para afuera, pero internamente son férreos practicantes del autoritarismo.Con un país así, es obvio que tengamos un gobierno así. Un Gobierno que, como todos los anteriores, se ha dedicado a e envilecer, degradar y enlodar las esperanzas de cambio y salto al futuro. Como por receta, el régimen ha envilecido la democracia para fines autoritarios y utopías retrogradas. Ha envilecido lo indígena y las ansias de inclusión para manosearlo y ponguearlo a su antojo. Ha envilecido la autonomía a favor de un centralismo que no se inmuta en usar todos los poderes para reducirla a su mínima expresión.En la conferencia un europeo, me pregunto sobre por qué los bolivianos no quieren a JEMA y sus revolucionarios cambios. Simplemente le conteste que los gringos en general vienen a Bolivia porque les parece un deporte extremo, una aventura de meses. Vienen a sacudirse la modorra y se presentan en los países del sur como más radicales que el Che. Se les hace fácil, pues, lo que para nosotros es una vida, para ellos es una experiencia ya que nunca renuncian a su nacionalidad y sus privilegios. Estos extranjeros rebeldes, que normalmente se escudan en la cooperación, estoy seguro, que no aceptan que en sus países natales se den las cosas que se dan en Bolivia. Se imaginan una Alemania, una Holanda, una Suecia o Dinamarca donde la sociedad no respete las reglas; no pague impuestos; un Estado que apoye la informalidad e ilegalidad; un Gobierno que acapare todos los poderes y un Gobernante que, en vez de apostar por la reconciliación y la unidad, enfatice en el odio y la segregación? Por qué quieren para nosotros (los bolivianos) lo que nos soportarían para ustedes (los europeos)?Visto así, los bolis tenemos futuro? Claro que sí!! Solo falta que nos asumamos, que nos sacudamos de tanta frustración; que orgullosos saquemos el lado bueno de nosotros y empecemos a ensalzar y aprender de esos millones de patriotas que en silencio pero con tenacidad, creatividad y fe trabajan para salir adelante. El comienzo de una nueva era espera por nosotros.