Presunto “mercenario” preocupa a Venezuela y Estados Unidos

VENEZUELA-CHAVEZ-USA/ Se trataría de un marine que entró de ilegal al país llanero. Ayer fue interrogado por autoridades estadounidenses. Representantes del gobierno de Estados Unidos se reunieron ayer con un ciudadano norteamericano detenido en Venezuela desde comienzos de mes por sospecha de ser un mercenario, informó la delegación diplomática.

“Oficiales de la Sección Consular se reunieron con un ciudadano estadounidense retenido por las autoridades venezolanas”, indicó la Embajada de Estados Unidos en Caracas en un comunicado que fue enviado a la AP.

“No estamos en capacidad de suministrar más información debido a consideraciones de privacidad”, agrega el escrito.



No hay detalles sobre el detenido Los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos no han ofrecido hasta el momento detalles sobre la identidad del detenido ni el proceso de investigación que se le sigue. La embajada estadounidense señaló que continuará en contacto con el gobierno venezolano en relación al caso, y que “buscará una mayor comunicación con el ciudadano en cuestión cuando se considere apropiado”.

Un ex marine que no quiere hablar El encuentro de las autoridades estadounidenses con el detenido se da un día después que el presidente Hugo Chávez anunció que había aceptado una petición de Washington sobre una reunión con el sospechoso. Sobre el caso del presunto mercenario, que fue arrestado el 4 de agosto en el estado suroccidental del Táchira, Chávez informó la semana pasada que había sido “marine” y que se estaba negando a dar información.

El gobernante dijo que el pasaporte del sospechoso mostraba que estuvo en Iraq en 2006, en Afganistán con “múltiples entradas del 2004 en adelante”, Jordania en 2007, Gran Bretaña, Alemania, República Dominicana y Colombia. “De Colombia venía para acá. Venía ilegalmente además”, comentó Chávez al explicar que el presunto mercenario fue capturado dentro de un autobús que pasó por un puesto de vigilancia de la Guardia Nacional en el Táchira.

Fuente: El Comercio