Con su habitual violencia verbal, el vicepresidente Álvaro García Linera tildó al dirigente opositor Samuel Doria Medina de “cerebro de espermatozoide”, luego de que éste denunciara al presidente Evo Morales por el presunto embarazo de una menor de edad.
Qananchiri (por su nombre de guerra en la banda terrorista del EGTK) dijo que las aseveraciones de Doria Medina son “chismecillos infames y mentirosos” y agregó que el opositor “Se equivocó de oficio, no debería ser empresario ni político, sino presentador de revistas televisivas de farándula. (…) Que lo hagan las personas dedicadas al mundo farandulero (…) Está haciendo competencia a No Somos Ángeles, a Laura en América”.
Dichos que merecen dos comentarios: por una parte, es el propio vicepresidente quien se esfuerza por convertirse en personaje de la farándula; recordemos su paso por el Miss Universo, su amistosa entrevista con Sixto Nolasco o su frecuente aparición en las páginas rosa de los periódicos anunciando detalles sobre su próxima boda.
Por otro lado, el segundo mandatario repite la deplorable reacción del gobierno cuando la revista Veja denunció vínculos de altos funcionarios con el narcotráfico: en lugar de investigar, se le corta la cabeza al mensajero.
Habría que recordarle a Qananchiri, y aún más a Evo Morales, que la corrupción de menores y la pedofilia son graves delitos seriamente castigados por la legislación penal, y no un “tema de farándula”.
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En realidad, la furia vicepresidencial quizás se deba más a una anterior intervención de Doria Medina en Twitter, en la cual dijo que García Linera es accionista del diario La Razón, abriendo interrogantes sobre un supuesto enriquecimiento de esa autoridad.
A todo esto, ¿qué dirá la Defensoría del Menor?