Declaraciones de funcionarios bolivianos y artículos de prensa paraguayos denotan una creciente tensión entre los dos países del corazón de América, agitando el fantasma de la Guerra del Chaco.Si buscamos el punto de inicio de la reciente escalada de dimes y diretes entre Bolivia y Paraguay, es posible que lo encontremos en las desafortunadas declaraciones de Evo Morales durante el impeachment al ex mandatario guaraní Fernando Lugo, ocasión en la que el presidente cocalero se apresuró a calificar el procedimiento parlamentario en el vecino país como un “golpe de Estado”, ejecutando el guión del ALBA escrito en Caracas o La Habana.Acto seguido, Morales secundó las iniciativas chavistas que buscaban aislar al Paraguay.He ahí la semilla de la disputa. Caldeado así el ambiente por la injerencia en los asuntos internos, era cuestión de tiempo para que se ahondaran las desconfianzas mutuas, alimentadas tanto por la memoria histórica como por la incertidumbre que genera el perfil demagógico del régimen evista.La historia abunda en casos de gobiernos de rumbo inestable que han acudido al expediente de la confrontación externa para resolver o desviar sus problemas internos.El diario ABC Color, del Paraguay, parece sostener que ese es el caso del gobierno boliviano, tesis desarrollada en un reciente editorial.“Hay una amplia consistencia acerca de la dirección en que el gobierno boliviano podría marchar con relación a su estrategia belicista con respecto al Paraguay. (…) Para la anexión del Chaco, su opción es la guerra. Así de simple y brutal”, dice el periódico. Esperamos que los tambores de guerra no sean más que un ruido pasajero, pero que el asunto sirva para un manejo más responsable y menos aventurero de la política exterior que el practicado por Evo Morales…[email protected]