Política y gramática: de sustantivos, adjetivos y semántica

Susana Seleme Antelo

seleme Hablamos de política en un sistema democrático, pues hay otros que no lo son. Sin embargo, todo tiene que ver con la gramática en forma y contenido. No saber gramática en política es grave: lleva a confundir el sustantivo o nombre ‘flojera’, con el adjetivo calificativo ‘flojo’.

La gramática es el arte de hablar y escribir correctamente una lengua, en cualquier idioma. También se la define como la ciencia que estudia los elementos de la lengua y sus combinaciones. Una de ellas es la semántica o significación de las palabras: saber qué significan para aplicarlas adecuadamente, aunque la mala fe no garantiza conocimiento alguno



Acostumbrado a decir “evadas”, algunas absurdas, otras violentas pero todas histriónicas- tanto que ya hay tres ediciones de un libro sobre el tema¬- el presidente Evo Morales lanzó otra y está moviendo el piso institucional de la prensa libre y la administración de justicia. En el Altiplano dijo, “si hay helada, si no hay lluvia, si hay granizada no hay alimento… en el Oriente, no, solo por flojos podemos hambrear”. ¿Sabrá que Santa Cruz, parte fundamental del Oriente, produce más de 70 % de los alimentos que consume Bolivia?

En virtud del Art. 106 de la Constitución Política del Estado, que garantiza el derecho a la libertad de expresión, opinión, información, rectificación y réplica sin censura previa, la Agencia de Noticias Fides citó aquel texto. Pero lo suavizó, aunque mantuvo el modo verbal condicional o potencial. En vez del duro adjetivo ‘flojo’, Fides utilizó el sustantivo impersonal ‘flojera’, lo que le ha valido una malévola apertura de proceso penal, lo mismo que a otros dos medios –el Diario, y Página Siete de La Paz- que reprodujeron la noticia emanada de Fides, por “distorsión, tergiversación e incitación al racismo” sobre lo que Morales dijo.

El director de Fides es un honorable periodista de 90 años, José Gramunt de Moragas, sacerdote jesuita, que llegó a Bolivia en 1952. Durante 60 años vivió bastantes dictaduras militares y mordazas a la libertad de prensa, siempre defendiéndola a capa y espada. Mis respeto y solidaridad con él y con la Agencia, igual que a los otros medios, por el elemental principio democrático de la libertad de expresión y de opinión. Son libertades capitales para la buena salud de la democracia como status o condición social, no como mero método electorero

¿Emulará la subordinada justicia boliviana, a su hermana ‘bolivariana’ de Ecuador, que falló contra el periódico El Universo a favor del presidente Rafael Correa, por supuestos delitos como los que aquí se ventilan? Pero, ¿qué delitos cometieron los tres órganos de prensa en Bolivia? Ninguno: sólo atenerse a lo dicho Morales, que esta vez no necesitó de traductores oficialistas para corregir la “evada” del Presidente, que sabe poco de política democrática, pero mucho de violento y sectario sindicalismo cocalero.

La política democrática tiene que ver con el poder. Nicolás Tenzer habla de su triple índole: i) es un asunto de gobierno; ii) es un asunto de hombres dedicados a la política: los políticos, y iii) es un asunto del cuerpo político: los ciudadanos. En otras palabras, es el arte de gobernar un Estado y cómo, desde el poder, se organiza un orden social, no para la conservación del poder por parte de quienes lo ejercen temporalmente, sino para cumplir sus fines en democracia.

¿Cuáles son esos fines? La alternancia en el poder político, contraria al prorroguismo sine die; el diálogo entre gobernantes y ciudadanos, el debate político continuo, la disposición a los consensos por el bien común, la deliberación para llegar al contrato social, el refuerzo de los vínculos sociales, la construcción del espacio político en el que reine la libertad, la pluralidad y el derecho, la transparencia y accountability, o rendición de cuentas.

Es el movimiento perpetuo, parafraseando a Augusto Monterroso, aquí de la mano de la dialéctica, como construcción de acción afirmativa-positiva y no meramente retórica, desenfrenada o radical.

No todos los políticos son iguales

Es obvio que no todos los políticos compartirán esos valores democráticos. Ahí están Morales y los suyos, además de todos los autócratas y autoritarios de América Latina y allende los mares. Ellos, más bien, desprecian esos valores, como sobradamente lo han demostrado en la práctica, amparados en la totalitaria aventura del ‘socialismo del siglo XXI’.

De ahí que buscan siempre su re-re-reelección, promueven la polarización social, la intolerancia, el conflicto, el acecho a la institucionalidad democrática, cuando no su destrucción; el acoso a la libertad de prensa, a medios y periodistas; el amedrentamiento y criminalización psicológica, persecución y exilio a la oposición política. Entre tantos impulsos dictatoriales, no podía faltar la pretensión de imponer el pensamiento único.

Se sabe que no todos los políticos son iguales: no lo son especialmente por razones de naturaleza ideológica. Pero tampoco son iguales porque algunos saben gramática y otros no: muchos desconocen la diferencia entre un sustantivo y un adjetivo, los modos del verbo, y el significado de algunas palabras, como ‘respeto a los derechos humanos’.

Así son Morales y compañía: impostores de la democracia. Ejecutan persecución, represión, racismo y discriminación contra los indígenas del Oriente que defienden la Madre Tierra en el Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) su hábitat de siglos, pero se declaran defensores de la Madre Tierra y de los pueblos indígenas. También invisibilizan a las y los mestizos bolivianos en el próximo censo, aunque hoy tengan como invitado de lujo al Relator Especial de Naciones Unidas sobre Racismo.

A buen entendedor pocas palabras: ¿buscan con esa visita minimizar, esconder o borrar sus tropelías intolerantes y dictatoriales? El relator escuchará a todos. ¿Qué conclusiones presentará a sus mandantes, si es invitado de un gobierno, miembro pleno de ese órgano internacional? Esperaremos su informe para verificar cómo resolvió esa contradicción política, que podrá estar sesgada por la gramática.