Septiembre: oportunidad o desperdicio


Iván Arias Durán

ivan-arias-duran Septiembre me sabe a yerba, de la buena y de la mala. Mes de contrastes: el frío sede ante el calor; los jóvenes rompen la monotonía de las calles invernales; el amor desplaza al odio y los arboles se aprestan a cambiar de colores. Visto así, septiembre es el me de las buenas vibras.

Ojalá este mes, en lo político, y desde el campo contestatario al régimen del gran poder, siga dándonos buenas señales para seguir manteniendo al esperanza. La actitud que tomaron los asambleístas departamentales de Santa Cruz, en sentido de no ceder a las presiones de jueces y fiscales para destituir al Gobernador marca la diferencia con lo acontecido en las gobernaciones de Tarija y Beni donde los legisladores en vez de preservar los preceptos constitucionales optaron por bajarse los pantalones y ponerse al servicio del poder.



El Tribunal Constitucional, en una acción inesperada, ha admitido el recurso de nulidad de los artículos 144 y 145 de la Ley Marco de Autonomías por la cual el Gobierno se ha dedicado a envilecer los niveles autonómicos de poder. Al haber sido admitido este recurso queda en suspenso cualquier aplicación del mismo. Esperemos que el fallo del Tribunal Constitucional sobre la ilegalidad de esos artículos no sea tan trucho como el que sacaron a propósito del TIPNIS, donde, para sacarlo, no leyeron la Constitución ni la coca, como sugirió un tribuno, sino pareciera que más bien leyeron hojas de eucalipto para emitir esa sentencia que dice todo y al mismo tiempo nada beneficiando a la interpretación del Gobierno.

Después de más de tres meses de ingobernabilidad y escándalos, parece que para el municipio de Santa Cruz se abre la esperanza de retornar a la cordura. Esta oportunidad se da, otra vez, gracias a un reciente fallo del Tribunal Constitucional que declara nulos los actos que llevaron suspender a los concejales titulares, a elegir una directiva sin respetar los procedimientos y demás acciones de locura. Este fallo es una ocasión para que todos los actores locales le devuelvan al pueblo cruceño su respetabilidad y lugar en la construcción de las autonomías.

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Es un momento para que el ejecutivo municipal enfríe la cabeza y se reencamine por el sendero del dialogo y la humildad. Dejando el insulto y la diatriba en bien de tender puentes de honestidad y transparencia que le acerquen al concejo. Es también una oportunidad para que los concejales autodenominados rebeldes e institucionalistas, salgan de su cascaron y en una actitud madura establezcan, bajo el paraguas de las leyes, los límites de su acción fiscalizadora y legisladora. No puede Santa Cruz seguir siendo el hazme reír de los municipios de Bolivia. “Es una vergüenza lo que están haciendo esos cruceños, se han vuelto locos” me dicen “n” concejales y concejales de varios municipios por donde viajo. ¿Por que seguir aferrándose a la ilegalidad? ¿Por que buscar salir por la ventana cuando la puerta de la gloria los espera? ¿Por que destruirse asa mismos y a la ciudad que juraron amar y respetar?

Si las autoridades locales no saben aprovechar esta oportunidad, es mejor que se vayan todos. Es decir, que renuncien a sus cargos y que el Tribunal Electoral convoque a elecciones en cuatro meses. Si los actuales ejecutivos dicen tener el respaldo ciudadano a sus actos al igual que los concejales, que se sometan al voto de la gente por la cual hablan. En menos de 150 días estaríamos restableciendo una nueva configuración política dentro del Gobierno Municipal que le devuelva dignidad a todos. Si no se hace esto, Santa Cruz seguirá siendo el principal actor de un sainete donde la tragedia y la comedia se juntan para dar un espectáculo de vergüenza.

En este sentido y de persistir este impase de ilegalidades, si alguno de los que están involucrados en este circo, quiere tener perspectivas para el futuro lo más recomendable es pedirles que se alejen, que renuncien de mutuo propio, porque esta bola de podredumbre los va arrastrar a todos: a sumisos y a rebeldes. Los nobeles concejales y concejalas que le piden al Ejecutivo que respete la autonomía, que se someta a la fiscalización y que reverencie la institucionalidad, podrían ser los más perjudicados en su futuro si es que no saben aprovechar esta oportunidad y si persisten en esta lógica de inmovilismo y descomposición. Como dije, Septiembre me huele a hierba mala y buena; de desperdicio y oportunidad. ¡En nuestras manos está!