Ingrid WichtendahlHace ya un buen rato que la comunidad cruceña viene soportando escenas de incultura política por demás grotescas (ridículas, irregulares, groseras y de mal gusto) que vienen protagonizando servidores municipales y su corte de aduladores, las cuales parecen relatos de realismo mágico del genial García Márquez en “El otoño del patriarca” donde describe el sistema patriarcal del caudillo latinoamericano de épocas ya superadas en la mayoría de los países de la región y que no se ve en ninguna otra ciudad del país.‘Que vainas, que carajo, el que manda soy yo’, vociferaba el otoñal patriarca, cuando todos sabían que quien en realidad mandaba era Leticia Nazareno, la ex novicia que capturó el amor de sus años seniles. Todos sabían, pero todos callaban.El sociólogo y comunicador social Iván Arias opina certeramente: “Me sorprende cómo la ciudad de Santa Cruz soporta y admite con total indiferencia lo que está pasando con su gobierno municipal. Nadie dice nada y todos se prestan para la ilegalidad y la incordura; realmente deja mucho que desear”. También deja mucho que desear, el aguante a la ciudad insegura y sucia, a los muladares, chiribitales y desorden por todo lado, a la falta de veredas, jardines y semáforos. Al mal olor de los mercados, dizque, saludables. A la falta de atención a nuestros niños y jóvenes convertidos en pedigüeños callejeros, a la falta de atención a la salud. A la falta de albergues, comedores populares, guarderías infantiles. Aguante a la poca transparencia, la ineficiencia, falta de planificación, desconocimiento de urbanismo, y en fin a tantos males urbanos que nos aquejan y que definitivamente no son temas que le preocupen a nadie, menos aún a un alcalde inaccesible, encerrado como está en su ‘guarida de poder’.Hoy con total desconocimiento de la ciencia urbanística los servidores municipales pretenden construir un teatro municipal “en el Parque Urbano, demostrando que su gestión se caracteriza por obras en beneficio también de la cultura y el arte», dice un informe (El Deber, 4-9-12).Es claro que en el afán de construir por construir no han advertido que un parque urbano y un teatro municipal son equipamientos cuyas características y actividades son opuestas. Los parques urbanos son por antonomasia los pulmones verdes de la ciudad. Son espacios públicos con entorno natural, son oasis en la jungla de cemento, y por tanto, escenario para actividades recreativas y culturales al aire libre: trotar, patinar, andar en bicicleta, jugar o simplemente contemplar y solazarse con la naturaleza. Si de teatro se trata éste debe ser un teatro al aire libre. En cambio un teatro municipal es un entorno ya no natural sino construido, ya no para gozar de la naturaleza sino de las expresiones artísticas producidas por el hombre en un espacio también creado y acondicionado por el hombre para ese fin. Si como dicen los municipales que será un teatro similar al Colón de Buenos Aires estaríamos hablando de un edificio que abarca 8.202 metros cuadrados, con una superficie de 58.000 metros cuadrados construidos. ¿Se imaginan el impacto ambiental y funcional que un edificio de esa magnitud tendría sobre el Parque Urbano? Es pues imperativo revisar y replantear la forma de encarar el proyecto del teatro municipal comenzando por estudiar su localización para que sea un aporte al desarrollo cultural y urbanístico de la ciudad. Sin duda alguna que hace falta más neuronas y menos hormonas en la gestión municipal.