Venezuela: estiman que descalificaciones de Chávez han perdido su efecto

CHAVEZ No es la primera vez que Chávez acude a las descalificaciones y adjetivos en víspera electoral. Analistas políticos afirman, cuando falta un mes para las elecciones, que ha tenido que ajustar su discurso a las contingencias que se han presentado en el país, mientras Capriles se centra en situaciones.

El presidente Hugo Chávez apela a las descalificaciones a título personal para tratar de conectarse con los sectores más radicales del chavismo, "que le ríen y le celebran la mayoría de los atropellos retóricos en los que incurre". Así lo señala el politólogo Herbert Koeneke, quien considera que también haberle subido el tono a su discurso puede esconder "una especie de temor a perder las elecciones".

Agrega que no es la primera vez que el mandatario acude a este tipo de estrategia. Recuerda que en 1998 le asignó a su oponente, Henrique Salas Römer, el sobrenombre "Frijolito", y Francisco Arias Cárdenas, "Frijolito 2".



Sin embargo, advierte que existe una gran diferencia entre los apelativos usados en el pasado y la expresión manejada en los últimos días, cuando el Presidente llamó "jalabolas" al candidato de la Mesa de la Unidad Democrática.

El término coloquial fue empleado por el jefe de Estado durante un encuentro con trabajadores del petróleo en el estado Vargas, luego de que Capriles lo usara en un encuentro con sindicalistas de las empresas básicas en el estado Bolívar, cuando afirmó no estar interesado en que los empleados del sector adularan al Gobierno.

También comenta que esta actuación, a su juicio, no tendrá mayor efecto. "Ya, después de 14 años en el poder, la gente tiene una idea bastante aproximada de lo que es el Presidente, que transmite y evoca lo que saca de la cabeza y el corazón".

Por otro lado, manifestó que su oponente, Henrique Capriles, ejecuta una campaña ajustada a las expectativas, "de lo que se hubiera podido esperar de un candidato de la Unidad".

Confrontación sin eco

Además de las descalificaciones, el presidente Chávez ha recurrido también en el pasado, a discursos emocionales en víspera electoral, basta con recordar cuando su campaña giró al entorno el eslogan "por amor", que fue de la mano del famoso tema interpretado por el músico cubano, Silvio Rodríguez.

En esta oportunidad, cuando aspira a un tercer mandato, apela al "corazón de mi patria". Ante esto, el analista explica que es una forma de "dar marcha atrás y presentarse como un conciliador".

Esta estrategia contrasta con la de Henrique Capriles, candidato por la Mesa de Unidad Democrática, quien ha basado sus movimientos en situaciones, a su juicio, tangibles para los venezolanos, como la inseguridad. "La gente cada vez más le atribuye al Gobierno los problemas que estamos viviendo", señala.

Ambas campañas se distancian también en aspectos como el discurso. Mientras el actual primer mandatario nacional recurre a un lenguaje, al que Koeneke considera "rupestre", para descalificar a su adversario, Capriles esquivó la confrontación durante gran parte del proceso.

Aunque puntualiza que probablemente estudios de opinión pública, llevados a cabo por su comando de campaña, lo llevaron a hablar de lo que considera deficiencias en la gestión oficialista.

Control de daños

Por su parte, el politólogo, Ángel Álvarez explica que el Gobierno Nacional se ha visto obligado a ejercer acciones para que su discurso se ajuste a la nueva realidad, ante una serie de eventos desafortunados, como la explosión en la refinería de Amuay y el colapso del puente de Cúpira, y "tratar de conseguir explicaciones a eventos que son su responsabilidad".

Señala que a estos cambios en ciencias políticas, economía y ciencias militares, se les denomina "control de daños", y agrega que los aplican porque "necesitan aparentar" que los accidentes "no son su culpa", a pesar de que no se trata de desastres naturales imprevisibles, como ocurrió con las lluvias que provocaron el deslave del estado Vargas en 1999.

"Ya se sabe que esta época hay lluvias, y se sabe que hay inundaciones, que los ríos se salen de su curso, y durante años el Gobierno ha hecho muy poco", sentencia.

Por otro lado, dice que el candidato de oposición, Henrique Capriles, "ha mostrado su solidaridad y ha contrastado el modo de hacer política del Gobierno, con lo que él habría hecho si estuviese en la Presidencia". Agrega que "es justamente lo que debe hacer un candidato en circunstancias como éstas".

Los tres errores en el discurso de Amuay

El politólogo afirma que el primer mandatario nacional cometió tres errores importantes en el abordaje de esta tragedia.

Dice que el primero fue la frase, a su juicio totalmente desatinada, "la función debe continuar". Cuestiona, "¿A qué se refería? Nadie lo sabe, pero dio la sensación de que se estaba refiriendo a la campaña electoral".

Aclaró que Chávez ha intentado corregirlo, pero que ésta "ha tenido un costo, porque la oposición no se lo ha dejado pasar fácilmente". Precisa que pudo interpretarse como que el Jefe de Estado tomó la explosión como "un incidente más" que debe ser olvidado.

Puntualiza que el segundo fue la insistencia de éste en que nunca hubo olor a gas en las zonas aledañas a la refinería, y su respuesta "con cierto tono airado" a la pregunta realizada por la corresponsal colombiana sobre este tema. "Ese error también fue grave, porque la comunidad de los alrededores sabía y había denunciado, incluso antes de que apareciera en muchos medios, que durante el día hubo olor a gas", expresa.

El tercer error, explica que no fue ejecutado por Chávez, sino por algunos de sus voceros, quienes aseguraron que este tipo de desastres ocurre en cualquier refinería y que era imposible anticiparse a él.

Agrega que representantes del oficialismo dieron fe de que el accidente no se produjo por falta de inversión y cuidados, cuando informaciones, provistas previamente por el mismo Ministerio de Petróleo y Minería, indican que labores de mantenimiento importantes fueron pospuestas.

El Universal – Caracas