Bolivia, Perú y EEUU

Cayo SalinasEl Presidente de la República no pudo ser más claro respecto a lo que piensa de EEUU. Afirmar que es “una caca” tener relaciones con la Embajada de ese país es cuando menos anecdótico, considerando que el lenguaje diplomático no ha registrado alocución tan gráfica y descriptiva. En todo caso, la natural visualización que uno hace al escuchar el término “caca” está referida al excremento humano y, como lo define la Real Academia Española, especialmente al de los niños pequeños. Esa misma Academia hace alusión al término “caca” con palabras como defecto o vicio, suciedad o inmundicia o cosa de poco valor o mal hecha, por lo que por ahí algún asesor palaciego se anime a decir ahora que “caca” es cosa de poco valor y no excremento tal cual se leyó, pensó y sintió. Por otro lado, las aclaraciones que siguieron al gafe presidencial son peroratas que ya no calan. Me refiero a la influencia que en su momento pudo haber ejercido la Embajada norteamericana incluso hasta en la designación de cargos ministeriales, además de la que se imprimía en temas vinculados al narcotráfico. Si hacemos un paralelismo, los Gobiernos de Venezuela y Cuba, por ejemplo, gozan de una notoria ascendencia sobre el nuestro, razón por la cual no creo educado ni decente pensar que dicha ascendencia deba ser equiparada al excremento humano. Por tanto, aquí surgen reflexiones y una inevitable comparación. Mientras en Bolivia el Gobierno ha decidido que las relaciones con el país más poderoso del mundo deben ser tratadas al nivel planteado por el Presidente de la República, en el Perú tanto Hilary Clinton como Ollanta Humala ratificaron la voluntad, de los países que representan, de fortalecer sus relaciones bilaterales en todos los ámbitos en que se necesitan desarrollar políticas de Estado. Mientras en Bolivia, los comentarios estaban dirigidos a encontrar una explicación al tono utilizado por el presidente Morales, en el Perú, Humala destacaba la importancia de la reunión sostenida con la Secretaria de Estado, puntualizando que en la misma se tocaron aspectos vinculados a cómo mejorar la cooperación bilateral en diferentes ámbitos a fin de luchar contra la desigualdad y generar capacidades en favor de los más pobres; se asumió también el compromiso de proteger el medio ambiente a fin de prevenir la deforestación y reducir las emisiones de carbón. Está visto que Bolivia y Perú tienen visiones diversas y objetivos distintos cuando de relaciones con EEUU se trata. Mientras unos priorizan agendas dogmáticas cargadas con una dosis exacerbada de resabios colonialistas que nadie entiende, los otros buscan generar puntos de interés común a fin de propiciar resultados beneficios en ambos lados. Mientras unos olvidan que lo importante es ganar socios comerciales, los otros ganan mercados en beneficio de sus grandes, medianos y pequeños productores. Por todo ello, es importante que el Gobierno reconduzca su accionar en esta materia y lo haga debido a que el interés nacional así lo exige.La Prensa – La Paz