Chávez pierde o empata, pero no gana

Las declaraciones de altos funcionarios del gobierno boliviano sobre una eventual revisión de las relaciones bilaterales con Venezuela, en caso de una victoria de Henrique Capriles en los comicios del 7 de octubre (7-O), son un poderoso síntoma de la preocupación que existe en la administración evista.Esto se debe a que el ascenso mismo de Evo Morales al poder contó con el respaldo, moral y algo más, de Hugo Chávez, y desde entonces el presidente cocalero ha seguido los lineamientos dictados por su “hermano mayor” desde Caracas.De darse un triunfo opositor, el proyecto continental del ALBA se verá seriamente cuestionado y podría ser el inicio de un efecto dominó entre los regímenes “bolivarianos”.También en el escenario de un empate técnico, así sea con leve ventaja para Chávez, quedará demostrada la vulnerabilidad política del mandamás de la boina roja y, por tanto, de sus satélites.Un triunfo oficialista por mínima, por más que signifique la continuidad momentánea del teniente coronel en el poder, le daría mayores márgenes de maniobra a la oposición democrática, además de derrumbar el mito del caudillo imbatible.El único resultado aceptable para Chávez y sus aliados es la victoria por amplio margen, algo que no parece posible sin un fraude monumental, lo que terminará llevándolos al complejo escenario de la ilegitimidad.Así las cosas, un triunfo ficticio por muchos puntos porcentuales sólo podría sostenerse mediante la fuerza de las armas, circunstancia en la cual el gobierno chavista terminaría de mostrar su faz autoritaria al mundo, cayendo los últimos restos de su máscara democrática. Y esto es otra forma de perder.De ahí que, el 7-O, Chávez pierde o empata, pero no gana…[email protected]