El entusiasmo de la afición no terminó ayer con el partido; por el contrario, cobró fuerza y se concentró en la puerta del garaje del estadio, donde medio millar de personas aguardó la salida del bus de los jugadores, y éstos fueron despedidos con vivas, aplausos y muestras de cariño. Incluso una veintena de hinchas ingresó al parqueo interno del escenario de Miraflores, donde los fanáticos lograron arrancar algún saludo y tomarse una fotografía con los futbolistas que de villanos, por el resultado del viernes ante Perú, pasaron a héroes.
La selección logró recuperar el cariño de la afición local con base en la entrega, el buen juego y los goles conquistados ante Uruguay. A diferencia del viernes, el estadio no se llenó, sin embargo hubo una cantidad aceptable de espectadores que se llevaron el regalo —el triunfo— que les ofreció el seleccionado.
“Les agradecemos por venir a apoyarnos en todo momento. Todos nos debemos a la selección y valga la oportunidad para dedicarles este triunfo. La gente que vino estuvo espectacular, pues se sintió su aliento”, afirmó el guardameta Sergio Galarza.
Los espectadores le hicieron sentir su apoyo a Xabier Azkargorta. El entrenador, ni bien saltó a su lugar cerca de la casamata antes del inicio del partido, recibió varias y entusiastas muestras que le brindó la gente ubicada en la recta de preferencia.
La gente siguió respetuosa el himno de Uruguay. Cuando llegó el turno del boliviano, cantó a viva voz, en lo que fue el momento más solemne. El comienzo del partido fue seguido con atención. Bolivia atacó y esa actitud fue premiada con aplausos de manera inmediata por el público. Ni qué decir cuando a los 6 minutos Saucedo abrió la cuenta, “cazando” una pelota en el área.
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Cada gol fue coreado por los aficionados, que de manera incansable gritaron “Bolivia, Bolivia”. El público logró recuperar algo que el viernes se había perdido: el tradicional aliento del ‘Bo-bo-bo, li-li-li, via-via-via, viva Bolivia’, que se originó en la curva norte y fue seguido en la general, la sur y la preferencia.
Con la fiesta instalada plenamente en el estadio, las olas mostraron una y otra vez cuán alegre estaba la gente por lo que hacía la selección en la cancha. Cuando terminó el primer tiempo, los jugadores fueron despedidos con un aplauso cerrado. En el segundo periodo, el aliento se hizo más intenso a medida que se marcaron los goles..Cada jugador sustituido fue despedido con una ovación.
Gualberto Ponce, un paceño residente en el barrio Plan Tres Mil de Santa Cruz, fue uno de los más entusiastas en despedir al seleccionado. “Esto nos faltaba. Que los jóvenes, los mayores y todos nos emocionemos con la selección. Acercarnos a los jugadores y expresarles el apoyo. Estuve en el partido con Perú y la afición paceña estuvo muy apagada, pero ahora fue distinto y así tiene que ser siempre”.
Fuente: Unitel, La Razón.
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