Juan Coronel Quiroga : «Por las manos del Che me ofrecieron $us 400 mil»

Entrevista. Fue miembro del Partido Comunista. En La Paz recibió el curioso pedido de ingeniárselas para llevar a Cuba las manos del guerrillero. Llegó hasta Moscú. No entró en La Habana porque fue considerado traidor.

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Roberta Navia, El Deber, 07 de Octubre de 2012

La aventura mayor de Juan Coronel Quiroga ocurrió hace 43 años. En julio de 1969 recibió las manos de Ernesto Guevara que nadaban en un líquido verdusco dentro de un frasco de vidrio. Las guardó por cinco meses en su cuarto de pobre de La Paz y empezó un periplo de peligro por España, Hungría y Francia, hasta llegar a Moscú. “Eran unas manos de tamaño superior, musculosas, cubiertas por un bello fino. Eran morenas como de gente que hubiera trabajado en el campo”, rememora ahora en su casa de Santa Cruz, envuelto en sus 75 años de vida y en aquel recuerdo inmortal.

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– ¿Cómo empieza la historia?

– Yo era militante del Partido Comunista desde 1956, cuando tenía 19 años. De Cochabamba me trasladé a La Paz y formé parte de la comisión nacional de prensa, donde me pagaban Bs 350, equivalentes a $us 30. Mis condiciones económicas eran deplorables. Compartía una habitación con mi camarada Jorge Zatori Rivera, hermano de Fernando, que fue alcalde de Santa Cruz.

Un día, Jorge recibió un llamado telefónico. Era Víctor Zanier, amigo de ambos. Lo citaba para una reunión en el café Ok, a las 21:00 de ese día. Era la segunda quincena de julio de 1969. Jorge me pidió que lo acompañara. Llegamos al café y apareció Víctor con un bolsón de viaje y un sobretodo en el brazo. Le pregunté si estaba de viaje y dijo que no. Nos sentamos y de sopetón nos preguntó: ¿Saben qué tengo en este bolsón? No nos imaginábamos. Dijo: Tengo las manos del Che y su mascarilla mortuoria. Me he comprometido a hacerlas llegar a Cuba y no sé cómo. Nos preguntó si nosotros podríamos encargarnos, si teníamos los contactos necesario? Casi al unísonos le dijimos que sí. Ese es el inicio de esta historia.

– ¿Vieron las manos?

– Recién la vimos cuando llegamos a nuestro cuarto, que estaba en la calle Diego de Peralta, esquina Honduras, en el barrio de Miraflores. Nos sentamos en mi cama, abrimos el bolsón de cuero, sacamos el envoltorio de periódicos, descubrimos un frasco de vidrio y adentro dos manos nadando en un líquido verdusco que seguro era formol. También desenvolvimos la mascarilla de yeso que tenía incluso algunos pelos del Che. El bolsón permaneció debajo de mi cama durante cinco meses. Desde fines de julio hasta fines de diciembre. Cavilábamos sobre cómo hacer el trabajo. Como yo era el menos conocido entre los dos decidimos que viaje mi persona. 

– ¿Cómo consigue transportar el paquete?

– En el mismo bolso, como equipaje de mano. El 28 de diciembre de 1969 tomé el vuelo de Iberia, rumbo a Madrid con escala en Lima, Guayaquil, Bogotá y Caracas. Llegué a las 11:00 del 29 y me embarqué en Air France, rumbo a París y el 30 viajé a Budapest. Ahí me esperaba un funcionario del Partido Comunista Húngaro, Sandor Vargas. Conquisté su amistad porque yo llevaba bajo el brazo el libro Cien Años de soledad de García Márquez, lo vio y me dijo que se lo vendiera porque su esposa era docente de literatura latinoamericana. A Moscú partí el 3 de enero de 1970. Me esperaba un funcionario del Partido Comunista soviético que me condujo a un hotel que estaba destinado únicamente a la jerarquía comunista mundial. 

El mismo sábado 3 de enero, al llegar, me encontré con Víctor en Moscú y el lunes 5 y fuimos a la embajada de Cuba. El primer secretario nos dijo que iba a consultar a La Habana y que nos llamaría. Zanier recibió un llamado después, fue a la embajada y volvió aparentemente compungido y me contó que el Ministerio de Relaciones de Cuba dijo que yo no podía viajar a La Habana porque me consideraban miembro del Partido Comunista traidor de Bolivia. Le entregué las manos al primer secretario de Cuba en Moscú, ni siquiera me dio las gracias. Las manos del Che partieron a Cuba la noche del 5 de enero de 1970. 

– ¿Cómo llegaron las manos a Víctor Zanier?

– Las manos fueron cortadas el 10, al día siguiente de su muerte, bajo la excusa de identificación. No creo eso. Fueron cortadas para dar un mensaje de parte de la CIA: No metan las manos donde no les corresponde. Las manos fueron identificadas por la policía argentina que llegó a Vallegrande, pero para mayor evidencia fueron llevadas al Ministerio del Interior de La Paz donde se comprobó que eran las del Che. El ministro del Interior era Antonio Arguedas Mendieta. Una vez cumplido su objetivo de identificar telefoneó al Comandante en Jefe de las FFAA, al general Alfredo Ovando Candia, para preguntarle qué hacía con las manos, Ovando, que sufría de una úlcera, le dijo: Haga usted lo que le dé la gana. Arguedas Mendieta se las guardó y las enterró en su casa.

En marzo de 1968, el estado mayor le dio a Arguedas el diario del Che para que sacara un microfilme, él sacó dos copias. Se guardó una. Lo llamó a Víctor Zamier y le encargó hacer llegar el diario a Cuba. Este lo llevó hasta Chile y lo entregó a la revista Punto Final y ese medio de comunicación la llevó a La Habana. En Bolivia descubrieron a Arguedas y fue detenido. Salió libre y empezó a oficiar de director del diario Jornada. Una noche, él se recogía a su casa y al bajar por la calle Socavaya, desde una camioneta le dispararon unos oficiales que conozco, pero que no voy a dar sus nombres porque están vivos. Le hirieron en un brazo. Se asiló en la embajada de México, desde donde hizo llamar a Zanier para decirle que desentierre las manos y la mascarilla y las llevara hasta Cuba.  

– ¿Usted por qué aceptó?

– Por deber revolucionario y por aventurero.

– ¿Alguien le ofreció dinero?

– En septiembre de 1969 recibí la visita de un hombre de 30 años de edad que yo creo era de la CIA. Se camufló en una tarjeta personal que decía que era del museo Británico. Me dijo: sabemos que conoce dónde están las manos y la mascarillas del Che, tengo la misión de pagarle $us 400 mil y 200 mil por la mascarilla. Yo negué que tenía ese paquete.

      El dato    

“Jorge Zatori, mi compañero de cuarto en La Paz y con el que estuve cuando nos mostraron por primera vez las manos del Che, el año 1971, al darse el golpe de estado de Hugo Banzer, fue apresado, puesto en campo de concentración, torturado y después exiliado. Regresó en 1979 a Bolivia y fue candidato a diputado por el Beni del Partido Comunista, viajaba en el avión donde iba Jaime Paz Zamora y murió en ese accidente”.