Es posible que la ola de rumores que circularon en los últimos días sobre la “muerte encefálica” de Fidel Castro sea sólo eso, pero la discusión que separa a creyentes y escépticos en esas versiones no es otra cosa que un debate sobre lo inevitable.Al decir de la organización Freedom For Cuba: “Más tarde o más temprano él hará su entrada triunfal en el infierno…”.Por más que la maquinaria de la medicina cubana se concentre en alargarle la vida -esa es su función principal, después de todo- el deceso del dictador “jubilado” se acerca, momento en que se producirán ciertos cambios en la isla.No será la caída del régimen, pero tras la desaparición de Fidel su hermano Raúl previsiblemente profundizará la implementación del “comunismo a la china”, combinando la preservación del monopartidismo totalitario con la apertura económica a mecanismos de mercado.Algo sin duda más tolerable para los cubanos que la servidumbre estatal vivida hasta ahora, sin olvidar que el modelo chino es un capitalismo salvaje, ya que los trabajadores no cuentan con los derechos sindicales que rigen en las sociedades democráticas (en Cuba tampoco existe el derecho de huelga).El secretismo en torno a la salud del dictador ha sido una de las constantes en distintos sistemas totalitarios: sucedió así con Stalin, Franco y los tiranos de Corea del Norte.Esa falta de transparencia es precisamente el caldo de cultivo de los rumores.Fidel y los nazisMientras circulan estas versiones, el diario Die Welt da a conocer documentos desclasificados de los servicios de inteligencia de Alemania occidental (BND), dando cuenta que durante la crisis de los misiles de 1962, Fidel Castro reclutó a ex integrantes de las SS nazis.Según la información, Castro “No solo buscó a antiguos miembros de las llamadas Waffen-SS, sino también a oficiales del cuerpo de paracaidistas y zapadores, así como técnicos que habían servido en el ejército nazi. A los potenciales interesados se les ofrecía un sueldo equivalente a 1.000 marcos alemanes de entonces, en moneda cubana, más otros 1.000 marcos en cualquier divisa europea, a transferir a una cuenta del Viejo Continente”.Siempre resultó curioso que Castro, durante el juicio que se le siguió tras el asalto al cuartel Moncada, repitiera la frase que Hitler lanzó cuando su proceso judicial, luego del fallido “putsch” de Munich: “la historia me absolverá”.En ninguno de los dos casos sucedió ni sucederá así. La historia no los absolverá…[email protected]