La ‘selección’ es la ley del negocio bolichero


La ley antirracismo y una ordenanza no bastan. Las quejas por discriminación en locales sobran. EL DEBER recogió testimonios sobre nuevos modos para ‘escoger’ clientela.

image El Deber, Santa Cruz, Bolivia

No todos los boliches cruceños viven bajo la misma regla, pero algunos  tienen como estandarte la ‘selección’ de su clientela; garantía del porvenir del negocio. Hay un público que demanda selectividad para sus noches de diversión y, a pesar de normas ‘antidiscriminación’, en Santa Cruz hay locales nocturnos que se dan modos para escoger a su púbico: gente de farándula y reconocida, un anzuelo que atrae público y rentabilidad.



De eso dan cuenta empresarios de locales nocturnos, autoridades, ‘bolicheros’ y algunos denunciantes. La vigencia de la Ley 045 Contra el Racismo y toda forma de Discriminación (octubre de 2010) y de la Ordenanza Municipal 121/2011 (octubre de 2011), que penalizan todo acto discriminatorio, no han sido suficientes para acabar con los problemas en los ingresos de algunos locales.

Un par de semanas atrás, Juan Pablo Richter, cineasta cochabambino invitado del Fenavid, denunció que en el bar Katura se obstaculizó el ingreso a una mujer vestida de pollera. “Los guardias no los dejaron pasar, no explicaron, solo dijeron que recibían órdenes. No hablamos con el dueño, todo fue pacífico”, relata Richter. Carlos Fernández, copropietario de Katura, cree que el hecho fue tergiversado y que el problema se debió a que el boliche estaba copado. “Si alguien se sintió discriminado, pedimos disculpas, solo cuidábamos la seguridad de todos”, explica.

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Fernández dice que Katura es un bar abierto, pero todo mundo sabe que hay cuatro o cinco boliches selectivos que se valen del cobro de ‘covers’ caros o de reservas para filtrar a su clientela.

“Viene a ser una estrategia de márquetin porque sabemos que siempre queremos lo que más nos cuesta y ahí entra el famoso derecho de admisión”, explica, bajo secreto de su nombre, la relacionadora de uno de los boliches más exclusivos de la ciudad. Ella dice que los locales selectivos ‘juegan’ con las reservas. Nadie entra sin reserva en este tipo de locales y los boliches no solo venden diversión, sino también exclusividad.

Las reservas se hacen con anticipación y su costo implica el pago de una mesa con derecho a una botella de wiski, con precios de Bs 500 a Bs 1.500.

Sobre el tema, el concejal disidente Manuel Saavedra cuestiona que no se hace cumplir la normativa. Asimismo, Saavedra recuerda que la ordenanza suprime los derechos de admisión y los tratos diferenciados en los locales públicos, bajo penas que van desde el cierre del local por tres días y una multa, hasta la clausura definitiva.

Saavedra dice que los locales ni siquiera han cumplido con la disposición de colocación de un anuncio fuera de cada recinto en el que se aclare que el ingreso es libre y que todos son iguales ante la ley y las instituciones.

El oficial mayor de Defensa Ciudadana, José Canudas, argumenta que no tiene suficiente personal para hacer cumplir la ordenanza, pero que, hasta donde se puede, se hacen recorridos para fiscalizar que la norma se cumpla.

Sobre el tema, Jorge García, socio del club Mia by Set, uno de los más cotizados de Santa Cruz, asegura que intentan no discriminar a nadie, por lo menos en su boliche. García dice que en el local que dirige no se le cierra la puerta a nadie, pero indica que “mayormente, la clientela es de amigos de los relacionadores públicos”, gente encargada de gestionar las reservas. “Si ellos (los relacionadores) están bien relacionados, si tienen amigas modelos, gente conocida, los llaman y le ofrecen nuestros shows. Uno tiene que rodearse de esa gente”.

García y Sergio Viscarra, otro empresario de locales nocturnos, coinciden en que no se puede dejar pasar a clientes en estado ‘inconveniente’ (vestidos con short y chinelas) con el pretexto de las normas antidiscriminación. “La ley tiene que detallar los motivos por los que una persona no puede entrar a un local. Por ejemplo, no ir con la ropa adecuada, sin limpieza y sin protocolo”.

De los guardias a los relacionadores

Los tiempos han cambiado y ya no es legal ni está bien visto que en los boliches un guardia de seguridad impida el ingreso a determinados clientes sin una explicación lógica. Así lo explica Sergio Viscarra, empresario de locales nocturnos con 23 años de experiencia, que explica que los guardias solo ofrecen seguridad y que ahora hay casos en los que quienes manejan el tema de los ingresos y reservas son los relacionadores públicos de cada local.

Hace cinco años, relata un guardia de seguridad de boliches, cuando la discriminación era abierta: “Los dueños le decían que si dejaba entrar a cualquiera, el local se iría a la quiebra porque la gente de clase alta no quiere estar en el mismo lugar que la tropa”. Y las restricciones se aplicaban.

Para Viscarra, los clientes que no consumen, que llegan en estado inconveniente (ebrios) o que se presentan ‘de shorts’, no se los debería amparar con la ley antidiscriminación. Como una estrategia de márquetin y para prevenir ese tipo de visitantes, explica Viscarra, ahora hay relacionadores que gestionan clientela.

“Mi rol como relacionadora de esta discoteca es llevar mesas exclusivas. Hasta preguntan a quiénes tendrán de vecinos de mesa antes de confirmarla”, explica una de las encargadas.

Muchas cosas cambiaron

Eugenia • Estudiante de Arquitectura

Yo soy una bolichera desde hace varios años. Empecé a los 18 y ahora tengo 29. Siempre me gustó la movida cruceña, la magia de la noche, la frescura del viento que cae al amanecer y que uno lo disfruta al salir de los lugares encerrados donde se origina el baile.

Muchas cosas han cambiado desde aquel año y muchas otras siguen igual. Por ejemplo, antes existía una discriminación descarada, abierta y nadie hacía nada, ni las autoridades ni las personas que resultaban ofendidas.

Todo el mundo se hacía el opa y hasta causaba gracia cuando uno era testigo de que a alguna gente no se la dejaba entrar a un boliche.

Los más afectados casi siempre han sido los hombres, porque las mujeres, aunque no tengan dinero, casi siempre son apadrinadas por los varones.

La municipalidad casi nunca ha hecho nada. Los gendarmes no se han dado por aludidos y pocas veces están custodiando en las puertas de los locales. La cosa fue cambiando desde que se habló de que la Alcaldía prohibía mediante una norma que se discrimine. Pero yo creo que este problema sigue porque yo sé que hay formas de que la seguridad de algunos locales tienen órdenes de no dejar a cierta gente que si bien puede estar bien vestida, pero no garantiza un buen consumo.

Se esfuerzan por no lastimar a la gente

Ingrid • Instrumentadora médica

En la noche cruceña se ve de todo. Se ven cosas dentro de los boliches y también fuera, en la puerta, antes de ingresar.

Ahí, por ejemplo, se veía antes más que ahora, a guardias que discriminaban a personas que querían ingresar.  Yo vi mucho esas cosas. Vi cómo amigos míos tuvieron que volverse a casa por no estar vestidos correctamente. Estar vestido incorrectamente significaba llevar puesto un pantalón jeans o una camisa que no es de marca o no oler a perfume caro.

De un tiempo a esta parte, en honor a la verdad, he visto menos discriminación. Ahora, los dueños de los boliches se preocupan por no hacer sentir mal a las personas y les dicen de una manera muy respetuosa que el local ya está lleno y que vuelvan dentro de dos horas para ver si ya se ha vaciado un poco. Así transcurre la noche en esta ciudad, entre palabras sinceras e hipocresía.

Para algunos somos ídolos y para otros…

René M. Exguardia de boliche

Yo he sido personal de seguridad en varios boliches. Algunos nos ven como ídolos y otros como verdaderos demonios. Los que nos adulan son las personas a las que las dejamos ingresar como si fueran reyes o reinas.

Ellas tratan de adularnos, de hablarnos bonito. Pero hay quienes nos detestan porque en algún momento se les ha impedido el paso. Yo he sido guardia en el peor momento, cuando discriminar era normal, cuando tener cara de indígena o no vestir ropa de marca era algo despectivo. Yo a veces me sentía mal porque provengo de una familia humilde.

Pero era mi trabajo. A mí me pagaban para que el negocio no quiebre. El dueño me decía que si yo dejaba entrar a cualquiera, el local se iría a pique porque la gente de clase alta no quiere estar en el mismo lugar que la ‘tropa’.

    Ley 045/2010   

Artículo 15: Queda prohibida toda restricción de ingreso y colocado de carteles con este propósito, a locales o establecimientos de atención, servicio o entretenimiento abiertos al público, bajo sanción de clausura por tres días en la primera vez, de treinta días en la segunda y definitiva en la tercera. Salvando aquellas prohibiciones previstas por ley que protejan derechos o para las actividades que no estén dirigidas al público en general por su contenido.

Se declara la obligatoriedad de exhibir carteles en el ingreso a los establecimientos públicos y privados de atención, servicio o entretenimiento abiertos al público, en forma visible el siguiente texto: ‘Todas las personas son iguales ante la ley’. En caso de restringirse ilegalmente el acceso a locales públicos, podrá presentar su denuncia ante los Gobiernos Autónomos Municipales.

Quería que me trague la tierra

Franco L. Centeno  / Discriminado

Yo fui discriminado el 2005. En ese momento quería que me tragase la tierra. Yo tenía 19 años y estaba en plan de conquista. Sabía que a cierto boliche iba una pelada que me gustaba y yo fui en busca de ella.

Fui vestido con un pantalón jeans nuevito y una camisa manga corta. Cuando me topé con el guardia, me puso su mano y me dijo: Un momento.

Nos reservamos el derecho de admisión. Yo le pregunté en qué había fallado, y hasta le dije que podía ir a cambiarme mejor de ropa.

No sé qué otras barbaridades también le dije de las cuales ahora me arrepiento, porque no valió la pena rebajarse tanto. Pero cuando uno es jovencito y le pasan cosas como esas, se siente lastimado. Ahora yo me doy cuenta de que no valió la pena sufrir porque la discriminación en los boliches es un asunto comercial.

Pero también me gustaría que las autoridades se esfuercen por proteger a los jóvenes. A esa edad duele que no lo dejen ingresar a un lugar a divertirse.

No es suficiente una ley

Yolanda Herrera / Presidenta de DDHH

No es suficiente eliminar la discriminación con una ley o una ordenanza municipal. Primero, todos los bolivianos tenemos que saber que se trata de un delito y que quien se sienta ofendido en cualquier escenario debe denunciar.

Con la normativa, es evidente que existe discriminación sutil, cosa que obliga a incentivar a las personas humilladas, a que se quejen ante la fiscalía para que se investigue.

Nos queda un caminar muy largo hasta que la ley se ejecute entre todos los bolivianos.

Lo cierto es que continúa la discriminación, quizá de diferentes maneras. En algunos boliches existe discriminación oculta. Sería importante que las víctimas lo revelen para así saber con qué frecuencia ocurre. 

En la oficina de los DDHH  no hemos recibido denuncias contra boliches  de manera directa.

   Ordenanza 121/11   

– Artículo 6: queda prohibida toda restricción de ingreso y colocado de carteles con propósitos de racismo y discriminación en locales o establecimientos públicos y privados.

– Artículo 9: La persona afectada por cualquier acto de racismo y/o discriminación según lo establecido en la presente Ordenanza, podrá presentar denuncia verbal o escrita con la sustentación suficiente ante la Oficialía Mayor de Defensa Ciudadana o ante las autoridades correspondientes.

– Artículo 11: se establecen las siguientes sanciones para los establecimientos que contando con licencia municipal de funcionamiento cometieran actos de racismo y/o discriminación: Clausura por tres días en la primera vez y una multa económica equivalente a un salario mínimo nacional, clausura por 15 días en la segunda vez y una multa económica equivalente a dos salarios mínimos nacionales, clausura definitiva del establecimiento.