Súbitamente a la cultura de la incultura


Gustavo Angelo*“Al pueblo hay que darle lo que le gusta.” Esta frase se las oye a algunos funcionarios-públicos de los Gobiernos y en época electoral. ¡Se equivocan!, tratándose de “entretenimiento” llamados “Fiestas, carnavales, serenatas o entradas folklóricas”, para el caso da igual. Que sólo proponen sueños esporádicos donde la mente no necesita movilizar una sola neurona. Siguen siendo las mismas “diversiones”. En programas culturales/deportivos está la posibilidad de moldear preferencias, educar el gusto y fomentar conciencia crítica en la sociedad. Una sociedad con deficiente “educación”, sin propuestas socio-culturales, está condenada a vivir en el ocaso de la conformidad. Hace días atrás en la columna de Oppenheimer se afirmó malas noticias para las universidades latinoamericanas, donde no figura ninguna universidad de; Argentina, Chile, Perú, ni Venezuela entre las 400 mejores del mundo dentro el ranking de universidades. ¿Que se podría esperar de las universidades de Bolivia, que están aun lejos de acercarse a un puesto favorable del ranking de universidades de latino América? Pareciera ser, que estamos lejos de aspirar a una educación altísima. La educación es uno de los factores claves para el desarrollo -a través de ello la ciencia se adquiere- Franz Tamayo decía: “Muchos creen que la instrucción trae consigo también la educación del carácter y la adquisición de buenas costumbres. ¡Error gravísimo! Cuando no hay un fondo moral, la instrucción es un peligro, y la ciencia puede llegar a ser una plaga. El abogado de mala ley, el juez ímprobo, el sofista astuto, el periodista logrero, el político inconsecuente, etc. No son otra cosa que gente instruida, y a veces muy bien instruida, pero sin costumbres, o con malas costumbres, y con un carácter negativo, respecto de los intereses constantes y ulteriores de la vida”. En la actualidad la plaga de la ciencia se va aplicando en la sociedad de una y otra manera. En el orden de la ciencia hay que saber distinguir entre opiniones y verdades. Pero, como vivimos en un mudo subjetivista, esto ya no convence a muchos, ya que “cada quien tiene sus propias verdades”. Ante el relativismo quien tiene más que perder es la verdad misma y, detrás de ella, cada uno de nosotros. Es cierto que la búsqueda de la verdad puede no ser agradable. Chesterton afirmó que “el hombre de hoy ha perdido la capacidad de admiración”. Lo cual provoca en el ser humano el peligro de la pobreza intelectual, psíquica y espiritual. Vivimos en la cultura de la incultura que suele manifestarse en la manía del picoteo, es decir, en el afán de pasar de un tema a otro con gran rapidez, sin profundizar en nada. Así pues, pensar -analizando- nos resulta un lujo inalcanzable. Un hombre culto en el mundo contemporáneo no es aquél que haya leído todos los libros de una biblioteca o que tenga información adecuada; sobre; ideologías políticas, pensamientos filosóficos, libros de historia, sino “el que se preocupa profundamente por los ‘problemas de su tiempo’ y por el desarrollo de la cultura contemporánea”. Aquellos que tienen amplios conocimientos son llamados intelectuales que no es lo mismo que ser culto, pues existen personas brillantes con ideas geniales, pero carentes de cultura o viceversa, Si fuéramos cultos e intelectuales, nos preocuparíamos por nuestro propio bienestar social, económico, político; pero además, por la ciudad y por los seres humanos que la habitan. Einstein solía decir que “todos éramos ignorantes pero que no todos ignorábamos las mismas cosas”. Desde ese aspecto, todos sabemos cosas y todos ignoramos cosas que debemos ser conscientes de reconocer lo que hacemos en nuestra cultura, con el fin de enmendar los problemas actuales, como ser de la educación (universidades competitivas) de esa manera ¡estaríamos cambiado de norte! y alejándonos súbitamente de la cultura de la incultura.*Economista e investigador en temas culturales