La diplomacia de las pelotas

Desde que el presidente Evo Morales llegó al poder, un nuevo tipo de diplomacia parece haberse puesto en práctica por parte del Estado boliviano.No se trata de una diplomacia efectiva, que resguarde los intereses estratégicos nacionales, sino de una diplomacia mediática que busca la promoción internacional de la imagen del mandatario, quien exhibe a falta de otras virtudes sus dotes futbolísticas por el orbe.Hablamos de la diplomacia de las pelotas, la costumbre presidencial de “jugarse un picadito” en cuanta cumbre internacional lo recibe, a modo de recibir los fogonazos de las cámaras de la prensa mundial.Así lo hemos visto, una vez más, en la Cumbre de Cádiz, que reúne a los jefes de Estado y de gobierno de Iberoamérica, donde la extenuación deportiva parece haber dejado a Morales sin fuerzas para reunirse con Mariano Rajoy. Eje principal de la diplomacia de las pelotas es la defensa del interés de las principales bases electorales del oficialismo, los cocaleros del Chapare, región donde, según datos de Naciones Unidas, más del 90% de la producción de la “hoja milenaria” está dedicada a abastecer de materia prima al narcotráfico.En cambio, la búsqueda de nuevos mercados para la producción legal boliviana no parece estar entre las prioridades de esta nueva política exterior, a juzgar por los problemas que atraviesan varios sectores exportadores del país.Que nadie se engañe: en la diplomacia plurinacional ya no rigen los intereses de Bolivia, sino que el presidente hace lo que le mandan las pelotas…[email protected]