Los datos están en la cancha

Gonzalo Chávez A.El miércoles 21 de noviembre se produjo el acto supremo de las estadísticas en un país: Se realizó el Censo Nacional de Población y Vivienda 2012. La sociedad y la economía bolivianas pararon por un día para entregar información al Estado. Un censo se realiza cada diez años y como todos habrán verificado es una actividad tremendamente compleja, cuyos resultados se procesarán por varios meses y tendrán impactos políticos y sociales. Como economista, soy un usuario intensivo de datos e informaciones de todo tipo. Muchos de los análisis que, ustedes amables lectores, leyeron en esta columna dominical tenían respaldo empírico probablemente originado en los anteriores censos. Con frecuencia se critican los datos, paradójicamente se los acusa de ocultar la realidad, especialmente cuando se sobrepolitizan las discusiones de políticas públicas. Es muy común que se torturen las informaciones, para, así, ponerlas al servicio de la ideología de turno. Muchas veces, las estadísticas se deben postrar ante los altares de la propaganda. Una de las frases de efecto más comunes de los que tienen fobia a los números es que los datos no se comen, mantra que se repite para aludir al hecho de que muchas veces hay un divorcio entre los datos sobre avances sociales, por ejemplo, y la percepción de la gente sobre su realidad. Pero cabe resaltar que sin información estadística no sabríamos quiénes son los que no comen.También existen grandes escritores como Mark Twain que se deleitaron criticando a las estadísticas. El literato norteamericano en alguna oportunidad dijo que había tres tipos de inverdades (¿qué elegante, verdad?): mentiras, mentiras disfrazadas y estadísticas. En suma, los datos estadísticos siempre han estado bajo fuego, repudiados y maltratados por propios y extraños. También son víctimas de los políticos que los usan para ratificar sus imposturas, hacer promesas que no se pueden cumplir o inflar los resultados de sus gestiones.Obviamente, aquí no se trata de defender la peregrina idea de que las estadísticas son neutras. Tampoco tenemos un ataque de soberbia y no estamos adheridos a aquellos que sostienen que los datos son verdades absolutas. Las informaciones estadísticas, inclusive en su estado más primario, como las que provienen de los censos, tienen un contenido ideológico. Cuando se construye un indicador, se hace una encuesta o se elabora una proyección obviamente que se parte de supuestos que oscurecen parte de la realidad o sobreiluminan un hecho por razones ideológicas. Por ejemplo, un indicador como el de la población económicamente activa que no incluye el trabajo de las mujeres en el hogar es resultado de una decisión política. Es el silencio estadístico machista. Otro ejemplo vinculado al censo 2012 es la interpretación ideológica que se dará a los resultados que saldrán de la pregunta que indagaba sobre la identificación étnica de la población. ¿Cómo se interpretará la categoría “ninguno”? ¿Éste será el número de los mestizos en Bolivia? ¿O los porcentajes de los diversos grupos indígenas serán el respaldo empírico del Estado Plurinacional? Hechas estas aclaraciones y ponderaciones, permítanme afirmar en buen tono que, a pesar de todo, los datos estadísticos son fundamentales para el diseño de las políticas públicas, para la implementación de políticas sociales, para saber dónde nos encontramos en materia de desarrollo humano y económico. También la información es fundamental para el sector privado y las organizaciones no gubernamentales, ayuda a identificar consumidores, usuarios o beneficiarios. Por eso el censo 2012 fue un hecho de mayor importancia y esperemos que el procesamiento de la información sea hecha con transparencia, profesionalismo y elevada calidad técnica. El procesamiento de los datos del censo 2012 es una oportunidad de relanzar y consolidar un Instituto Nacional de Estadística (INE) independiente, con una gobernancia institucional basada en la participación de los principales usuarios (Gobierno, sector privado, actores académicos, ONG y otros). País sin un sistema estadístico serio y confiable está condenado a los laberintos de la ignorancia; por eso es tan importante que nuestros centros de producción de datos sean independientes de los vaivenes políticos, porque cuando nuestros políticos, en su mayoría pre pitagóricos en matemáticas, se meten a manipular datos, están cometiendo un crimen que puede estar privando a nuestros niños de salud o educación.En fin, los datos estadísticos que entrarán en la cancha a través del censo 2012 deben brindarnos mucha materia prima para elaborar mejores programas y proyectos públicos para el beneficio de la gente, pero también ayudarán a mejores acciones del sector privado. Página Siete – La Paz