A siete años de gestión

Juan Francisco Gonzales Urgel

BUBY En noviembre pasado, Juan del Granado, otrora socio y aliado de su tocayo Juan Evo Morales, reclamaba que éste debería responder a los bolivianos por la malversación de la riqueza obtenida en siete años de ingresos extraordinarios derivados del altísimo valor de las materias primas alcanzadas en los mercados internacionales. “Son nada menos que 50.000 millones de dólares… que no han sido convertidos en bienestar ni empleos dignos”, respuesta que a estas alturas del año, bien puede ser el respaldo de un informe de gestión.

Aunque el Sin Miedo no desglosa la cifra, ésta puede incluir el avión presidencial adquirido por 38,7 millones de dólares; sin contabilizar los gastos en combustible, sueldos y salarios para los pilotos -y por supuesto- alimentación, vestimenta deportiva, algunos extras y alojamientos para los miembros de la Selección de Fútbol del 94, con la que Evo Morales gusta jugar usando la “número 10” en la espalda, luego de cada inauguración de obra o entrega de cancha de pasto sintético. Los partidos son televisados por el Canal del Estado y transmitidos (¿) por un equipo de locutores deportivos. Al respecto, la Ministra de Comunicación informó que desde enero hasta octubre de 2012 se habían efectuado 483 trasmisiones (de los actos de entrega de obras) a un coste de 3,5 millones de dólares. A ese ritmo, en los siete años transcurridos, el coste total alcanzaría la suma de 24,5 millones de dólares.



Cualquier cálculo debió tomar en cuenta los dos helicópteros bimotores presidenciales comprados por 11 millones de dólares. Y, como un presidente del “Proceso de cambio” no puede salir desde una terminal vulgar y silvestre, se construye un hangar y su respectiva terminal con áreas privadas, seguridad, y sala de prensa en la Brigada Aérea de El Alto, la misma que tendrá un costo aproximado 1,6 millones de dólares.

Incómodo por la pequeñez del histórico Palacio Quemado que diera cobijo a otros presidentes más mundanos -como su ex socio de andanzas, Carlos Meza- Evo Morales ha decidido construir la Casa Grande del Pueblo, un edificio que también albergará a tres ministerios en sus 12 pisos, un helipuerto, y que a solicitud del Ministro Choquehuanca, llevará motivos tihuanacotas ahora que empieza “el nuevo tiempo” y junto al sol marchan “los guerreros del arco iris”. Está por comprobarse si la Casa Grande del Pueblo va a sobrepasar ampliamente la suma de 50 millones de dólares como calculan algunos malpensados.

Otras cifras que debieron ser contabilizadas por el “Sin Miedo” son los 7 millones de dólares, destinados al “Museo de la Revolución Democrática y Cultural” en actual construcción para la exposición de las fotos del solsticio de verano que se realizó en el Lago Titicaca al coste de 1 millón de dólares. Alguna cantidad se habrá averiguado sobre lo gastado anteriormente para el estadio y coliseo con capacidad para 5.000 espectadores donde podrán caber sin apretujarse los 173 habitantes de Orinoca, cuna del caudillo ubicada a 3.767 metros de altura sobre el nivel del mar.

Como antojos de Evo deberán sumarse la Fábrica de Úrea, Cartonbol, Papelbol, Lácteosbol y el Aeropuerto de Chimoré en Chapare. Junto a cerca de 20 empresas estatales, Evo también creó Emapa, Azucarbol y Ecebol (Empresa Pública Nacional Estratégica de Cemento), BOA y Eva que suman varios cientos de millones de dólares. No pueden olvidarse el satélite Tupac Katari (300 millones de dólares y no sabemos cuántos años de explotación exclusiva de litio por China), la carretera del TIPNIS (más de 600 millones de dólares) y el teleférico La Paz- El Alto (350 millones de dólares).

Evo Morales y su gobierno no escatimaron recursos destinados al gasto corriente no productivo. Un estudio de la Fundación Jubileo revela que éste consume el 66% del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), y otras fuentes indicaban que hasta 2011, los hermanos MASistas habían incorporado 68.000 militantes “azules” en la administración central y las empresas públicas. Igual esfuerzo presidencial merecieron la deuda interna y externa que a saber de los economistas hoy sobrepasa los 10.000 millones de dólares

Sin embargo, los resultados de esta danza de dólares son menos que exiguos, pues tanto dinero derrochado en gustitos personales elevados a rango de prioridades nacionales, no han redundado en otra cosa que una pléyade de funcionarios despistados y “giles” (Torrico dixit), quienes luego de siete años de ejercicio monopólico del gobierno son incapaces de distinguir un burro de un caballo a medio metro de distancia, ni mantener a resguardo la “cadena de mando” que se rompió en La Calancha, Caranavi, Chaparina, el asalto al Hotel Las Américas y las alcabalas de las redes de extorsión. En siete años de gastar el dinero de los bolivianos y bolivianas, ni Evo Morales ni sus ministros aprendieron a gobernar, peor aún, asumir la responsabilidad por sus actos.

Don Sin Miedo, al igual que yo, deberá concluir que los 50.000 millones de dólares que reclama a Evo Morales son plata perdida.