María Teresa Zegada – Pagina SieteLos conflictos suscitados en el TIPNIS hace más de un año, han trascendido las discrepancias en torno a la carretera, la aplicación de la consulta y sus resultados. En realidad revelan aspectos y contradicciones del proceso de cambios emprendido desde hace siete años en el país. Por esta razón es un conflicto de tan larga duración y tan difícil de resolver.Visto superficialmente, el itinerario del conflicto fue el siguiente: decisión del Gobierno de construir la carretera – reacción de los pueblos indígenas – intentos fallidos de diálogo – medidas de presión – represión y negociación en favor de indígenas – nuevos conflictos – nueva negociación en favor de otros sectores – aplicación de la consulta en un escenario crítico – “éxito” de la consulta – resolución del conflicto, y vía libre para la carretera.Pero la realidad es mucho más compleja que esta visión unileal del proceso, puesto que en el conflicto por el TIPNIS se sobreponen itinerarios estructurales que se están reproduciendo en otros contextos del país, aunque con menos impacto mediático, como Mallku Khota, la exploración o expansión petrolífera en zonas de preservación ecológica e indígena como Mosetenes, Leco Apolo, Madre de Dios, Aguarague, Tentayape y muchos otros vinculados a reservas nacionales y comunidades.Uno de los itinerarios de conflictividad deviene de la coexistencia de visiones contradictorias sobre el desarrollo, unas basadas en el vivir bien y el respeto a los “derechos de la madre tierra” (Tiquipaya 2010), y otra que deviene del desarrollo extractivista y modernizador como puntal para la generación de recursos económicos y cuya tensión no se ha resuelto ni en el país y tampoco al interior del Gobierno.El segundo, es de naturaleza jurídica, tiene que ver con el cumplimiento del horizonte propuesto en la nueva Constitución Política del Estado de incorporación de los pueblos indígenas en el marco del Estado, y de su preservación mediante la aplicación de mecanismos como la consulta previa “de buena fe y concertada” amparada en el espíritu del Convenio 169 de la OIT. En este caso, la situación ha resultado agravada por la ausencia de una Ley Marco de consulta previa y de una actuación gubernamental que no respetó la disposición del Tribunal Constitucional de realizar una consulta previo consenso entre todos los pueblos involucrados.El tercer itinerario, esencialmente político, cuestiona las características del nuevo bloque en el poder y sus principales ejes discursivos y simbólicos. El indígena originario campesino, sujeto protagónico del Estado plurinacional no percibe en las políticas gubernamentales decisiones que le favorezcan; al contrario, medidas como las asumidas en el caso del TIPNIS atentan contra su preservación. Al respecto, hay un debate mucho más complejo que habrá que encarar en su momento -probablemente los resultados del censo provean una radiografía más clara de esta situación- y permitan contrastar el discurso con la realidad, es decir, la exaltación de valores, discursos y símbolos indigenistas frente a acciones gubernamentales que la contradicen.Por tanto, los resultados de la consulta no han cerrado ni de lejos, un escenario de conflictividad que recién comienza y tenderá a propagarse si no se asumen posiciones acordes con los compromisos asumidos.*María Teresa Zegada es socióloga.
