El TIPNIS y el Viaducto “Avatar”


Juan Francisco Gonzales Urgel BUBY_thumb1Como una inmensa anaconda nadando sobre un mar verde esmeralda, el viaducto “Avatar” serpentea, a más de 180 metros del suelo, sobre las copas de los árboles del Territorio Indígena y Parque Nacional Isibóro Sécure (TIPNIS), y une las poblaciones de San Ignacio de Moxos, Beni, con Villa Tunari en Cochabamba. Mezcla arquitectónica de puente colgante y viaducto “Avatar” fue construido en seis tramos de 3 kilómetros cada uno y 25 metros de anchura. Cada tramo descansa en sus extremos, sobre grandes pilotes o estribos de soporte que sirven de anclas a las torres elevadas a 350 metros y que sostienen sendos arcos invertidos soportados por cables de acero que actúan como tirantes verticales. El viaducto está protegido por barreras laterales anti golpes que corren a lo largo de sus 18 kilómetros de extensión, paralelas a los bastidores cortavientos construidos de material transparente para no interrumpir el panorama escénico del Parque Nacional. Un creativo sistema de paneles y superficies compuestas, monitoreadas por el satélite Tupak Katari, permiten tanto la acumulación de energía solar para su iluminación nocturna, cuanto la reflexión de los rayos del astro rey para compensar la irradiación sobre las superficies de la floresta que se encuentren eventualmente privadas de luz solar. Un funicular con dos líneas -una a cada orilla del viaducto- sirve para el desplazamiento de los habitantes de las poblaciones asentadas en la zona, quienes 180 metros abajo, son elevados por enormes rampas hidráulicas que aprovechan las aguas de los humedales inyectadas a presión por bombas compresoras de alta potencia. Cada tres kilómetros las modernas estaciones del funicular reciben a los pasajeros que salen al intercambio de mercancías, y en anexos, las cargas de hoja de coca producidas en los cocales aledaños, destinadas a los mercados de acopio del Chapare. Las enormes estaciones terminales centrales de San Ignacio de Moxos y Villa Tunari son servidas por un sistema de exclusas que permiten a camiones de alto tonelaje, y otros vehículos de carga y transporte, alcanzar las alturas del viaducto en menos de 30 minutos. Esta colosal mezcla de hormigón y acero, milagro de la ingeniería moderna fue construido íntegramente por un consorcio empresarial de la Confederación de Cocaleros del Trópico de Cochabamba (Chapare), quienes también tienen a su cargo la operación a perpetuidad del viaducto “Avatar”.