En Bolivia nos devoramos como el Catoblepas


Roberto MéndezCATOBLEPASTermina devorándose a sí mismo. Esa es la principal característica del catoblepas (del griego (katablép), “mirar hacia abajo”). Es una criatura legendaria de Etiopía, descrita por primera vez por Plinio el Viejo y más tarde por Claudio Eliano.Lo dibujan con un cuerpo de búfalo y cabeza de cerdo. Su espalda está cubierta de escamas que lo protegen y su cabeza mira siempre hacia abajo. Su mirada o su respiración podían convertir a la gente en piedra o matarlas por su aliento venenoso porque se alimentan de plantas con esas características.El nombre del mítico animal fue divulgado hace poco por el abogado constitucionalista Juan Carlos Urenda, a propósito del título de un libro en el que compara al Estado de Bolivia con el Catoblepas, y vaticina que el gobierno del presidente Evo Morales terminará devorándose a sí mismo.Si analizamos la realidad vemos que, aunque en cifras económicas tengamos estabilidad, existen problemas internos que nos carcomen el ama como Estado.Es la corrupción, el narcotráfico y la violación a Derechos Humanos. En el primer tema hemos visto cómo ahora el descubrimiento de una presunta red de extorsión y chantaje que operaba en las mismas oficinas del Ministerio de Gobierno y la Presidencia y que tenía un aliado en el Ministerio de Transparencia y lucha contra la Corrupción ha sacudido las fibras más íntimas de los bolivianos.Pero no solo eso, los funcionarios cuestionados trabajan hace cinco años y lo más extraño del caso es que no fueron descubiertos.Antiyanqui a morir, el actual gobierno tuvo que aceptar que sea el actor norteamericano, Sean Penn, que vino recomendado por el venezolano Hugo Chávez, el que divulgue el caso al mundo a propósito de la extorsión que pretendían hacerle a su compatriota, el judío norteamericano Jacob Ostreicher.Y a partir de ahí, han aparecido en la danza los fiscales que sirvieron como instrumentos del Chapare y los jueces que se sometieron a las presiones políticas y funcionarios subalternos que se prestaron a cobrar fuertes sumas a cambio de dejar en libertad a personas a las que en algunos casos, les fabricaban juicios y decían que se trataba de “asuntos de Estado”.Pero al Gobierno solamente le interesaba los resultados políticos, es decir, mantener a raya, preocupados, perseguidos o detenidos principalmente a adversarios políticos, tal vez sin saber que quienes ejecutaban esas órdenes lucraban con ese poder ilimitado que les confirieron.Eso ha provocado conflictos internos en el MAS y el alejamiento de la presidente de la Cámara de Diputados Rebeca Delgado.Y el caso Ostreicher marcará un antes y un después porque ahora la justicia ya no querrá dejarse presionar y están apareciendo, vaya suerte, algunos fallos como el de Joaquino al que anularon su sentencia. Pero en el Gobierno nos estamos devorando como el Catoblepas.El Día – Santa Cruz