Por Carlos Cordero Carrafa LA PRENSAEl recientemente develado escándalo sobre la existencia de una red de extorsión y corrupción en las entrañas del Estado Plurinacional erosionará de tal manera la imagen del presidente Morales que pone en riesgo su tan añorada tercera candidatura y tercer periodo gubernamental. En el peor momento de la tormenta mediática, el señor Presidente se sacó un tiempito para posicionar la idea de que la Constitución vigente le ofrece la posibilidad de candidatear en las elecciones 2014. Ningún vocero de la oposición política reparó en este desliz ni respondió en los términos que suele hacerlo. Que Evo Morales gobierna desde el año 2005, que a partir del 2009 viene ejerciendo su segundo periodo constitucional y que la CPE vigente señala que la reelección inmediata es por una sola vez. Derecho que ya se habría cumplido en el presente caso. En fin. Lo que quedará luego del destape del escándalo, de proporciones aún desconocidas, no es el esclarecimiento de los casos de extorsión ni la devolución a sus propietarios de los millonarios recursos que los abogados lograron escamotear para beneficio propio. Por supuesto que Jacob Ostreicher recobrará su libertad y se refugiará en Miami. Mientras tanto, en el país proseguirán las investigaciones, los golpes de pecho y nuevas promesas, hasta que las aguas se calmen y la ciudadanía se entregue a las fiestas navideñas y a nuevos conflictos o escándalos. Es probable que algún libretista criollo pergeñe un guión para tentar a Sean Penn, el legendario actor norteamericano, quien como moderno y astuto Ulises llegó hasta el Palacio Quemado y la cárcel de Palmasola, para develar la corrupción que siempre fue un secreto a voces. El próximo año se retomará el hilo de la triste historia de los cándidos ministros, fiscales desalmados y pérfidos abogados, a propósito de celebrar un aniversario más del inefable Estado Plurinacional. En dicha ocasión la agenda política girará en torno a quienes se quedan y quienes se van del Gabinete. Entonces las reverberaciones del escándalo se harán evidentes. En las próximas encuestas se verificará la tercera caída en la aprobación y popularidad del Presidente. Toda la responsabilidad del escándalo recaerá sobre los hombres y hombros del Presidente, pues ahora no hay a quién echar la culpa del funcionamiento de esta red de extorsión, como ocurría en el pasado. Cuando era posible endilgar de todo tipo de males a los gobernantes del pasado. La red de extorsión funcionó en el marco del Estado Plurinacional y durante la gestión gubernamental del Movimiento al Socialismo (MAS). Por lo tanto, el escándalo les pertenece de cabo a rabo. Por ello, el efecto más pernicioso que sobrevendrá después de conocerse detalles del funcionamiento de esta red extorsiva en la justicia, será en la imagen presidencial.