La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, despedirá hoy el año, que trajo para ella al final más sombras que luces, hospitalizada en un hospital neoyorquino, donde está siendo tratada de una trombosis descubierta el pasado fin de semana por sus médicos.
La secretaria de Estado de EE.UU. fue ingresada ayer en el Hospital Presbiteriano de Nueva York, después de que se le descubriera un coágulo de sangre, en un lugar no especificado pero relacionado, al parecer, con la conmoción en la cabeza que sufrió a mediados de diciembre.
Clinton no ha aparecido en público desde la primera semana de diciembre, cuando a su regreso de un viaje por Europa hubo de guardar reposo a consecuencia de un virus estomacal.
Unos días después, el 15 de diciembre, el Departamento de Estado informaba de que la responsable estadounidense había sufrido una contusión en la cabeza como resultado de un desvanecimiento provocado por la deshidratación.
Según la única nota publicada hasta ahora desde que fue ingresada en el hospital, el coágulo sanguíneo le fue descubierto durante un examen de seguimiento de esa conmoción sufrida hace dos semanas.
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"Está siendo tratada con anticoagulantes y se encuentra en el Hospital Presbiteriano de Nueva York, con el fin de vigilar su medicación en las próximas 48 horas", informó anoche un comunicado de su portavoz, Philippe Reines.
Según el médico Sanjay Gupta, de la cadena CNN, es improbable que el coágulo se sitúe en la cabeza en la zona del golpe, porque si fuera así no estaría siendo tratado con anticoagulantes, un remedio que aumenta el riesgo de hemorragia e impide una intervención quirúrgica en caso volverse necesaria.
Más bien, según este experto, el trombo habría sido descubierto en otra parte del cuerpo, tal vez en las venas de las piernas, y los médicos están tratando de evitar que se desprenda y ascienda por el sistema circulatorio.
Clinton, de 65 años, ha mantenido un ritmo y una agenda muy activa de viajes al exterior, con millares de kilómetros recorridos en avión en muy pocos días.
El comunicado de anoche sólo añadía que "los médicos seguirán evaluando su condición, incluidos otros aspectos relacionados con la contusión que sufrió, y determinarán si se precisan otras acciones".
En lo más alto de su popularidad, la exprimera dama estadounidense anunció hace tiempo que quería descansar y que no seguirá en el cargo durante el segundo mandato del presidente Barack Obama.
De hecho, el presidente ya ha designado para sucederla al senador y excandidato presidencial John Kerry, quien todavía tiene que ser confirmado por la Cámara Alta antes de que pueda asumir el cargo a mediados de enero.
Durante una rueda de prensa celebrada hoy, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se refirió a ella como "una gran servidora pública y una amiga".
"Le deseo lo mejor, esperamos que no sea nada serio. Ha hecho una gran contribución a este país. Hace 3 ó 4 años estuvo en el descenso de la bola de Año Nuevo con su esposo (el expresidente Bill Clinton). Lo pasaron bien", recordó Bloomberg.
Hace unas semanas, el diario The New York Times publicó que Bloomberg la había llamado para sondear si estaba interesada en sucederle en la alcaldía, pero ella declinó la idea.
Pese a su popularidad, también ha negado varias veces tener intención de postularse para la presidencia del país en 2016. En 2008 perdió las primarias demócratas ante Obama.
A raíz de sus recientes problemas de salud, Clinton canceló también la comparecencia ante el Congreso en la que debería haber respondido a las preguntas de los legisladores sobre las circunstancias del ataque terrorista contra el consulado de EE.UU. en Bengasi (Libia).
El 11 de septiembre pasado un grupo atacó el consulado de Bengasi y dio muerte al embajador Chris Stevens y a otros tres funcionarios estadounidenses.
Al principio la embajadora de EE.UU. ante las Naciones Unidas, Susan Rice, dijo que el ataque había ocurrido en medio de una protesta espontánea contra la divulgación de un vídeo, hecho en EE.UU. por un ciudadano privado, y que ridiculizaba a Mahoma.
Posteriormente, el gobierno admitió que había sido un ataque terrorista planificado.
La gestión de esa crisis, de la que Clinton asumió plena responsabilidad, ha ensombrecido en cierta forma el final de su mandato como secretaria de Estado, aunque sus virtudes como diplomática y su infatigable capacidad de trabajo son elogiados por todos, demócratas y republicanos, en Washington.
EFE