La guerra mediática del MAS

DAVILA El régimen de Evo Morales prepara una guerra mediática para el 2013, a juzgar por el anuncio oficial sobre la creación de decenas de nuevos medios de comunicación desde el Estado.

Según la ministra Amanda Dávila, el gobierno creará 60 radios “comunitarias” el año entrante y pondrá en marcha un “ejército de comunicadores populares”.

Las radios se sumarán a un igual número actualmente en funcionamiento, con lo cual las estaciones estatales o para-estatales serían nada menos que 120.



En la Bolivia evista, donde la diferencia entre lo institucional y lo partidario ha desaparecido, decir medios estatales o comunitarios equivale a decir gubernamentales, constituyendo los mismos una estructura propagandística desembozada, en ocasiones utilizada para la guerra sucia contra disidentes u opositores.

Realidad muy distante a la de los medios públicos en otras naciones, donde los mismos están sujetos a normativas estrictas que garantizan la equidad y neutralidad política de la información.

Evidentemente, el plan para el rápido despliegue de más órganos propagandísticos del oficialismo es una respuesta a la compleja coyuntura que atraviesa el gobierno de Evo Morales, sumido en una crisis de corrupción que deteriora seriamente su imagen.

Circunstancia en la cual, más que proceder a una limpieza a fondo, se opta por la creación de nuevos mecanismos de enmascaramiento de la realidad.

Por supuesto, el régimen no es original en esto, sino que aplica el guión continental surgido de las usinas ideológicas del ALBA.

Para Andrés Oppenheimer, los gobiernos de esta alianza están construyendo “formidables imperios de medios gubernamentales mientras silencian a sus críticos”, lo que el analista califica de “dictaduras mediáticas”.

Algo que confirma el periodista Miguel Wiñazki, del diario argentino Clarín, para quien existe a nivel regional una estrategia de “hegemonía comunicacional” impulsada por las “presidencias mediáticas (…) que amenazan a los medios autónomos”.

Lo cierto es que el neo-populismo detesta a la verdad tanto como a la libertad, y necesita del monopensamiento como medio imprescindible para su sobrevivencia…

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