La red de redes

Juan Francisco Gonzales UrgelEn el MAS cohabitan mesianismos precolombinos y resabios de las dictaduras militares; rancias tradiciones de la izquierda latinoamericana; marxismos remozados y retazos de capitalismo de Estado; copias criollas de Goebbels; fascismo, caudillismo y otras etcéteras. Todos ellos junto a indigenismos importados del imperialismo culposo europeo, arrullados con nostálgicos escritos de Eduardo Galeano y sazonados de populismo demagogo. Bajo una estructura estalinista que no da lugar a discrepancias, el MAS cobija también al neoliberalismo -que usa, cual comodín de la baraja, cuando las papas socialistas amenazan con quemarse- y toda una fauna de bichos de uñas largas y filosas que de vez en cuando sirven de chivos expiatorios para conjurar a los dioses de la corrupción. Desde este pastel kitsch no puede salir otra cosa que un discurso confuso, contradictorio y deformante llamado “proceso de cambio” que ha podido mantenerse merced a la consigna, la mentira sostenida, el desembozado cinismo de sus pregoneros, y la preocupante torpeza de sus opositores. Tampoco puede surgir una conducta diferente al afán de acumular poder sin importar los costos sociales e institucionales, y la destrucción del Estado de Derecho cuyo caos ha logrado construir su propio orden interno: una red de redes donde duermen -en el mismo lecho, juntos y revueltos- la extorsión y los asuntos de Estado acunados por el “Patria o Muerte”.Protegida por la institucionalidad avasallada, la red se frotaba las manos con el regalo navideño anticipado del proyecto de Ley de Extinción de Dominio de Bienes, cuando el caso Ostreicher rompió la monotonía de la impunidad. Entonces, jueces, fiscales y funcionarios de alto rango desfilaron cabizbajos en su nuevo rol de acusados, y para muchos terminaba el perverso contubernio que ofrecía, como tributo al “proceso de cambio” las libertades ciudadanas de los opositores, y las recaudaciones fraudulentas como justa retribución por los servicios prestados a una “causa de interés mayor”.Pero la red estremeció sus contornos y cual araña cazadora surgió la Ministra de Transparencia y Lucha contra la Corrupción, Nardi Suxo: “solicitamos al Fiscal General del Estado iniciar de oficio, los procesos contra las autoridades de los cuatro órganos del Estado así como a todas las personas que aseguran haber sido víctimas de extorsión y que hubieran entregado dádivas de algún tipo a servidores públicos para obtener beneficios personales, pues esas acciones también son consideradas como un hecho de corrupción, de acuerdo con el artículo 158 del Código Penal”. La Ministra no dijo si tal solicitud incluía la posibilidad de que los 39 acusados de terrorismo, el ex Gobernador de Pando, los más de cien ciudadanos bolivianos que radican en el pequeño pueblo de Epitaciolandia en calidad de refugiados por el caso Porvenir, y los implicados en los más 36 juicios – donde los ex apoderados jurídicos del Ministerio de Gobierno, figuraban como denunciantes- recibirían algún beneficio especial por no haberse dejado atrapar en las telarañas de la extorsión.El presidente de la Comisión de Ética de la Cámara de Diputados, Evaristo Peñaloza, anunció investigar las posibles influencias del diputado Héctor Arce Zaconeta para la contratación de su concuñado José Manuel Antezana (otro miembro de la red), ex Director General de Gestión Pública del Ministerio de la Presidencia. Zamarro ya, y luego de consultar las hojas de coca, el Magistrado Gualberto Cusi declaró que “la investigación no tocará a grandes masistas”. Entretanto, el Presidente Evo Morales afirmaba que uno de los implicados en la red (Boris Villegas) era un infiltrado de la CIA. Nos falta escuchar -en ese lenguaje plurinacional indígena originario campesino usado por el gobierno- que Fernando Rivera Tardío pertenecía al FBI, Denis Rodas al Departamento de Estado y entre los tres, urdieron una red capitalista-imperialista que persigue los mismos objetivos del frustrado golpe de Estado cívico-prefectural y del terrorismo separatista organizado y financiado por la derecha neoliberal.Sobre el silencio sepulcral del Defensor del Pueblo flota como una sombra de sospecha el asesinato misterioso de Vicente Rocha, chofer y testigo de descargo de Leopoldo Fernández. Los muertos en el Hotel Las Américas se revolvieron en sus tumbas cuando Ignacio Villa Vargas, alias “El Viejo”, en declaraciones a Erbol manifestó que “Eduardo Rozsa fue contratado por Raúl García Linera con el propósito de eliminar al presidente Evo Morales y así Álvaro García Linera obtener el poder”.Con dos días de asueto navideño adicional pasarán los apuros gubernamentales, las aguas del río volverán a su cauce y el MAS no renunciará a su ambición totalitaria, madre de todas las redes. Para sobrevivir los embates del pensamiento único sin ser aplastada por los poderes públicos fundidos en un solo crisol de intolerancia, la oposición continuará en su lenguaje acobardado y, mientras los murmullos no sean voces, servirá al gobierno para mantener incólume su disfraz democrático, a sus operadores políticos para conformar un ambiente de desconfianza, y a la red, para ampliar los alcances de su telaraña.Tal vez por eso, Percy Fernández aún despierta pasiones en los barrios. Así, cargando a cuestas su ancianidad física y mental, el Alcalde de Santa Cruz de la Sierra es el reflejo de una sociedad cansada y prematuramente vencida por el centralismo secante, la maniobra política del puñal bajo el poncho, la angurria del poder de unos, y la sumisa contemplación de otros. En los pasos vacilantes del Alcalde se mira a sí misma una región humillada, pero a quien un día fuera el prototipo de la gente de estas tierras: francos, abiertos, visionarios, y levantiscos portadores orgullosos de su insolente libertad.Formidable opositor tendrá el “proceso de cambio” cuando la ciudadanía recurra a la honestidad, la honradez, y el respeto por la vida y la libertad. Valores que le dieron sentido e identidad a este país pluricultural que escogió hace 30 años vivir en democracia. Valores que perduran intactos en la conciencia colectiva pues no sufren, como las personas, el desgaste del oportunismo. Entonces, los verdaderos procesos de cambio, impulsados por numerosas y diversas voluntades -cada una actuando legítimamente y sin complejos en defensa de su propio interés- retornarán al escenario. A pesar de las redes.