Karen ArauzQuien hubiera dicho que humilde arroz haya logrado desenmascarar lo que llamativamente sólo la ciudadanía común y corriente veía, percibía y temía. Sobre todo por el modo cómo los hasta ahora descubiertos corruptos extorsionadores, se presentaban en público con total impudicia amparándose en el ilimitado poder que alguien les otorgó. Por varias décadas venimos observando con la perspectiva propicia que brinda la independencia de los favores del poder, el modo cómo la influencia política ha torcido la justicia. Hoy, quedamos pasmados por la grosera manera en la que se han degenerado los hechos. Para nadie es un secreto que una llamada de un Ministro, lograba en cierta ocasiones alguna benevolencia en los juzgadores, pero nunca antes hemos sido testigos de las tropelías de la dimensión que nos tiene moralmente derrumbados y físicamente indispuestos por esa sensación mezcla de indignación y miedo. Hace una horas, la Ministra de Transparencia, a su retorno de Alemania adonde fue a ejercer funciones en su propia casa, en una declaración rayana en lo increíble, ha solicitado a la Fiscalía, que inicie de oficio proceso a aquellos ciudadanos que «han corrompido» a los funcionarios públicos por ser cómplices de la extorsión surgida desde el mero centro del poder. Desde todo punto de vista, y así expresado por la ciudadanía común, en rápidas encuestas de opinión de algunas emisoras y sobre todo de las redes sociales, es una vuelta de rosca de más de lo mismo. ¿Si eso no es amedrentamiento y extorsión velada, entonces qué es? Si la vida de Ostreicher ha estado y aún continúa en peligro, ¿qué se supone que haga considerando que las reglas de administración de justicia como se la sufre hoy, es básicamente lo único que se ha institucionalizado en el país en estos últimos siete años?La influencia del poder político, nunca antes vista, abre una serie de interrogantes, que nos acerca mucho a la sentencia de Lord Acton «el poder corrompe, el poder absoluto, corrompe absolutamente». Claro… ¿por qué no? Si las leyes y las disposiciones han sido confeccionadas a la medida de los requerimientos del llamado proceso de cambio, por qué ellos tendrían que actuar diferente? No se oye de licitaciones abiertas, se encaran faraónicas obras dedicadas al culto a la personalidad más propias de Kim Jon Il, se pierde la perspectiva y contacto con nuestra realidad de país con un sinnúmero de carencias elementales y se vive una fiesta secular continuada por siete años… ¿quién pone los límites? El haz lo que yo digo, no lo que yo hago, no funciona. Eventualmente, las ganas de emular terminan por vencer.Sin embargo, si este tema es de extorsión y pillaje delincuencial, mafioso y oprobioso, no es menos cierto, que se manejan otro tipo de extorsiones que camufladas en «disposiciones legales» dizque en beneficio del país, ocasionan más o menos el mismo efecto.No otra cosa significa la multa impuesta por una supuesta falta de competencia (cuando lo neoliberal sirve) a las industrias cementeras del país, donde hasta el menos avispado, reconoce que no es otra cosa más que una extorsión con ropaje de legalidad, para hacerle un agujero en la línea de flotación al opositor Doria Medina a quien le correspondería el 70% de la multa emitida, vale decir más de 7 millones de dólares, y todo, en base a supuestos. Exigir pruebas fehacientes y veraces sobre la denunciada manipulación empresarial para «jugar» con el mercado del cemento, es demasiado pedir. Cuando le quitaron sus acciones en Fancesa, de acuerdo a las leyes vigentes (es obvio que el papel aguanta todo), se debió indemnizar a la empresa por dicha expropiación. Hasta hoy, dos años más tarde, son casi cien millones de dólares los que alegremente el gobierno a cargo del Estado, se niega a cancelar porque simplemente no les da la gana y eso sólo lo pueden hacer los que acomodan las leyes a sus propios fines. Es notable la oportunidad con la que se hacen las cosas. De tal modo, que el término «extorsión», se está convirtiendo en el pan nuestro de cada día.Siete millones de dólares, casualmente, son lo presupuestado para la construcción del «museo» en Orinoca, vergonzosamente defendido por el Vice ministro de Culturas, lo que desnuda una vez más, la solemne pobreza moral en la que nos desenvolvemos últimamente. Nunca nadie, ni siquiera intentó, hacer algo semejante, para conservar documentos y pertenencias de otros Presidentes, de mayores méritos como pudo ser el Dr. Paz Estenssoro. La supuesta constitucionalidad para la re-re-elección de Evo Morales Ayma, emprende en estos días, un trágico camino en la perspectiva de que se pretenda continuar por la fuerza en el poder ante el desgaste emergente por la corrupción. Las otrora instituciones del Estado, se están convirtiendo en bandas desenfrenadas, donde el «dejar hacer, dejar pasar», cobrará una abultada factura de inexcusable cancelación.Si pasáramos por alto la supuesta inocencia de todo el aparato estatal -incluidas Inteligencia del Ejército y la Policía- que ha estado prohijando una gavilla de maleantes, deberíamos estar dispuestos a favorecerlos con el beneficio de la duda. Pero las dudas mas allá de lo razonable -de no exigir que sean resueltas- tienen un componente de complicidad a la que no todos deberíamos estar dispuestos.