Personajes e hitos del 2012

lang="x-default" ALVARO VARGAS LLOSAÁlvaro Vargas LlosaMalala YousafzaiCuando en octubre de 2012 esta niña de 14 años fue baleada por los talibanes al regresar del colegio a casa en un autobús, su nombre pasó a ser una identidad colectiva. En todo el mundo -pero primero en la iniciativa del ex Primer Ministro británico Gordon Brown a nombre de la ONU- el eslogan “Yo soy Malala” pasó a representar la civilización contra la barbarie. ¿Por qué? Porque quienes querían asesinarla lo hacían en represalia por haber, a su corta edad, logrado algo que todo el Ejército paquistaní no ha podido en dos décadas: derrotarlos.El terreno en que ella los había derrotado no era el de las armas. Más bien el de la simbología. Una cosa es, a ojos de la comunidad musulmana, el terrorismo talibán enfrentado a Satán (el imperialismo occidental) y otra es ese terrorismo enfrentado a una niña de Mingora, la localidad del valle de Swat, donde se crió y donde se convirtió en una activista contra los intentos teocráticos por acabar con toda forma de vida civilizada, empezando por la educación de las mujeres. Desde que había escrito un blog para la BBC contando la vida bajo los talibanes, su nombre había adquirido dimensiones míticas. Su activismo a temprana edad por la educación de las niñas era una condena indirecta de muchas cosas, incluyendo, ay, la dificultad del régimen paquistaní para imponer el orden en esa zona tomada, intermitentemente, por los fanáticos. Había que matar el mito. Los talibanes no pudieron: ella sobrevivió y se ha ganado la posibilidad de seguir siéndolo en vida.Mohamed MorsiLlegó al poder en junio de este año por una carambola del destino: el candidato de su organización, los Hermanos Musulmanes, a la Presidencia egipcia, Khairat El-Shater, había sido descalificado y este hombre hasta entonces cuya participación en el Parlamento en años anteriores había sido anodina surgió como reemplazante. La expectativa era que colocara a la organización, que iba con otro nombre, en segundo lugar. Acabó de presidente.Su importancia radica en que simboliza el tránsito de los regímenes autoritarios respaldados por Occidente en el Medio Oriente y el Norte de Africa a sistemas semidemocráticos gobernados por el radicalismo musulmán con distintas variantes de ortodoxia. Estados Unidos, Europa e Israel han tenido que pasar a su vez de considerar a los Hermanos Musulmanes terroristas y teócratas a aceptarlos como interlocutores indispensables para controlar a Hamas, el brazo fanático de los palestinos, y para mantener al país más poblado de la zona en el papel de equilibrista, sin el cual el riesgo del desborde antioccidental sería enorme. Fue Morsi a quien tuvieron que recurrir Israel y Estados Unidos para lograr el cese al fuego en Gaza recientemente cuando se dio el enfrentamiento entre israelíes y palestinos, y su papel de garante de la paz lo hace cobrar dimensiones estratégicas.Una razón adicional eleva su perfil considerablemente: en este momento Egipto se debate entre el nuevo autoritarismo del que Morsi y los Hermanos Musulmanes podrían ser la punta de lanza y la democracia liberal que sectores seculares quieren para el país tras el tránsito del militarismo de Mubarak al escenario actual.Aung San Suu KyiDe ninguna otra persona puede decirse lo que de ella: que desde por lo menos 1990 es el personaje del año todos los años. Como no es posible decretar semejante cosa cada diciembre, su nombre no siempre figura. Pero de justicia es decir que debería.La razón esta vez es que en abril de este año la dictadura birmana anunció que ella había ganado en su distrito electoral las elecciones complementarias para llenar un puesto vacante en el Congreso de su país, dominado por el oficialismo. Era la culminación de un proceso legitimador que se había iniciado un año antes, cuando el régimen militar inició una lenta apertura. Hoy ese proceso ha cobrado la suficiente credibilidad como para que Estados Unidos y Europa, que habían sometido al régimen a una cuarentena mundial, hayan restablecido parcialmente las relaciones políticas y económicas. La heroína de ese milagro -Birmania parecía un régimen inconmovible hasta 2011- se llama Aung San Suu Kyi, la mujer más valiente del mundo, que ha pasado del encierro al Parlamento y tarde o temprano será la jefa del Estado.Desde 1990, cuando ganó unas elecciones que le robaron, ha vivido la abrumadora mayoría de sus años bajo arresto domiciliario, lo que le costó entre otras cosas no poder viajar a enterrar a su marido al Reino Unido. Hija del padre de la democracia birmana y lideresa de la Liga Nacional por la Democracia, su verdadero mérito tiene que ver con algo más importante que la política: la moral pública.Barack ObamaEl Presidente de Estados Unidos ganó la elección más difícil de su vida ante un Mitt Romney que en las últimas semanas lo tuvo contra las cuerdas y le había volteado -ahora sabemos que sólo temporalmente- un partido que parecía ganado de antemano. Pero el mérito de Obama no es tanto esa victoria como el simbolismo que encarna: es el triunfo de una coalición social que empieza a tener visos de permanente en la sociedad estadounidense. Esto no significa que será siempre el Partido Demócrata quien la encarne: significa que nadie podrá ganar elecciones sin abrazar a sectores sociales -las minorías de distinta condición- y a sectores valóricos -los seculares- que antes representaban una cierta marginalidad aunque fuesen una base importante del partido de Jefferson. Nada definió mejor ese momento de transición que la decisión de Obama de dar un respaldo simbólico al matrimonio gay pocos meses antes de las elecciones. Obama, pues, encarna un cambio tectónico en la sociedad estadounidense de enormes consecuencias políticas. No es tanto el líder como el emblema de esa transición cultural.El voto hispanoEl anverso de la medalla de Obama como hombre del año es el reverso de aquello que lo hizo posible: el voto hispano. El alejamiento de los republicanos con respecto de este voto es un proceso que lleva años, pero sólo ahora han llegado los del partido de Lincoln a la conciencia plena de que tienen un grave problema que resolver si quieren volver a la Casa Blanca: la distancia de una comunidad que, por la hostilidad que han percibido en la última década entre los conservadores, les impide sumar mayoría en estados determinantes. Las elecciones de 2008 habían sido las primeras en que el voto hispano (unas 10 millones de personas) fue decisivo por su impacto en cuatro estados clave -Florida, Colorado, Nevada y Nuevo México-. Pero 2012, año en que un 12,5 por ciento del electorado fue hispano, significó algo aún más importante: el riesgo de que el alejamiento de los hispanos con respecto de los republicanos sea permanente. Esto es lo que le da al voto hispano de Obama una cualidad histórica.Por primera vez en una década surgen al interior del Partido Republicano numerosas voces alarmadas que piden un giro copernicano en la forma de abordar el tema migratorio. La resistencia de los sectores conservadores más contrarios a la inmigración es poderosa y nada garantiza un cambio definitivo. Pero por primera vez el debate vuelve a colocarse en la mente del partido muy en serio. Desde Jeb Bush hasta Marco Rubio pasando por Rudolph Giuliani, los republicanos que piden modernizar la postura frente a la inmigración han decidido pelear por el alma del partido junto con otras figuras. La razón de ese proceso interno es el voto hispano de 2012, que puede por ello tener consecuencias históricas.Enrique Peña NietoEl regreso del PRI al poder en México, hace pocos días, es un acontecimiento que nadie pudo prever en 2000, cuando Ernesto Zedillo, el último de una estirpe priista de siete décadas, entregó el poder a Vicente Fox. El dinosaurio parecía extinto para siempre. Pero no lo estaba: siguió allí, como en el cuento de Augusto Monterroso. Ha vuelto al poder.Muchos factores contribuyeron a ello, desde la decepción por las insuficientes reformas del PAN hasta la base de poder que el PRI mantuvo en las gobernaciones, donde se juega gran parte de la vida política mexicana. Pero un hombre se destacó en particular en ese regreso al poder. Enrique Peña Nieto es un cuarentón que gobernó el estado de México con la suficiente habilidad como para volverse creíble ante un pueblo que seguía desconfiando del partido que había encarnado el orden corporativista.Logró esto de dos formas: asumiendo la democracia como espacio político y ofreciendo las mismas reformas -casi las mismas- que su partido impidió al PAN realizar cuando éste careció de mayoría en el Congreso. El México moderno es muy consciente de que, a pesar de sus logros, debe desatar las amarras que todavía frenan su despegue definitivo. El PAN no pudo. México decidió que sólo el PRI podría hacerlo y que mantener a ese partido en la oposición haría imposible la reforma si quien gobernaba era el PAN. ¿Pero cómo votar por el PRI? Votando por un líder joven, moderno, que pareciera la negación del viejo PRI. Veremos si acertaron.Mariano RajoyEl presidente del gobierno español asumió el poder al morir el año 2011 y ha dominado durante buena parte de 2012 el protagonismo en Europa. Cuando estaba en la oposición y gobernada un PSOE desacreditado por la crisis que no había sabido dominar, Rajoy cobró las dimensiones de un salvador en espera. Un año después de su llegada al poder, parece un hombre que lleva gobernando décadas, tal es el esfuerzo físico y mental que ha tenido que ponerle a su gestión para que España sobreviva en medio de una crisis que tiene aun en vilo a medio planeta. Su popularidad ha caído considerablemente, pero no la ha aprovechado el PSOE, cuyo descrédito continúa. En medio de una angustia económica que no cesa, una hamletiana duda entre pedir o no pedir el rescate europeo pleno y el desafío de un separatismo catalán que ha pasado a encarnar en el principal partido de esa región, Rajoy navega dramáticamente en la tempestad con esa flema gallega que le sirve bien. No hay forma de saber a estas alturas si cumplirá todo el mandato o la crisis acabará precipitando elecciones anticipadas, si España saldrá poco a poco del drama que vive o si ese drama adquirirá condiciones de muy largo plazo, pero sabemos una cosa: de cómo vaya España dependerá como vaya Europa. Rajoy es quien da forma humana a esa verdad.La economía de BrasilBrasil ha pasado en muy poco tiempo de ser la estrella del BRIC -el conjunto de potencias emergentes- a sumirse en un psicodrama que pasa por preguntarse: ¿qué pasó? Su economía languidece hoy en un crecimiento anual de apenas algo más del 1 por ciento anual y la disminución de su liderazgo en el Unasur, del que los brasileños son conscientes, quedó hace poco simbolizado por la ausencia de la mandataria en la cumbre de Lima. Todo Brasil se pregunta: ¿es éste un retroceso temporal, es un frenazo para coger fuerza o es el fin de un sueño que duró muy poco? Se debate intensamente qué reformas políticas y económicas hacer, mientras Dilma Rousseff mantiene una popularidad que parece decir: sólo usted puede responder a esas angustiosas preguntas.La economía de Brasil es objeto de análisis mundiales que han dejado de ser económicos o financieros y han pasado a ser psicológicos. Hasta el “Financial Times” se pregunta si hay un impedimento en la psicología brasileña para dar el salto definitivo. Por su parte, Sudamérica, hambrienta de liderazgo brasileño, suspende la respiración a la espera de que 2013 muestre que 2012 fue un susto y nada más. Nunca menospreciemos a Brasil.La HayaPrimero Colombia y Nicaragua, y luego Chile y Perú, convirtieron a la Corte Internacional de Justicia en buena parte de Sudamérica en una institución tan popular y tan impopular, a la vez, como los políticos y los futbolistas locales. El conflicto entre nicas y colombianos en torno a la delimitación marítima relacionada con un grupo de islas que pertenecen a Colombia, pero están situadas, mayormente, frente a las costas de Nicaragua cobró dimensiones continentales cuando Bogotá pareció que incumpliría el fallo final y denunció el tratado de 1948 que la había obligado a aceptar el reto nicaragüense de someterse a un juicio en La Haya. Poco después, Perú y Chile, que llevaban un buen rato afianzando sus buenas relaciones, se vieron obligados a enfrentarse a la luz pública en un escenario que en apariencia era el de los alegatos de la etapa oral del proceso, pero que pronto pasó a ser el de la vida pública en general de los respectivos países.Es pronto para saber qué sucederá en el segundo caso y cuáles serán las consecuencias del fallo que se dará en los próximos meses. Pero la sombra de lo sucedido en Colombia planea sobre ese proceso, aunque ninguno de los dos países lo quiera, y en todo caso esa es la perspectiva de buena parte del resto del continente, que se pregunta si será posible superar rápida y eficazmente el clima que provoque en el país que salga peor parado con el fallo judicial.En juego están las relaciones entre países, la superación de traumas históricos, el grado de integración al que se debe aspirar, los nacionalismos latinoamericanos y la capacidad de las clases dirigentes para encauzar los sentimientos nacionales en momentos de tensión.El Diario Exterior – Madrid