Qananchiri, Chile y el detector de mentiras


Q A medida que la crisis de corrupción del gobierno sube de decibeles, se intensifican los intentos de los voceros oficiales para distraer a la opinión pública.

En ese contexto debe interpretarse la reciente ofensiva del vicepresidente Álvaro García Linera (alias Qananchiri desde sus tiempos en la banda terrorista del EGTK) en contra de Chile, país al que calificó de “chico malo del barrio”, con el obvio objetivo de generar una cortina de humo que cambie el eje de discusión nacional.

Más allá de lo risible de la expresión utilizada, poco apropiada para un segundo mandatario, lo cierto es que el globo de ensayo mediático lanzado por el vice denota claramente el grado de preocupación existente en las más altas esferas gubernamentales por el escándalo de la red de extorsión, que pone al descubierto la abierta manipulación de la justicia practicada desde el Órgano Ejecutivo.



Pero mientras Qananchiri trata de cambiar de escenario, la tragicomedia de la corrupción sigue dando de qué hablar.

El ex ministro de gobierno, Wilfredo Chávez, quien declaró que la titular de la cartera de Transparencia, Nardi Suxo, protegía a los implicados en la red, acaba de anunciar que está dispuesto a someterse a la prueba del polígrafo (detector de mentiras) para demostrar que no está confundido ni mintió al respecto.

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Falta saber si Suxo, Quintana y Llorenti, para no hablar de García Linera y Morales, estarían dispuestos a ser conectados al detector de mentiras.

Algo nos dice que el aparato podría acabar sobrecargado…

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