Sustitutos de las clases medias bolivianas


Gonzalo Villegas VacaflorGATO_thumb1Los conceptos científicos de “clase media”; en su mayoría se apoyan en el marco teórico de Max Weber, centrado en la interacción de las variables de riqueza, poder y prestigio, y en la obra de Carlos Marx, que integra las tres en un modelo funcional de la estructura social. “Las dimensiones Weberianas que conceptualizan a la clase media son: “El “estatus económico”, que equivale a la riqueza, es decir, a los ingresos y el capital del que se dispone.El “estatus político”, que equivale al poder en términos generales a la capacidad que se posee de determinar, directa o indirectamente, la acción de otros.El “prestigio”. Puede codificarse en medios institucionales, como los términos o títulos honoríficos que se conceden legalmente, o simplemente ejercerse en la interacción social.En la teoría marxista, las clases no se definen por su posición en escalas lineales de poder, prestigio o riqueza, sino por su función estructural en las relaciones de producción (es decir, de explotación). La clase media, según la teoría marxista, es aquel sector social de trabajadores que son dueños de sus propios medios de producción, o al revés: aquel sector social de los dueños de los medios de producción, cuya fortuna no da para contratar obreros, por lo que es el mismo quien trabaja los medios y se dedica a la producción de mercancías. Lo importante de este sector, es que la producción de su trabajo no es alienada, es decir, que disfrutan del producto de su trabajo.En este contexto las clases medias actuales están en declive, tienden a diluirse: ésa es la tendencia objetiva. Es un secreto, aún para iniciados, pero los síntomas afloran por todas partes. De momento resulta difícil dar la respuesta adecuada, pero las interrogantes surgen del colectivo social: ¿no era la clase media quien impulsaba la maquinaria económica?, ¿no había sido un gran logro social la transformación de los antiguos empleados en convencionales padres de familia y dóciles consumidores con todas las ventajas (e inconvenientes). Y, sobre todo, si las clases medias están en trance de desaparecer ¿quién las va a sustituir como motor económico, colchón interclasista y amortiguador social? ¿Emerge una utópica sociedad sin clases o una sociedad de desclasados, pueblos indígenas, movimientos sociales que se acomodan en medio de la movilidad social? ¿Es posible en esta interactuación dialéctica hablar todavía de igualdad o se consolidan nuevas y vertiginosas desigualdades sociales?Los sociólogos buscan explicaciones a lo que se intuye como un cambio social en profundidad. En el marco de ese gran cambio que vivimos, se mueven realidades y conceptos como: globalización, movimientos migratorios, paridad de sexos, desigualdad (progresiva) en el reparto de la renta, precariedad laboral, economía criminal, individualismo radical, revolución de las dimensiones espaciales y temporales de la mano de maravillas tecnológicas… Éstos, son algunos de los fenómenos que se entremezclan en avalancha. Es difícil interpretar lo que nos sucede en tanto que individuos, y las indagaciones sobre el proceso de cambio colectivo resultan parciales e insuficientes.Richard Sennett (en su imprescindible libro La cultura del nuevo capitalismo), reconoce que “el problema cultural fundamental radica en que la mayor parte de la realidad social es ilegible para la gente que trata de darle sentido”. ¿Qué sentido tiene, por ejemplo, el alargamiento de la vida si los viejos son tratados como inservibles trastos improductivos? ¿Cómo conjugar el énfasis en el valor de lo joven y la vida sana con una realidad como la de desocupados o hipotecados de por vida?Es en este marco general, de confusión y excesos, en el que se vislumbra la decadencia de aquel puntal social que pronto podría ser historia pasada y al que llamamos clases medias. Hay síntomas de esa, donde las clases medias actuales se aferran en su papel -siempre inconsciente, pero no menos real- de amortiguador social y político frente a nuevos actores sociales, que de lejos económicamente más fuertes, se están constituyendo en los actores principales del llamado proceso de cambio en la pretensión de alcanzar la estabilización social como unas renovadas clases medias. Los nuevos ricos consumistas, provenientes de sectores informales del recién llegado Estado Plurinacional, ya perciben los síntomas de las transformaciones que están en marcha. Otra cosa es que esa percepción lleve a la conciencia de lo que acontece en nuestro novato Estado de varias nacionalidades.Estamos, pues, ante una esquema sectario del bienestar, y está apartando a unas clases medias acostumbradas a un horizonte de prosperidad convencional. Un horizonte que se diluye en el nuevo marco económico, político y social global.Y aquí se abren inquietantes incógnitas. ¿Qué sucederá cuando sectores emergentes compuestos por cocaleros, cooperativistas, “comerciantes”, “pueblos indígenas, originarios” y los llamados movimientos sociales, se están corrompiendo y aburguesando por el manejo del poder político y económico? ¿Quién o qué institución ocupará su lugar haciendo las tareas de apoyo real amortiguador y aun con falencias estas esmirriadas clases medias que se pretende desplazar, son portadoras de la cultura occidental, tan vapuleada por la cosmovisión andina? No hay mucho tiempo para resolver -sin la fantasía demagógica de propuestas irrealizables, como la descolonización y puesta en práctica la Nueva Constitución Política.En una sociedad individualista los problemas de dependencia se agravan y el Estado Plurinacional, sin el amortiguador de las clases medias, puede sentirse acosado, actuar a la defensiva y, lo que es peor, favorecer el clientelismo y la arbitrariedad. El reto de la decadencia de las clases medias está ahí. Las agrupaciones políticas incluido el MAS se han beneficiado de este oculto colchón social, deberían ser conscientes de que el vacío que están provocando los cambios torpes y sin contenido ideológico que se están propiciando por el gobierno de Morales están contribuyendo a su desmoronamiento y en medio de su mareo de poder está en pos de acercarse y sumirla, pero la duda es un presente que es ya su responsabilidad. El papel de bisagra de las clases medias, en medio de una avalancha de conflictos casi permanentes de lucha por el control del poder político y económico son incrementadas por el temor, comodidad, ambivalencia, crítica y vista de balcón de la misma, dejando que otras clases con vocación de poder, asuman su representatividad, pues sin él, toda transformación o hegemonía en la sociedad es imposible, por lo tanto esa ausencia le está costando un desplazamiento de los escenarios de poder; las lamentaciones confundidas con aspectos raciales y regionales son tardías e ineficaces frente a una maquinaria fuerte (MAS) que quiere mantener el Poder; de no darse las adecuadas respuestas políticas toda acción será inútil. La política tiene sus fundamentos en tácticas y estrategias y no es solamente un cúmulo de buenas intenciones.