El cineasta conversó con El Comercio sobre su nueva cinta, la cual se estrena el próximo 24 de enero. Quentin Tarantino es una de las cabezas más talentosas de Hollywood. Un tipo con la capacidad de combinar géneros, tradiciones, estilos del cine y crear productos únicos que no se parecen a nada.
Django sin cadenas, cinta que podremos ver el 24 de enero en nuestro país, es una clara muestra de ello: una película que mezcla el ‘spaghetti western’ con toques operáticos. Al menos eso explicó en una conversación que tuvo con algunos medios mundiales, entre ellos El Comercio.
“No soy tan fanático del ‘peplum’ [cine histórico de aventuras] como lo soy del ‘spaghetti western’, pero me gusta mucho”, comenta el realizador en relación a ese género que mostraba a personajes forzudos y mitológicos en aventuras épicas.
“Pero siento que hay una conexión con ese género, en el sentido que quería que el camino recorrido por Django, este esclavo negro en EE.UU., tuviera el peso de un personaje mitológico. Quería que se sienta que salva a esta mujer del infierno en el que está, a su princesa en exilio en este reino del mal manejado por una gárgola malvada”, comenta el cineasta. En efecto, Django (Jamie Foxx) es un esclavo liberado por el doctor King Schultz (Waltz), un cazarrecompensas que le hace un trato: si él lo ayuda a buscar a un par de criminales por los cuales dan un buen precio por sus cabezas, él ayuda al esclavo a buscar a Broomhilda, su esposa, quien vive en una plantación de algodón manejada por Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), uno de los barones más poderosos del sur estadounidense.
HISTORIAS GRINGAS
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
“Sin duda, la esclavitud fue uno de los capítulos más vergonzosos de la historia de EE.UU.”, comenta Tarantino, “pero también es una etapa que tiene un gran potencial dramático, y que ha sido casi ignorado por el cine estadounidense. Mucha gente no quiere lidiar con esa historia; no tanto ignorarla como no mirarla de frente a la cara. La mayoría de países han tenido que lidiar con un pasado vergonzante.
Y, al hacerlo, consiguen superarlo. No estoy tratando de hacer una catarsis gigantesca para EE.UU., pero nuestra historia es rica en posibilidades dramáticas. En un mundo en el que se dice que no hay nuevas historias, pues hay muchísimas. Y son historias estadounidenses”, añade el realizador. Fuente: El Comercio