Entre bomberos


Eduardo Bowles

Por segunda vez en menos de un mes, en el oficialismo se da una orden expresa a los militantes del MAS de  “No pensar” y tampoco expresar libremente sus opiniones.

La primera vez fue el presidente Morales cuando se dirigió a los embajadores bolivianos acreditados en distintas partes del mundo. Esta vez ha sido el vicepresidente García Linera, a propósito de las expresiones de la diputada Rebeca Delgado, que han sido interpretadas como disidentes, pese que estaban destinadas a la búsqueda de transparencia en la investigación de la banda gubernamental de extorsionadores.



El segundo mandatario ha dicho que el partido de Gobierno no es un club de amigos o un grupo folklórico y que se debe respetar los lineamientos que emanan desde arriba.

Eso está muy bien cuando se trata de aspectos programáticos e ideológicos. Siempre han sido necesarios en el país partidos políticos bien estructurados, con militancia disciplinada y orientada hacia fines comunes, pero lo que hizo Delgado fue exigir que se investigue a fondo el mayor escándalo de corrupción de la historia del país.

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En ningún momento ha cuestionado la orientación filosófica del MAS. A no ser que la ideología oficialista del proceso de cambio siga rigiéndose por los viejos cánones de la complicidad, es decir “Entre bomberos no nos pisamos la manguera”.

Un ensayo en Venezuela

Eduardo Bowles

Es curioso que todos vayan a Cuba a visitar a Chávez, pero muy pocos mandatarios hayan asistido el jueves al acto de juramento de Nicolás Maduro al frente del Gobierno venezolano, tal como lo aprobó el máximo tribunal de justicia de Venezuela, contraviniendo la Constitución.

La medida de los magistrados, que establece una prórroga ilegal de un mandato, ha sido aceptada por todos, incluyendo la oposición y Estados Unidos, que envió un mensaje de beneplácito ya que ha sido una forma de no hacer olas en un momento de crisis interna en el Chavismo.

Sólo tres mandatarios se trasladaron a Caracas y fueron evidentes las ausencias de los presidentes de Brasil, de Ecuador y Argentina, simpatizantes de la revolución bolivariana, que al parecer están tomando distancia a la espera de que la situación se estabilice. El caso más evidente ha sido el de la presidenta Cristina Fernández que se fue a La Habana el viernes a ver al comandante, cuya decisión no ha sido acatada, pues él mismo ordenó que se convoque a nuevas elecciones en caso de que no se presente a jurar el 10 de diciembre.

Es evidente que no todo está dicho en Venezuela y lo que se ha decidido es apenas un ensayo para ver cómo reacciona el pueblo, que debe aceptar en este momento la figura de Chávez como una suerte de espíritu santo de la política nacional. En esta Trinidad, todavía no se sabe quién será el padre, Maduro o Diosdado Cabello.